Se acerca Tenet, el estreno más esperado del verano. La última película de Christopher Nolan con la que el megalómano cineasta pretende levantar él solito toda la cartelera después de la pandemia. Está por ver que pueda estrenarse ya, como está por ver todo ahora mismo, pero está claro que Nolan, al contrario que Warner, está empeñado en ello. Con estreno en verano o sin él, el trailer ya ha salido y ha confirmado la idea de que la apuesta narrativa de Nolan vuelve a ser ambiciosa. Todo apunta a que vuelve a jugar con el tiempo, en este caso haciéndolo moverse hacia delante y hacia atrás. Habrá que ver qué nos tiene preparado. Trastocar el transcurso normal del tiempo en la narración es una de las obsesiones más llamativas del director.
Lo primero que podría venirnos a la mente es que Nolan “desordena” la narración, pero creo que esto no es demasiado preciso. Nolan reordena la narración. Es distinto de lo que hace, por ejemplo, Iñárritu en 21 gramos, donde la narración no sigue un patrón, más allá del criterio del guionista por colocar antes o después una escena. En las películas de Nolan hay un criterio de ordenación definido, distinto del lineal, y diferente en cada caso. Vamos a hacer un repaso a su filmografía.
Memento
Es su segunda película pero la primera que se dio a conocer. Obviamos su ópera prima, Following, filmada en 16mm con cuatro duros y de poco más de una hora de duración. Aunque ya tenía una trama algo endiablada, estaba contada de manera completamente lineal.
En Memento el patrón es muy claro: los fragmentos están ordenados de forma inversa, y duran lo que dura la memoria temporal del protagonista. La estructura es casi pura salvo por dos excepciones. El primero es un detalle formal, la escena inicial de los créditos está marcha atrás, para que entendamos de una manera visual la mecánica de la película. Ya comenté en otro texto que los planos que abren las películas Nolan anticipan lo que vendrá. La segunda excepción es una línea temporal situada cronológicamente al principio de la historia y que se va intercalando en los saltos hacia atrás, en blanco y negro. La cosa quedaría así:
Este elemento en blanco y negro es secundario y en principio sirve sobre todo para engrasar los saltos (y también para explicar la película verbalmente, pecado habitual de Nolan), pero nos adelanta un concepto con el que trabajará después en todos los demás ejemplos que veremos: mantener vivas varias líneas temporales. Por lo demás, el orden es estricto e incluso la excepción de la parte en blanco y negro está intercalada siguiendo un criterio cuadriculado. No podemos hablar aquí de desorden sino de reordenación.
El orden es rígido, la limitación autoimpuesta es estricta. Debe ser el guión el que se adapte a esta limitación para brillar. Los desarrollos de Nolan se parecen mucho a la solución a un problema. La dificultad aquí es mantener la intriga propia del noir cuando estamos empezando por el final. Nolan va administrando información de forma inteligente y termina con un giro que le permite redefinir todo lo que ya hemos visto y, por tanto, tener la revelación al principio de la historia (al final de la película). Y es que no se le puede dar la vuelta a una película sin más, también hay que darle la vuelta a la estructura dramática.
La forma es el contenido. Memento avanza uno de los temas que será vertebral en la filmografía del director: la ilusión del tiempo. El tiempo deja de ser una constante sólida que avanza inexorable. Es relativo, es diverso. Incluso, pierde su sentido. En Memento, el tiempo se nos presenta como una construcción de nuestra mente que se sostiene sobre la memoria. Sin nuestro registro del pasado, la experiencia del tiempo desaparece, se vuelve un concepto extraño. Se adelanta muchos años a la idea de Arrival, nuestra forma de registrar los sucesos definen nuestro concepto del tiempo. Temas para ciencia ficción que aquí se abordan desde el cine negro.
Los planos que abren las películas de Christopher Nolan
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El truco final
Nos saltamos dos películas. Insomnio, la única película en la que no ha participado en el guión y que tiene una estructura absolutamente convencional. Y su primera incursión en el hombre murciélago, Batman Begins, que también está contada cronológicamente. Sí que hay un aspecto en esta película que vale la pena destacar y es la soltura con la que Nolan nos cuenta una historia muy distribuida en el tiempo, con transiciones muy frescas. Esto se mantendrá en El truco final pero sin mantener el orden cronológico.
Parecía que esta iba a ser una película pequeña para descansar de su trilogía de Batman, pero finalmente resultó ser un guión bastante complicado. La naturalidad con la que salta entre diferentes tiempos podría hacernos pensar que de toda su filmografía, esta es la que tiene un orden más arbitrario, pero nada de eso. Como veremos a continuación, la reordenación sigue un patrón claro. La narración se divide en tres grandes bloques temporales:
- El momento actual, Borden (Christian Bale) es detenido.
- Angier (Hugh Jackman) en Colorado Springs.
- Todos los sucesos previos a Colorado Springs.
Cada uno de los bloques está cronológicamente ordenado y la trama avanza alternando con una regularidad casi perfecta entre ellos. Además es importante señalar que la diferencia entre los tres tiempos no viene dada solo por la cronología sino que hay un relato dentro del relato: el tiempo actual, la narración del diario de Angier y la narración del diario de Borden. Por tanto tenemos tres tiempos diferentes y tres puntos de vista distintos. Esto hace que la narración sea mucho más fácil de seguir, a pesar de los saltos. Es fácil situarse. Es importante que la cronología dentro de cada bloque sí se mantenga.
Comparto aquí este diagrama que ha hecho un usuario de reddit y que me parece muy completo.
Vemos en el diagrama las tres líneas de tiempo diferentes (los bloques horizontales). Las flechas nos muestran cómo la trama va saltando por ellas de un modo constante, como un compás de ¾. Hay un flashforward al principio, dentro de la línea de Colorado, para mostrar los sombreros, porque como ya hemos comentado, Nolan usa siempre su plano de apertura para explicar la esencia de la película. También hay una anticipación en la línea de la actualizada que después se retomará en el desenlace. Excepto estos aperitivos iniciales, mantiene un orden constante según las reglas que se impone.
Hay otro aspecto interesante que señala este diagrama. Los tres actos, los bloques verticales, están asociados con acierto a las tres partes del truco tal y como lo plantea Michael Caine, y es que por si a alguien se le ha escapado, cuando habla de un truco, en realidad está hablando de la propia película. Bien, pues la división de esos tres actos nos deja un esquema distinto de combinación de líneas temporales. En el primer acto se va saltando entre los tres tiempos. En el segundo acto se olvida de la línea del presente para centrarse en los dos diarios. Es como si diera un paso atrás para coger carrerilla. En el tercer acto elimina ya la línea más antigua y camina solo hacia delante, con el final de la segunda línea y el esperado desenlace en el presente.
Este tipo de estructuras epistolares son muy habituales en literatura (este es el único guión adaptado de Nolan), donde se puede fijar de manera sencilla si te encuentras en un capítulo u otro, pero en cine a veces resulta algo más rígido o, precisamente, literario. Creo que la experiencia de Nolan en Batman Begins en cuanto a las elipsis y las transiciones le sirven para que El truco final sea muy fluida y que estos saltos tan esquemáticos resulten armoniosos.
Como ocurría con Memento, la intriga es esencial. Aquí incluso más. La distribución temporal ayuda a que se vayan desvelando elementos necesarios para la trama en el momento adecuado. Nolan, al contrario que Hitchcock, suele ofrecernos la misma información que tienen los personajes. No sabemos más que ellos. En este caso es así pero atendiendo a los cambios de punto de vista. De esta manera, los personajes se engañan el uno al otro y el espectador recibe las revelaciones en el momento en que las reciben cada uno de ellos. Esta complejidad, unida a los saltos del tiempo, hacen que El truco final sea un frágil baile de intriga y revelaciones.
En El truco final, como en Memento, el pasado es un relato y, como tal, es dudoso. Si en Memento se componía de la propia ficción que se contaba el protagonista a través de sus tatuajes y sus notas, aquí son los diarios de los protagonistas los que ofrecen una opción de pasado. En ambos hay mentira y construyen una realidad en la que el tiempo pasado es una ilusión, un truco, algo poco sólido que no tiene más sentido que el que se le quiera otorgar desde el presente.
En la próxima entrega hablaremos de Origen, Interstellar y Dunkerque, tres películas en las que el tiempo se mueve en paralelo a distintas velocidades. Una evolución asimétrica del montaje paralelo que trabaja en El caballero oscuro.
Christopher Nolan: la ilusión del tiempo (II)
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