Crónicas desde el Festival de Cine de San Sebastián
Palabras. Algunas usadas para desnudar el interior, para camelar, para atacar; otras escondidas y haciendo daño desde su escondite. Muchas palabras hoy en el Festival de Cine de San Sebastián.
Vous ne désirez que moi
La última película de Claire Simon es una adaptación de la entrevista que la célebre periodista francesa Michèlle Manceaux realizó a Yann Andréa, el amante de Marguerite Duras sus últimos dieciséis años de vida. La entrevista, que duró varios días, se grabó en unas cintas que cambiaron varias veces de manos hasta ser transcritas en 2014, una vez muerto Yann Andrea.
Para entender el interés de estas conversaciones hay que entender la relación tan extraña que unía a Yann Andréa y Marguerite Duras. Como muestra, Andréa no era el auténtico apellido de Yann, en realidad se apellidaba Lemée pero Duras le rebautizó. Un Yann Lemée que era homosexual, pero aún así fue amante sumiso de Marguerite Duras. Era tal su sumisión que acepta ser degradado y doblegado en todo lo que puede hacer, decir o comer; soporta que Duras defina su homosexualidad como un acto bárbaro y, a pesar de todo, sentise destinatario de la atención de su ídolo le hace ser feliz.
El punto de partida es potente y la relación inquietante. Como es inquietante ver como el miembro de un colectivo oprimido es capaz de oprimir a un miembro de otro colectivo aún más oprimido. Por mucho menos que esto se han cancelado en estos días a muchos otros artistas.
Sin embargo la puesta en escena resulta excesivamente ardua, dura, poco estimulante. Las imágenes no aportan nada a las palabras. La falta de contexto también puede resultar árida para quién no sepa quién y qué escribía Marguerite Duras. Sin haber leído el libro que transcribía las cintas me atrevo a decir esa frase tan manida de “el libro era mejor”.
Crai Nou / Blue Moon
En esta película de la rumana Alina Grigore más que palabras lo que hay son gritos. Muchos gritos. También caos. Desde la primera escena, una joven le grita a su hermana mientras el resto de la familia, tíos, primos, un padre que llega, se gritan entre ellos. No sabemos exactamente quién grita a quién ni por qué, pero se gritan. A gritos nos enteraremos de algunos de los parentescos y resquemores, de otros todavía no. Nada tiene demasiado sentido, es difícil entender por qué viven juntos si se odian.
A lo largo del metraje veremos un catálogo amplio de masculinidades tóxicas y una joven protagonista que parece siempre tener que elegir entre la sartén y el cazo. Por supuesto habitualmente entre gritos. Y si no son gritos son palabras amenazantes. También agresiones físicas. Pero a nadie parece extrañarle. Sin embargo yo miro la pantalla y la verdad no acabo de entender por qué hacen lo que hacen. Hasta que llega un momento en el que me da igual. Simplemente me conformo con que no griten más.
El buen patrón
Fernando León de Aranoa ha rodado su mejor película en años. Por lo menos desde que ganó la Concha de Oro por Los lunes al sol en 2002. Aquí las palabras las dice Blanco, el personaje de Javier Bardem, el buen patrón, que tiene un discurso bien aprendido y sabe que tiene que decir para seducir, convencer o amenazar. Palabras, siempre palabras. Aquí escribo más sobre ella.
El buen patrón: Nadie le ha regalado nada, lo heredó
21/09/2021 - Ricardo Fernández7 Reseña de El buen patrón, de Fernando León de Aranoa Decíamos en la previa que hacía mucho tiempo que las películas de Fernando León de Aranoa, por lo menos las de ficción, parecían lejos de aquel director firmó Familia, Barrio o Los lunes al sol; pero que albergábamos esperanzas de que su regreso al […] Leer más
Fire On The Plain
Fire On The Plain es el debut en la dirección de Zhang Ji, hasta ahora director de fotografía, apoyado desde la producción por Diao Yinan (Black Coal, El lago del ganso salvaje). Es una ambiciosa apuesta que con aromas de cine negro trata de mezclar una investigación policíaca, con la crítica social, un melodrama familiar repleto de secretos (palabras que no se dicen) y una historia romántica. Durante la primera mitad de la película consigue mantener todas las piezas en el aire, mostrando cierta habilidad tanto visual como narrativa; pero a mitad de metraje se le derrumba el número.
Una elipsis burda y grosera, explicada con una parrafada innecesaria, seguida por un cambio de tono y una dispersión argumental lastran a la película hasta llegar a un final que peca de excesiva carambola, aunque nos regala alguna escena visualmente potente, que el director siente la necesidad de volver a explicarnos con texto. No hacía falta. Demasiadas palabras.
El videoblog de Iñaki
Hoy Iñaki nos cuenta que tienen en común El buen patrón y El padrino