Ricardo FernándezZinemaldia 2022: Suro de Mikel Gurrea
Cada vez que una película vasca es elegida por el Festival de San Sebastián se enfrenta al prejuicio de si su elección corresponde a cuota o amiguismos y este año Suro, aunque esté ambientada en Cataluña y rodada en catalán, se ha enfrentado a eso al estar rodada por el donostiarra Mikel Gurrea, para más inri su primer largo, y tener parte de la producción vasca. Será difícil que nadie justifique su presencia en Sección Oficial por razones no cinematográficas después de verla.
Suro es otra película pegada a su tiempo, al momento en que vivimos. Todo lo que rodea la trama principal -las dificultades de una pareja urbanita que decide mudarse a un entorno rural- son temas que están de plena actualidad, que nos interesan como sociedad: el cambio climático, los incendios, la inmigración, las condiciones laborales, el turismo… como As bestas o como Alcarràs utilizan el entorno rural, tan ajeno a la mayoría de nosotros, para hablar de temas que nos son muy cercanos. Para mantener el interés cada película recurrió a diferentes envoltorios: en As bestas fue un thriller, en Alcarràs una disputa familiar y en Suro una crisis de pareja.
Mikel Gurrea rueda con cercanía y naturalidad el día a día de la pareja. Desde los momentos de euforia a las discusiones pasando por los momentos de pasión, todos resultan plenamente creíbles. No solo por la acertada puesta en escena de Gurrea, también por la magnífica pareja protagonista que forman Vicky Luengo y Pol López, ambos magníficos y llenos de matices. El guion, bien estructurado, dosifica la información y va dejando pinceladas aquí y allá de las grietas que surgen en esa relación, también desciframos los códigos de la pareja que les permiten seguir funcionando. Atisbamos la masculinidad herida de él, las ambiciones de ella, las contradicciones de ambos y la pelea soterrada cuando no están de acuerdo. Una tensión que va creciendo con el cansancio y el estrés del día a día y de los plazos que marca la propia vida en el campo.
Además de la crisis de pareja, Gurrea va cociendo a fuego lento diferentes platos que añaden tensión a la película: la amenaza constante de los incendios y la tensión entre dos cuadrillas de trabajadores, unos catalanes y otros marroquies. Así, sobre esas tres patas-la pareja, la naturaleza, los trabajadores- Gurrea sostiene un relato sólido y con ritmo que posee varias capas de interés y un trasfondo que va más allá del mero entretenimiento y, sobre todo, enfrenta al público con las contradicciones como sociedad, sin maniqueísmos ni dogmas. Un debut más que prometedor.
