De contagios sabemos mucho en estos momentos. Y no solo de virus, también de los contagios del pesimismo. Cuando vemos el mundo más oscuro podemos hacer que la gente que se encuentra a nuestro alrededor termine cayendo en nuestra negatividad. Esa es un poco la premisa de She Dies Tomorow, pero llevado al extremo del fantástico, si es que podemos decir que se trata de una película fantástica, pues se mueve en los límites. Siendo literales podríamos estar hablando de un apocalipsis cercano al contagio ideológico de Los ladrones de cuerpos, pero siendo un poco más flexibles, podemos verla como un drama con licencias poéticas.
La protagonista se convence de que va a morir mañana, quizá de tanto poner en bucle el Lacrimosa del Requiem de Mozart. Amy Seimetz, la directora, se toma su tiempo mostrándonos el hundimiento de su tocaya. Que haya usado su propio nombre nos dice que puede haber volcado sus propias fobias sobre ella. Muestra una relación muy íntima con la muerte, intentando naturalizarla a través de, precisamente, lo artificial: crear una prenda a partir de su cuerpo. Un poco el “polvo eres y en polvo te convertirás”, un poco el árbol de La fuente de la vida. En definitiva, entender la muerte como parte de un proceso de transformación de la materia y darle un sentido en tiempos de ateísmo.
Seimetz rueda con un estilo de tragicomedia indie, pero con brotes de color de neón agresivo para subrayar el aspecto más o menos fantástico de la película. Ese estilo indie se confirma con el personaje de Jane Adams. La inolvidable Joy de Happiness ha crecido pero no parece haber cambiado demasiado. Sigue perdida, extraña, ahora observando sangre en el microscopio para hacer cuadros. La idea de la sangre para una pandemia que precisamente, no es sanguínea. Es mental.
El concepto de una pandemia de ideas, que como ya decía antes, puede llevarnos al miedo al comunismo que se sugería en Los ladrones de cuerpos; estaba presente de forma clara en Epidemic de Lars von Trier. Y siguiendo con este director, viene fácilmente a la mente su Melancholia, que se mueve en pesimismos depresivos cercanos a los de los afectados. Al final, esta película más que hablar de la muerte, habla de vidas insatisfechas y de cómo la conciencia de nuestra muerte -más tarde o más temprando- puede catalizar los cambios que necesitamos. Se plantean situaciones sociales con compromisos indeseados, cortesías que desgastan, relaciones tensadas. En definitiva, personas que no están haciendo lo que quieren hacer por convencionalismos. Cuando te das cuenta de que puedes morir mañana, todo cambia.