Ricardo FernándezReseña de Encanto
El anuncio de la lotería, los turrones en el supermercado, las luces en las calles y la película de animación de Disney en las salas. Sí, es navidad y algunas cosas no cambian ni siquiera en esta época tan rara. La compañía del ratón (y de muchísimas cosas más en el mundillo) ha estrenado Encanto, una película ambientada en Colombia que pone sobre la mesa el enorme potencial técnico de su animación, la inmensa habilidad de la compañía para facturar cine familiar de calidad y su habilidad para adaptarse a los tiempos sin dejar de ser muy conservadores.
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Al frente de Encanto están Jared Bush y Byron Howard, los responsables de Zootopia, aunque la presencia artística más importante en la película es la de Lin-Manuel Miranda, el creador de los musicales In the Heights y Hamilton que este año también ha dirigido la película Tick, Tick… Boom! Es la presencia más importante porque Encanto no solo incluye números musicales como suele ser habitual en las películas de Disney, también tiene espíritu de musical y hoy por hoy no hay nadie mejor en el género que el prolífico Miranda. Las canciones son suyas y se nota. Quizá se esté acercando el momento en que su reconocible estilo y el abuso de producciones firmadas por él alcance el punto de saturación; pero en Encanto firma temas tan pegadizos como Surface Presure, We Don’t Talk About Bruno o The Family Madrigal (que recuerda bastante a alguna de In The Heights), canciones que no solo funcionan como musicalmente, también como elementos narrativos. También suena Colombia, Mi encanto cantada por Carlos Vives en los créditos finales, esta sin función narrativa, pero que se pega y resuena en la memoria tanto que es difícil no canturrearla durante días. En resumen: una banda sonora excelente.
Encanto, como decíamos, está ambientada en Colombia y cuenta la historia de los Madrigal, una familia que viven en una casa mágica situada en un pueblo escondido en las montañas llamado Encanto. Los miembros de la familia Madrigal tienen poderes y habitan en una casa mágica y se encargan de ayudar a toda la gente del pueblo. El pueblo se fundó gracias a la magia que una vela confirió a la abuela Alma cuando escapaban de la violencia que asolaba su pueblo. Cada vez que un Madrigal se hace adulto le son conferidos unos poderes; pero cuando llega el turno de Mirabel las cosas no salen según lo esperado y el miedo a que se esfume la magia aparece.
Es fácil acordarse de Cien Años de Soledad cuando mezclas en una historia un pueblo fundado en las montañas, magia, tres hijos y Colombia. Y sí, hay algo de realismo mágico en Encanto, aunque por supuesto con una profundidad argumental muchísimo menor que la de Macondo, que esta es una película de Disney. Aquí lo que tenemos es una historia de enfrentamientos intergeneracionales, rivalidad entre hermanos y el peso de la responsabilidad. Nada demasiado nuevo, pero hilado con tino. Sin un gran villano y ni siquiera una gran amenaza, el problema subyace en cómo los protagonistas se relacionan con el mundo y cómo gestionan sus dones. Una historia que en Encanto se cuenta con un buen desarrollo de personajes, entre grandes canciones y con un despliegue técnico que, aunque ya no nos sorprenda en Disney, es sencillamente espectacular.
A pesar de que el argumento de Encanto no sea especialmente original hay en la película varias cosas que destacar y que muestran cómo los tiempos están cambiando y las películas lo van reflejando. Por ejemplo, como ya contamos en la película de Raya y el último dragón, ya no es noticia que la protagonista de una película de Disney sea una chica y que no haya motivación romántica; pero sorprende más, y se agradece, ver que una familia hay distintos tonos de piel (e incluso distintos tipos de pelo) o que en el reparto de poderes a una mujer le pueda tocar el de superfuerza y no haya espacio para chistes por ello. En un momento de bastante brecha generacional como el que estamos viviendo, también se agradece que los jóvenes enseñen más que aprendan, que la rebeldía triunfe y que cuando una chica renuncia a un matrimonio no sea un drama, sino una muestra de empoderamiento. También es importante el tema identitario, Encanto lo forman gente huyo de su patria y que luchó para mantenerla viva en el pueblo que reconstruyeron, una historia de pertenencia que a mucha gente en un país como Estados Unidos (y cada vez más aquí mismo) no les suena extraña ni lejana, sobre todo cuando la huída se refleja con gente cruzando un río, unos espaldas mojadas. Son temas importantes y candentes ahora mismo que Disney no rehuye. Por otro lado, ¿de qué manera mantienen su identidad? Levantando muros y aislándose. ¿Cómo funciona Macondo? Con una familia de elegidos que viven en la mejor casa y son adorados por el resto de habitantes. ¿Qué es lo que hay qué proteger? La familia y la tradición. Conceptos que no suenan tan nuevos y modernos pero que también están de actualidad.
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Ciñéndonos a lo cinematográfico diremos que Encanto no es nada más (ni nada menos) que una película familiar Disney. Técnicamente casi perfecta, con uno de los mejores compositores del momento al frente de la banda sonora y el buen saber hacer la casa para darle ritmo y frescura. Eso sí, no deja de ser curioso como van cambiando los elementos que Disney tiene que poner para contentar a todos. En eso también son buenos.
