Crónica del concierto de Diego Vasallo en Kutxa Kultur Kluba de San Sebastián
Cuando, hace años ya, Diego Vasallo comenzó a cantar con voz ronca y áspera no fuimos pocos los que nos quedamos descolocados. No sé si por la novedad o por una excesiva presencia que no acababa de casar con la música, seguramente por una mezcla de ambas. El caso es que Diego siguió con su peculiar forma de cantar -a veces casi recitar- y las piezas fueron encajando en su sitio. Su voz cavernosa, ahora, encaja como un guante en sus composiciones y es parte fundamental de su sonido.
En esta misma web escribí, hace seis años ya, la crónica del concierto que Diego Vasallo ofreció en la sala club del Teatro Victoria Eugenia. Aquella magnífica velada supuso, en mi caso, la puerta de entrada al universo sonoro de Diego y la invitación a escuchar con calma y actitud receptiva “Baladas para un autorretrato”. Desde entonces ha publicado Las rutas desiertas en 2020 y Caemos como un ángel hace tan solo unas semanas. Sin cambios bruscos pero en constante evolución de su sonido. Estos dos discos fueron la base del concierto de Diego Vasallo y su banda el pasado viernes 22 de abril en la sala Kutxa Kultur Kluba en el edificio de Tabakalera en San Sebastián. La primera gira en la que esas canciones se enfrentaban a la prueba del directo, porque un disco acaba de salir y el otro lo hizo justo antes del paréntesis de la pandemia.
La banda la forman Andoni Etxebeste a la batería, Iñigo Telletxea al bajo y Fer García a la guitarra. Una formación tan minimalista como sólida, poderosa en lo rítmico y cimbreante en lo melódico. Diego, elegante y espigado como un junco, les acompaña a veces con la armónica, a veces con una suave guitarra acústica (a la que le falta la primera cuerda), pero casi siempre armado solo con su personal voz. La música es una mezcla de rock, country y blues añejo de tono más desencantado que melancólico y el aroma de un club oscuro de Nueva Orleans. El autor de algunos de los estribillos más icónicos de su generación escribe ahora canciones que prescinden de ellos, que buscan (y logran) envolverte con su atmósfera y su lirismo.
Hubo tiempo también para rescatar Que Todo se Pare, La vida te lleva por caminos raros o La vida mata, publicadas en anteriores trabajos. Ya entonces destacaban entre lo mejor de aquellos trabajos, ahora con un su sonido asentado y macerado, con la voz en su mejor momento, suenan todavía mejor. Diego apenas habló durante el concierto más allá de varios agradecimientos esbozados con una tímida sonrisa. Pero hubo una excepción, el recuerdo a Rafael Berrio. Un momento, el de recordar al malogrado músico donostiarra, que se viene repitiendo los dos últimos años por parte de músicos y artistas que coincidieron con él y que pone de relieve la profunda huella que dejó. Diego le dedicó Aquellas calles tuyas en una sentida interpretación en el que fue uno de los momentos álgidos de la noche.
Tras casi hora y media de concierto Diego y los suyos se despidieron sin bises de una sala casi llena que acabó empapada de la magia que desprenden los buenos conciertos. Poca gente para lo que merece un concierto así, pero el tamaño justo para disfrutar de una velada en buena compañia y con el ambiente íntimo que merece una música así.
- Rumbo equivocado
- Esta noche no se parece a ninguna
- Caemos como cae un angel
- Mapas en el hielo
- Mecha en la tormenta
- Que todo se pare
- Doce campanadas
- Invierno
- Línea directa con tu corazón
- La vida te lleva por caminos raros
- Aquellas calles tuyas
- Ver para no creer
- La vida mata
- A ras de noche
- El río baja crecido