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Reseña de Druk

Druk es una de las películas seleccionadas para la Sección Oficial esta edición 68 del Zinemaldia que vienen de la mano de Cannes. Y es que la última película de Thomas Vinterberg – director, entre otras, de La Caza – creo que será una de las propuestas más interesantes de este año. Os cuento por qué.

Las reglas del juego.

Druk comienza con un fantástico prólogo en el que Vinterberg marca cláramente cuáles serán las reglas por las que se regirá toda la película. Nos presenta un fiesta popular adolescente en la que la legítima ingesta de alcohol es el vehículo principal del divertimento de los jóvenes. Adolescentes, primavera, alcohol a discrección. Colores vivos, mucha luz y música festiva cómplice. Una especie de «spring breakers» a la danesa. Pero de repente hay un corte brusco, en seco. Pantalla negra y comienzan los títulos. Cuando nos encontrábamos abstraídos bailando junto a adolescentes daneses frente al lago al son de música festiva a todo volumen, de repente, todo se para brúscamente. Es lo que coloquialmente llamamos un «cortapedos», que es exactamente una de las cuestiones principales que plantea Druk.

El profesor que no enseña.

Automáticamente la película nos muestra la otra cara de la moneda, en este primer momento de la mano del claustro de profesores del colegio, en el que se debate sobre los peligros del alcohol y se plantea limitarlo a los alumnos en las fiestas populares. Presenta, en principio, a los profesores como las personas adultas garantes de proteger a los jóvenes de los peligros de la ingesta de alcohol. O quizá no.

Las personas que son protagonistas de un problema evidente de la ingesta de alcohol son precisamente profesores, aquellos encargados de transmitir valores a las nuevas generaciones, de formarles en la capacidad de superar adversidades con recursos propios.

Comienza la película poniendo el foco en los alumnos y sus padres, en un encuentro cara a cara con el protagonista, su profesor, que no duda en plantear en primer lugar como responsables de una supuesta falta de rendimiento académico a los propios alumnos, y de un déficit educacional de los padres a los hijos: «Si no estuvieran siempre pendientes del móvil…».

Pero pasa el testigo a los profesores que, sin pudor, acuden ebrios al colegio en horas lectivas, almacenan alcohol en las propias dependencias del centro escolar e incluso llegan a hacer cómplices a alumnos de sus malos hábitos, compartiendo misma no-solución a los problemas con ellos – profesor que «ayuda» a alumno en examen oral suministrándole a escondidas alcohol-.

En nuestra sociedad la figura del profesor es el paradigma de la ejemplaridad y garante de las nuevas generaciones, y tal y como se dice expresamente en la película, es el perfecto ejemplo de nuestro fracaso como sociedad que es incapaz de transmitir y educar en mejores valores a las nuevas generaciones.

Problema de Estado.

La banalización de la ingesta de alcohol es algo generalizado, pero especialmente endémico en países nórdicos. La película se preocupa en varias ocasiones – como con la canción del coro, elemento naif por autonomasia, en el primer tercio de la película – en ensalzar el patriotismo y orgullo nacional. Queda claro que son daneses y están orgullosos de serlo.

En contraposición, Vinterberg hace innumerables referencias sobre el problema del abuso del alcohol en el país – la mujer del protagonista: «ya sé que bebes, pero como en todo el país, eso no me preocupa»-.

La tesis del déficit del 0,5 % de alcohol en sangre.

La tesis es real y la defiende el psicólogo nórdico Finn Skaderud. Y es que el planteamiento inicial de los personajes tiene una supuesta base de experimento pseudocientífico, con medidores y supuestos horarios. O quizá sólo se estaban intentando engañar a sí mismos, una excusa para legitimar el estado perenne de embriagadez.

La teoría existe, y las «fake news» también.

El alcohol no nos ayuda a ser mejores

La premisa de los personajes, más allá del hecho de legitimar la ingesta caprichosa de alcohol, es usar el alcohol como herramienta en la mejora de sus vidas, en su esfera profesional y en la personal. El alcohol les deshinibe, les permite desprenderse de miedos e inseguridades. Se mencionan diferentes personajes históricos importantes de los que es conocida la ingesta continuada e importante alcohol, desde políticos a artistas – desde Churchill a Tchaikovsky o Hemmingway-.

El clásico planteamiento de si una creación de un artista bajo los efectos de las drogas existiría sin ellas.

La realidad es que en la película el único personaje que consigue superar miedos y mejorar aspectos en su esfera profesional y personal es aquel que, desde un primer momento, lo dibujan como un triunfador, alguien con capacidad de desarrollo. Alguien que si superase sus miedos lograría triunfar sin necesidad de alcohol. Sin embargo, y en el otro extremo, el personaje perdedor, que no tenía recursos personales es el que se lleva el peor trozo del pastel. A ninguno el alcohol les hace mejor. 

Inmadurez y añorar tiempos pasados

Desde el comienzo de la película Vinterberg haba de la juventud, como valor a ensalzar. ¿Pero cuando se deja de ser joven? Los protagonistas de Druk añoran constantemente épocas pasadas, intentando incluso revivirlas. Acaban completamente integrados entre los adolescentes que los rodean, pero ellos ya no lo son, ni lo volverán a ser.

 

El humor como herramienta del drama. 

La película tiene diferentes registros, y sabe exactamente cuál utilizar en cada momento. Sabe ser alegre, triste, ingeniosa, oscura.

Llama especialmente la atención el uso del humor, como instrumento en este caso para mostrar el drama. Hay diferentes escenas en las que los protagonistas están ebrios en las que Vinterberg juega con despertar la risa, sí, pero siempre al servicio del drama. Nos hace gracia el borracho, sí, pero ¿nos damos cuenta de que lo que estamos viendo en realidad es un problema? Con el humor Vinterberg evidencia la banalización colectiva del abuso social del alcohol.

El baile como expresión, de cómo nos vemos y de lo que somos en realidad. 

La escena final de la película es el cierre perfecto a la propuesta de Vinterberg, aúna todos los elementos que ha ido planteando. Fiesta de adolescentes, tras aprobar el examen de selectividad – que representa de alguna manera el poder de Estado, como filtro universal para el acceso a la universidad – con la ayuda de sus profesores, a los que los alumnos ahora invitan a participar en su fiesta y beber con ellos. Ya han aprendido, tanto Historia y Geografía como que beber está supuestamente bien.

Es una escena de contrastes. La escena es eminentemente festiva -vuelven los colores vivos y a luz, en contraste con la fotografía oscura de pasajes anteriores-, pero la letra de la canción se refiere expresamente a los problemas que acarrea la drogodependencia. Los personajes protagonistas, los profesores, empiezan bailando de manera muy torpe, pero con la ingesta continuada de alcohol se muestran como bailarines extraordinarios. Porque una cosa es cómo nos vemos, y otra lo que somos. Como individuos en la sociedad, y como colectivo social en general.

Otra ronda

Media Flipesci:
7.6
Título original:
Druk
Director:
Thomas Vinterberg
Actores:
Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Lars Ranthe, Magnus Millang, Maria Bonnevie, Susse Wold, Helene Reingaard Neumann
Fecha de estreno:
09/04/2021