Un anciano empieza a sufrir de alzheimer. Esta premisa como centro de una película o como parte de ella la hemos visto muchísimas veces. También la hemos visto, unos más cerca que otros, a nuestro alrededor, en la vida real. Es una situación recurrente en el cine porque es una situación desgraciadamente habitual. Esta u otras enfermedades degenerativas similares. Algo así hemos visto, sin ir más lejos, en este festival en Supernova. El punto en común con todas estas películas y la vida real es que somos espectadores. Vemos los efectos que tiene en las personas afectadas y en sus familiares. La gran diferencia en The Father, y la que es su propuesta novedosa es que nos sitúa, de verdad, como primera persona, como el enfermo.
La película nos muestra la vida tal y como la percibe el afectado. No nos enseña una situación en la que él confunde una cara con otra. Hace que seamos nosotros los que las confundamos, intercambiando actores. Nos oculta información porque él la ha olvidado. Como espectadores, no estamos seguros de casi nada de lo que es real y lo que no, porque él tampoco lo sabe. El tiempo pierde su coherencia y salta desorientando al personaje y a nosotros. Recuerda a los problemas que tiene el protagonista de Memento para construir su realidad, y cómo Nolan ofrece al espectador la misma experiencia que tiene el protagonista. El tiempo seguramente es el elemento que da más forma a nuestra percepción de la realidad y cuando se trastoca, todo falla. A nivel de desorientación puede recordar a thrillers psicológicos como Shutter Island o a otra película interesante que también hemos visto en esta edición, El prófugo. Pero sin llegar esos niveles fantásticos que tiene el género.
Se trata de la primera película de Florian Zeller y es una adaptación de su propia obra de teatro de unos años antes, que cosechó premios y muy buenas críticas. Como película, aunque pueda perder el ritmo en algún momento, es una ópera prima prometedora. Original y muy bien ejecutada. Le seguiremos la pista. Uno de los puntos fuertes está en el reparto, principalmente -aunque no solo- en Anthoy Hopkins y Olivia Colman. Él en uno de esos papeles de lucimiento, afectado por la enfermedad pero sin demasiados excesos (que ya sabemos que es muy dado a ellos). Ella emocional, muy expresiva.
Siempre se agradece, y más en un festival, que la propuesta de un tema que ya está muy tratado sea diferente.