8.5

Entre tanta secuela, franquicia y producto recauchutado, es refrescante encontrarse con una película como Pig que abre su propio camino. También es verdad que Nicolas Cage, en sus más de cien películas, no acostumbra a dejarse ver mucho por secuelas y franquicias -alguna tiene- y sus apuestas suelen ser bastante atrevidas. Cage se ha implicado en esta película como productor, cosa que hace pocas veces, apostando por un autor novel, Michael Sarnoski, con una premisa aparentemente incompatible con un drama serio: devuélvanme a mi cerda.

Para el espectador que esperase la enésima gamberrada del explosivo Nico Cage, el primer plano de la película nos deja claro el tono. Un picado del agua del río nos lleva a un ritmo serio, pausado, con cuidado por la estética y que nos augura cierta actitud reflexiva. Con la aparición de Cage en pantalla pronto captamos que su estilo autodenominado western kabuki, queda para otros trabajos. De ese estilo histriónico y disparatado hablábamos a cuento de uno de sus últimos trabajos, la bizarra Prisoners of the Ghostland. Lo que vemos es una interpretación contenida y cargada de emotividad que nos recuerda lo que el actor puede conseguir haciendo valer la ternura de su mirada, cuando abandona las gracietas y los excesos con los que nos divierte en otras ocasiones. Si Cage quiere ofrecer una de las interpretaciones del año, puede hacerlo.

Prisoners of the Ghostland: western kabuki

31/10/2021 - Iñaki Ortiz Gascón

6.5 Hace ya algunos años que Nicolas Cage venía definiendo su estilo de actuación como western kabuki. Quienes hayáis leído el estupendo libro ilustrado “Las 100 primeras películas de Nicolas Cage” de Parco Alcázar y Torïo García, ya lo sabríais. Un estilo operístico que no tiene demasiado interés en resultar natural. Al contrario. Intenso, llamativo, […] Leer más

Parte 1: First Cow

Pig está dividido en tres partes que además de tratar aspectos diferentes de la trama, tienen su propio estilo, o incluso su propio género. Tenemos una primera parte claramente folk, ambientada en la naturaleza de Oregon. La excelente banda sonora de Alexis Grapsas y Philip Klein apuesta sin miedo por sonidos folk clásicos, tirando de violines melancólicos. Especial cuidado al paisaje, la vegetación, y la integración del protagonista y sus bártulos como parte de la misma naturaleza. Esta primera parte nos muestra su renuncia a la sociedad, el refugio del aislamiento como respuesta a un dolor insoportable. Cocina dentro del propio entorno, buscando ser lo menos invasivo posible, dejar la mínima huella. La tragedia le ha llevado a una conclusión derrotista pero también de alivio: no somos nada comparados con la inmensidad del universo. Esta primera parte transmite muy bien la armonía que consigue con la naturaleza, y cómo, poco a poco va dejándose difuminar con ella, como un trasto abandonado que es reclamado por la vegetación. Una huida de la humanidad, aunque sin perder el gusto por la exquisitez, como único recuerdo de su humanidad. No hay platos, ni casi cubiertos, más allá de la cuchara de madera para cocinar, solo una vieja sartén que se integra discretamente sobre el paisaje. Los mínimos enlaces con la civilización para un hombre que no ha perdido su gusto por la excelencia.

La sartén como discreto recuerdo de la civilización

Nicolas Cage ya había coqueteado con el indie folk en Joe de David Gordon Green, hace diez años, y con ella había participado en el festival de Venecia. Es un género muy agradecido y apreciado por la crítica. Recientemente hemos podido ver Frist Cow de Kelly Reichardt, que puede recordarnos a esta primera parte, por el tono, el paisaje y un animal como premisa principal. Quizá otras películas de la directora, como Old Joy, se pueden asemejar también, desde la ambientación más actual pero igual de rústica.

Parte 2: Pola X

En la segunda parte, el héroe tiene que dejar su zona de confort e iniciar su viaje de regreso, enfrentándose a sus demonios. Con este cambio a la ciudad también hay un cambio de género que tiende hacia el noir. El estilo de la banda sonora también cambia, con unos guitarreos que subrayan los tonos más violentos de esta segunda parte. De esta manera tenemos algo entre el neo-noir, western, folk y drama. Unos terrenos en los que de un tiempo a esta parte han florecido varias películas interesantes dentro del cine independiente de la última década como Killer JoeBlue Ruin, Frío en julio, Mátalos suavemente, Comanchería y otras. Un estilo profundamente americano que ya supuso una ruptura a finales de los 80 y principios de los 90 con cineastas que reinventaron el cine independiente, como los hermanos Coen.

Abrazando el tono de esas películas, Sarnoski va un poco más allá, permitiéndose la licencia de crear su propio universo artificial dentro del costumbrismo americano. Crea un submundo underground en el que los chefs y los hosteleros rasos se parten la cara en locales clandestinos al más puro estilo El club de la lucha. Este descenso a los infiernos escenificado a través de un contexto excéntrico imposible recuerda mucho a lo que hizo Leos Carax, uno de los directores más libres del momento, en Pola X. Esta libertad es la misma que se aprecia en Pig. La película va evolucionando dictando sus propias normas y creando una realidad alternativa que le sirva para construir mejor el arco dramático de los personajes. Tiene un equilibrado contraste entre el intenso sabor americano tradicional y el atrevimiento rupturista europeo.

La fama vacía

Uno de los temas centrales de esta parte, y por extensión, de la película, es el valor de las personas. Tú ya no vales nada, le suelta un viejo conocido. Hay algo que va más allá del clásico dilema entre el ser y el tener, que por la vida eremita que ha adoptado el protagonista, queda balanceada totalmente sobre el ser. Hay algo más porque no son las posesiones lo que le quita el valor sino la renuncia a su capacidad creadora, su figura de influencia, su ambición. El personaje ha abandonado su posición como maestro y es por eso que ya no vale nada, es por eso que el otro tipo ya no le respeta. A partir de aquí, el arco del personaje es recuperar su valor, que no su precio, ya sea aguantando los golpes o volviendo a hacer lo que mejor sabe. Precisamente esa distinción entre valor y precio sale a la luz en su discurso al chef de éxito al que despidió una vez. La fama frente a pasión genuina.

Parte 3: Ratatouille

Aunque la estructura y premisa de la película podría recordarnos a una historia de venganza, tipo Kill Bill, no olvidemos que no es la venganza lo que mueve al protagonista. Solo quiere recuperar a su cerda. Esto nos lleva a una especie de desenlace anticlimático a nivel de acción, que no anticlimático emocionalmente. Esta tercera parte será una catarsis emocional basada en la búsqueda de la excelencia.

Se nos presenta a un antagonista que es complementario al protagonista, un reflejo oscuro. Ambos están heridos por la tragedia pero mientras el protagonista ha optado por exiliarse de la sociedad, el antagonista vuelca su resentimiento contra ella. Por supuesto, la cura de los dos está condenada a confluir. La solución para el villano implica un enfrentamiento del héroe con su pasado y la recuperación de su propio don.

Cocinero herido

Todas estas ideas bien trazadas se ubican dentro de otro subgénero, las películas de cocineros. Este tipo de cine suele hablar de dos cosas: el pasado (la tradición, los recuerdos, la nostalgia) y la búsqueda de la excelencia. En el caso de Pig, como en el caso de Ratatouille, de ambas cosas al mismo tiempo. Estas dos cuestiones son tema principal de la película y también son las líneas generales de su forma. Materias primas básicas pero cocina audaz. Una estética cuidada con mucho mínimo y una mirada a las raíces, pero siempre desde la deconstrucción. Una deconstrucción que busca sorprender pero sin llegar a matar el sabor de los ingredientes.

Pig

Media Flipesci:
7
Título original:
Director:
Michael Sarnoski
Actores:
Nicolas Cage, Alex Wolff, Cassandra Violet, Julia Bray, Elijah Ungvary, Beth Harper, Brian Sutherland
Fecha de estreno:
14/07/2022