Maixabel: El poder de la palabra

Reseña de ‘Maixabel’

Resulta difícil juzgar una película como Maixabel siendo un donostiarra nacido en los años 70. Resulta difícil porque cada vez que paso por delante de lo que era el Restaurante Frontón de Tolosa me acuerdo, perfectamente, del asesinato de Juan María Jaúregui. Porque he convivido, como todos aquí, con las pancartas, los gritos y las pintadas. Porque he tenido amigos para los que los escoltas eran lo habitual. Y porque, por desgracia, eso era no era extraño en aquellos años. Así que es difícil juzgar una película con una historia tan cercana y tan potente desligando el mensaje de sus formas cinematográficas. Sin embargo no hay duda de que bien usados, los recursos cinematográficos refuerzan y realzan la contundencia de la historia o el mensaje. Ahí es donde se le pueden poner más peros a Maixabel, la película.

Iciar Bollain se ha atrevido a hacer una película que gira sobre los encuentros que tuvo Maixabel Lasa con dos de los etarras que asesinaron a su marido, Juan María Jaúregui. Las presiones, las dudas, los miedos que víctimas y victimarios tuvieron que pasar para llegar a ese momento. Para hacerlo, Bollaín se apoya en la palabra y apenas aporta nada al texto en el apartado visual. La mayor parte de las imágenes reflejan lo íntimo y cotidiano con un estilo bastante televisivo que a veces se rompe para mostrar unos planos de paisajes que parecen evocar la soledad, la inmensidad o, quizá, la trascendencia de los momentos que estamos viendo. La forma de rodar las conversaciones, el núcleo de la película, tampoco les otorgan fluidez, incluyendo varios saltos de eje bastante molestos.

El guion trata muy bien las elipsis. Cuenta con que los espectadores ya conocen la historia para rellenar los huecos y se centra en lo que quiere contar, las conversaciones entre Maixabel y los asesinos que la convirtieron en viuda. El proceso que llevó a los etarras a arrepentirse, el camino que recorrió Maixabel como activista por la paz, las tensiones de la banda terrorista, las diferencias entre los colectivos de víctimas se cuentan para crear un entorno, pero no constituyen la parte importante de un guion dinámico y bien construido.. Aún así, desde la dirección se podrían haber tratado estos elementos adyacentes de una manera que les diera la importancia que tienen para entender a los personajes y al mundo en el que vivían. La actuación, el tono, la puesta en escena, todo es plano a lo largo de la película. No se refleja ningún tipo de evolución o arco dramático. Solo el verbo, solo las conversaciones cumplen con la función de representar el viaje emocional y personal que viven los protagonistas. La cuestión es que Maixabel es una película, no un libro y ni Iciar Bollaín, ni Blanca Portillo, ni Luis Tosar consiguen hacer crecer el texto del guion.

Luis Tosar, como acostumbra, ofrece una gran presencia en pantalla, físico e imponente a la vez que frágil cuando toca., sin embargo se siente desaprovechado. Un gran actor puede decir mucho sin hablar y apenas tiene oportunidades de hacerlo para, como decía antes, hacer crecer su personaje más allá del texto. Por otro lado es, quizá, una cara demasiado reconocible para hacer este personaje. Blanca Portillo, por su parte, ofrece una interpretación demasiado plana, sin matices, con la misma expresión de principio a fin. Ni siquiera en momentos muy tensos -una llamada de tu hija llorando y sin poder hablar debería serlo- consigue romper cierto el tono gélido y cansado de su personaje. Si hay que destacar a alguien del reparto ese es Urko Olazabal, el otro etarra arrepentido. Su interpretación a lo largo de la película es notable y el momento de la conversación brillante.

Asumidos todos estos peros vuelvo al primer párrafo de este artículo. Lo que cuenta es tan cercano y tiene tanto potencial que hay momentos que, sin duda, tocarán a muchos de sus espectadores, entre ellos a mí. No tanto por cómo lo cuentas sino por lo que cuentan. Quizá con una historia ambientada en otra época o lugar me fijaría más en todo lo que no me ha gustado y no habría entendido muchos detalles de las conversaciones -como quienes son Lasa y Zabala, por ejemplo- pero eso nunca lo sabremos.