Cine en curso

Aprovechando que comienza el curso escolar profundizamos en el interesante Zinema (h)abian / Cine en curso, un proyecto que une cine y educación, hablando con sus responsables y también con dos alumnas que han sido parte del mismo. La visión de unos y otros sobre el proceso tiene muchas similitudes y alguna diferencia.

Septiembre, un mes que, inevitablemente, está relacionado con el comienzo del curso escolar. Desde el año 2005 ese comienzo de curso está relacionado también con la iniciativa Cine en curso, nacida en Cataluña y que se ha extendido a País Vasco, Galicia, Madrid, Brandenburg (Alemania), Argentina, Brasil y Chile, que trabaja con alumnos y alumnas desde cuarto de primaria hasta primero de Bachillerato Artístico con la intención de “propiciar el descubrimiento del cine ya no como entretenimiento y como un mero producto de consumo, sino sobre todo como como un arte, como un modo de conocimiento y también como una manera de estar en el mundo, una manera de relacionarse con nosotros y con el entorno” según palabras de Laia Colell, una de sus creadoras y directoras. Además de esto creen que la creación cinematográfica puede tener un gran potencial pedagógico “el trabajo en equipo cooperativo es quizá lo más evidente, pero también el hecho de descubrir lo que te rodea o poder contar historias que son importantes para ti, historias cercanas de lo de lo que te ocurre”. Una de las claves es que el proyecto nunca deja de ser experimental en el sentido de que “está siempre vivo y en perpetua revisión y análisis de lo que se hace”.

Una fricción con el sistema

Cine en curso cada año abre una convocatoria y son los institutos o las escuelas los que solicitan participar en el proyecto. Para poder postular tienen que cumplir una serie de requerimientos como disponer de franjas horarias de tres horas seguidas o tener implicados, como mínimo, dos docentes del equipo. Son los propios centros los que deciden con que grupo quieren trabajar “a veces les interesa trabajar con un grupo de diversificación porque quieren reforzar las metodologías en este tipo de grupos, o quieren trabajar con un grupo de primero de la ESO porque eso les permite introducir el trabajo por proyectos en el centro. Cada escuela, cada instituto, ve cuál es la manera más interesante para ellos”. Además de propiciar el descubrimiento del cine y potenciar valores pedagógicos, Laia Colell afirma que hay otro tercer objetivo que es el de “provocar ciertas transformaciones en el sistema educativo, de poder entender que los procesos de enseñanza y aprendizaje pueden hacerse de otras maneras. Eso inevitablemente pasa por una fricción. Está claro que lo que hacemos es una fricción con el sistema y es una fricción consciente y buscada, pero que muchas veces también a los centros educativos les hace ver que es posible hacerlo, que algo que quizás les daba miedo, como tener tres horas seguidas, se puede hacer y se puede aprender de otra manera si trabajas así, que, quizá, trabajando de otras maneras los alumnos llegan a otros lugares o aprenden cosas que de la forma académica tradicional, no logran. Los institutos en general están contentos y suelen repetir, afirma, “de hecho, la idea de cine en curso, cuando empezamos a trabajar con un centro es que si funciona como proceso y está siendo transformador, permanecer en el centro varios años porque si desarrollas una experiencia de este tipo un solo año es muy interesante para los alumnos y el docente que han participado, pero no queda nada en la escuela o en el instituto, no estás transformando nada. Si se permanece más tiempo se pueden introducir unas metodologías, unas perspectivas, que poco a poco van ganando espacio en este centro. Con el cine o con otras áreas también de creación, incluso científicas. Hay muchos centros que han empezado a trabajar de otro modo con Cine en curso y que después introducen en otras asignaturas, por ejemplo, franjas horarias de dos horas seguidas para trabajar muchas otras cosas, que conectan también con otros proyectos”. Para Laia, Cine en curso tiene influencia en muchas asignaturas, en la expresión oral y escrita, en el área de sociales y geografía e, incluso “hay profesores de matemáticas que introducen conceptos a partir de lo que hacemos”.

Zinema (h)abian

La versión de Cine en curso en Guipúzcoa se llama Zinema (H)abian y cuenta con el apoyo de Tabakalera y de la EQZE que se ocupan tanto de la coordinación como del apoyo logístico. El curso pasado se realizó en el Instituto Oriarte de Lasarte-Oria con un aula de diversificación de 4º de la ESO y en el instituto Peñaflorida de San Sebastián con un grupo de 3º de la ESO. A cada grupo lo acompaña un cineasta, en este caso Mikel Gurrea y Maider Oleaga respectivamente.

Hablamos con Mikel Gurrea, precisamente, sobre su papel durante el curso y nos cuenta que a los alumnos les plantean un proyecto troncal a lo largo de todo el año, “ellos no perciben que de repente tengo clase de cine y luego tengo clase de inglés, sino que están haciendo un proyecto que atraviesa todo el año”. El papel del cineasta consiste en acompañar ese taller con sesiones, más o menos semanales, algo más intensivas. “En esas sesiones nuestra labor es esencialmente la de transmitir o contagiar una pasión. Nosotros no somos profesores y nunca pretendemos serlo. Tampoco somos pedagogos. Lo que sí somos es profesionales y amantes del cine y eso es algo que es muy reconocible para ellos, algo muy poderoso”. El proyecto dará como resultado un cortometraje y es que “desde el primer día se les propone que ellos ya son cineastas, que pueden mirar al mundo con la mirada de un cineasta. Desde el primer momento se planta la semilla de empezar a mirar y nuestra labor es la de acompañar”, un concepto, por cierto muy en línea con la EQZE y su visión de qué el cine lo son los creadores, lo espectadores y los programadores.

La idea es que conozcan un tipo de cine al que no tienen acceso normalmente pero a la vez“un tipo de cine que les atañe porque tiene que ver con con la introspección, con su mundo cotidiano, con las emociones que ellos pueden sentir. Les ponemos en diálogo con cineastas muy reconocibles como pueden ser Claire Denis, Chantal Akerman, Isaki Lacuesta o Victor Erice”. En el curso 2017/18 trabajó con un grupo de veintidós alumnos de once y doce años, el 2018/19 se hizo una apuesta por hacer algo diferente y probar con aula de diversificación de 4º de la ESO. “La verdad es que el proyecto funciona muy bien, funciona de una manera muy distinta y prueba lo versátil que es adaptándose a las necesidades de cada grupo. Estos alumnos quizá tienen, a priori, un lugar menos cotidiano, es un aula menos estándar; pero por otro lado este proyecto les permite entrar en contacto con su sensibilidad, trabajar en colectivo y hay un hecho de autoestima obvio que. la verdad, es que está funcionando muy bien”.

Laia se extiende un poco más en este concepto y nos explica que desarrollan el mismo programa de visionados de prácticas, las mismas propuestas, en contextos muy diferentes, tanto de edad como de contexto socioeconómico y cultural. “Tenemos la idea de que si los procesos, los materiales y las propuestas están bien pensados, tienen que ser ricos en todos estos contextos y es muy interesante ver como descubren que el cine les permite conocerse a sí mismos; pero también les permite comunicarse, conocer a otros y darse a conocer”. Para esto resultan clave las proyecciones que, a final de curso, se realizan en la Filmoteca de Cataluña con muchos de los grupos que han participado en Cine en curso presentando sus cortometrajes, explicando sus referencias y contestando a las preguntas del resto de grupos. “Este momento de compartir la película es muy bonito, ese darse cuenta de que están mostrando algo que es muy suyo y lo están compartiendo a través del cine”.

Qué hacen en las sesiones

Le pedimos a Mikel que nos cuente en qué consisten las sesiones con el grupo y nos dice que “son muy distintas cada vez”. Generalmente comienzan con la idea del diario fílmico usando un fragmento del inicio de Diario de David Perlov en el que este filma desde la ventana de su casa y dice que ha decidido filmar la vida diaria, el día a día, y que eso requiere tiempo saber cómo hacerlo y poder observar. “Eso a ellos, inmediatamente, les ofrece una ventana, nunca mejor dicho, de filmar desde su propia ventana. De repente te encuentras con que de un grupo de veintidós chavales y chavalas, ocho o diez traen planos filmados desde sus ventanas, quien dice ventanas dice en la calle o en cualquier otro lugar, en horas muy concretas, quizá despertándose cuando el mundo se les hace más presente o una hora más de transición, la hora mágica o un día en el que cielo estaba de una forma en concreto. Escenas en las que ya han tomado una serie de decisiones de encuadre, del momento, de qué es lo que les ha llamado la atención”. Estas escenas se ven y se comentan en grupo siguiendo una serie de parámetros que han trabajado y el propio alumno cineasta, como a Mikel le gusta llamarlos, explica las motivaciones que le han llevado a grabar esa escena. “Filmar, ponerlo en común, que los otros miren lo que uno ha filmado y generar ese diálogo que es constante”.

A partir de ahí va creciendo, “vamos introduciendo lo que nosotros llamamos los planos del mundo y también empezamos a trabajar los traveling, los retratos, la luz y el rostro”. Salen del instituto y filman, divididos en grupos, diferentes localizaciones de su entorno, “lugares que ellos conocen porque forman parte de su día a día y tienen un deseo de filmar porque saben que en ese momento concreto hay algo que hace que les surja ese deseo de firlar. Lo hacen en colectivo, con un respeto absoluto que que raras veces ves en un rodaje profesional. Con un respeto brutal, con todos tomando decisiones en colectivo, examinando cuál es la decisión más interesante y llegando a decisiones desde el consenso y nunca desde una mayoría que aplasta la minoría con una votación a mano alzada”. También tienen una sesión llamada “luz y rostro” en la que “ponemos visionados donde van a ver a personas filmadas y la incidencia de la luz y cómo eso cambia el carácter y la sensibilidad”. Más adelante, con equipo profesional cedido por Tabakalera y EQZE que ellos ya han aprendido a utilizar, habrá una sesión en la que los alumnos y alumnas se pondrán también frente a la cámara y trabajarán con diferentes luces y ópticas para ver cómo afecta cada decisión a la expresión.

Por último, la escritura. “Llega un momento en el que empezamos a trabajar lo que llamamos las situaciones emocionales. Ahí se abre un foco, totalmente nuevo para ellos, en el que comenzamos a hablar como colectivo que situaciones emocionales les atañen a ellos, de sentimientos y emociones, algo que quizás no han hecho nunca en clase, como grupo. Se crean situaciones que son complicadas y complejas pero la dinámica funciona, a veces mejor y otras peor, el grupo es generoso, va tirando para delante y poco a poco van definiendo cuál es la situación emocional del que va a ser su cortometraje. A partir de ahí empezaremos con una escritura de guion y, en relación a todos los visionados que hemos ido haciendo, pues al final planifican, de una forma superprofesional, un cortometraje de unos diez o doce minutos que luego filmarán en colectivo durante seis o siete días. Más tarde tendrán que montarlo y presentarlo en la Filmoteca de Cataluña delante de compañeros y compañeras suyos en una sala llena. Luego lo harán aquí en Tabakalera y, finalmente, cada uno reflexionará sobre todo el proceso de creación de todo un año. Se puede ver a chavales y chavalas que no habían hecho una exposición oral en su vida, que no habían hablado nunca de qué es lo que les pasaba por dentro, de repente, con una seriedad brutal, con un respeto brutal, en dos idiomas además, expresando todo el proceso de todo un año. Es alucinante, realmente alucinante”.

Sobre las presentaciones Laia nos cuenta como David Gutiérrez, un cineasta que fue a una de esas proyecciones y más tarde se unió al proyecto, le dijo que le había impresionado el silencio que había en la sala durante los pases y las presentaciones. Otra cosa que le impresionó mucho fue cómo hablaban de sus referentes cinematográficos, “chicos y chicas de once, doce años con total naturalidad digan que para esta secuencia nos inspiramos en Persona de Bergman o fue muy importante ver tal fragmento de Il Posto de Olmi o la forma en la que establecen diálogo con cineasta, de referencia. No es solo un conocimiento teórico el que adquieren, sino no que son como compañeros de viaje, son los compañeros con los que hemos aprendido a hacer cine”.

Llegar al cine en fragmentos

En realidad los alumnos no ven películas dentro de Cine en curso, excepto proyecciones puntuales como un pase de Los cuatrocientos golpes en Tabakalera. Según Mikel y Laia para muchos es prácticamente la primera vez que se enfrentan a una película de casi dos horas, en versión original y en sala de cine. Lo que hacen a lo largo del curso es visionar fragmentos. “Visionamos fragmentos de todos estos cineastas, de todas estas películas. Pueden ser fragmentos de dos, cinco, siete minutos. Para ellos ese diálogo tiene una entrada más sencilla, más fácil y encaja mejor en el formato del aula donde no podríamos plantearnos proponerles dos horas de determinadas películas. Tampoco tendría sentido que viesen Persona de Bergman, pero si que vean un momento concreto, de dos personajes, en una escena concreta. Eso si que les interpela y luego ellos tienen ese deseo de filmar a la manera de eso que han visto”. Según Laia ese fragmento “puede despertar no solo el deseo de filmar a esa manera, sino también de ver la película en algún momento. Es muy bonito que un fragmento pueda funcionar como un todo y a la vez como ese impulso de en algún momento a ver el largometraje entero“. Para cuando eso ocurre Cine en curso tiene un acuerdo con Filmin donde hay una selección de cincuenta películas de las que ven los fragmentos en clase. Desde Cine en curso también trabajan las recomendaciones, “por ejemplo cuando pusieron en Tabakalera Verano 1993, que era una película de la que habían visto algún fragmento y que además venía a presentarla Carla Simón, que también trabaja con Cine en curso en Cataluña, pues les invitamos a ir”. Además organizan salidas al cine juntos y tienen un acuerdo con L’Alternativa, el Festival de cine independiente de Barcelona. Para Cine en curso, dice Laia, es importante esto, “descubrir el cine en fragmentos te mueve a querer ver más y además te permite prestar mucha atención a las elecciones de los cineastas. Puedes estar muy atento a cada uno de los planos, saber muy bien qué decisiones ha tomado el cineasta en ese fragmento, pero para nosotros también es importante preservar la experiencia de la sala de cine, y normalmente los alumnos que han pasado por Cine en curso se han empezado a fijar en todas estas cosas y cuando van al cine lo disfrutan mucho más, son más sensibles. Es un proceso que les lleva hasta ese placer de ver cine sea en casa con una película que elijan, pero también en la sala”. Comentamos que parece que se está perdiendo la costumbre de ir al cine y Laia afirma “antes, cuando tenías doce, trece años, casi lo primero que hacías cuando empezabas a salir era ir al cine con tus amigos. Ahora se ha perdido totalmente” a lo que Mikel apostilla “pero tampoco los adultos van, es algo que está en la sociedad”.

Entrevista a Jonás Trueba: qué es ‘Quién lo impide’

03/10/2018 - Iñaki Ortiz Gascón

¿La última película de Jonás Trueba? ¿Un taller? ¿Un concierto de Rafa Berrio? ¿Qué es eso que va a durar todo el día del sábado en Tabakalera? Que se puede ver del derecho o del revés, que se llama como una canción de Rafa Berrio. Lo mejor es hablar directamente con Jonás Trueba, el creador […] Leer más

Salen en la conversación otro ejemplo de recomendaciones a los alumnos, ocurrió cuando Tabakalera programó Quién lo impide, el proyecto Jonás Trueba de cuatro películas que se proyectaban durante todo el día. Se avisó a los alumnos del año pasado y aparecieron cinco alumnas. Según Mikel “al principio yo creo que la intención era venir para saludarmos a Lur y mi, una cosa un poco más nostálgica, pero se quedaron todo el día, vieron las cuatro películas y se tuvieron que ir porque sus padres les esperaban en Lasarte y tenían que coger el Topo. Fueron las espectadoras más jóvenes de todas las proyecciones, un sábado, durante su tiempo libre. Me dijeron que lo habían disfrutado mucho y sabían identificar qué película les había interesado más o menos. Fue alucinante. De veintidós vinieron cinco y no vinieron para cumplir, vinieron porque les interesó y se quedaron”. Otro ejemplo en la misma línea es que nos relata Laia “organizamos una proyección de Viaje al cuarto de una madre y vinieron de varios institutos, un domingo a las ocho de la tarde había treinta y pico chicos y chicas viendo la peli Estamos trabajando para que sucedan cosas fuera de la escuela, no en sesiones únicamente dirigidas a jóvenes, sino que entiendan que pueden ir un día al cine compartir sala con otros espectadores. Hay algo de de formar parte de una comunidad, encontrarse con otros chicos y chicas, ya no de su propio instituto, a quienes también les interesa y descubren que es un hábito que puede formar parte de su vida, que no solo es algo que ocurrió en la escuela o el instituto”.

El salto a otro tipo de cine

Mikel explica que suelen comenzar el curso preguntando cuál es su relación con el cine, qué cineastas conocen, que es un cineasta para ellos y que lo normal es que los más pequeños solo conozcan televisión y que los más mayores hayan visto algo más, sobre todo cine de terror y cosas como Harry Potter. «En cuanto a si han filmado algo todos dicen “Sí, claro, las stories de Instagram”. Así que empezamos por esto [gira el móvil de vertical a horizontal] y eso ya es una auténtica revelación”. Comentamos que el salto desde esta situación a los autores que han mencionado hasta ahora es enorme, “la verdad es que nosotros les planteamos una propuesta en la que les decimos “esto es muy distinto al cine que al que estáis acostumbrados a nivel de lenguaje”. Nunca les decimos que está ni mejor ni peor. Es una propuesta, es un camino. Es un camino que muchas veces nos va a sacudir, nos a incomodar, pero sí confiamos, pues luego nos va a interesar. No les engañamos y ellos se enfrentan a ritmos que no son los ritmos a los que ellos han tenido acceso”. Como dice Laia “la idea que ellos tienen el cine no es el cine que nosotros les proponemos. De hecho a menudo hay como una sorpresa, porque el primer fragmento que vemos es el inicio de Diario de Perlov y entran en una especie de shock, ¿pero esto es cine? Está claro que la mayor parte de la sociedad entiende el cine como mero producto de consumo, un entretenimiento y ve como mucho los blockbusters que impone la industria, el fenómeno que “hay que ver”. Nuestro trabajo es ofrecer un universo mucho más amplio y proponerles una serie de autores que muy difícilmente descubrirían jamás si ese primer encuentro no pasa en la escuela. La mayor parte de chicos y chicas con los que trabajamos jamás descubrirían a Ermanno Olmi, por decir algo, si eso no sucede en la escuela”.

 

Les decimos que esos autores que proponen son un salto muy grande, que quizá podrían empezar con cosas más asequibles, pero Laia se muestra convencida de su elección “nunca vamos a ver nada que no admiremos. Es cierto que una parte de criterio es pensar que ese fragmento en concreto les va a interesar aunque a lo mejor si ven la película Persona entera evidentemente para la mayoría probablemente no sea el momento para verla, pero en cambio un determinado fragmento de la película si. Por ejemplo, uno de los cineastas más admirados de cine en curso es Godard y puede de primeras puede parecer raro, pero en realidad no lo es porque si tu ves fragmentos de Godard es tan extremadamente revelador que los chicos aplauden”. Para Mikel “es lúdico y en fragmentos a ellos les impulsa mucho el querer filmar las lucecitas desenfocadas. No creo que sea tanto un un paso intermedio o ver este tipo de cine como un cine superior, como alta cultura en ningún momento”. Les decimos que no nos referimos a que sea alta cultura, sino a que es más complejo y Mikel responde “yo creo que tiene que ver con con la idea de una mirada, además muy reconocible para ellos. Hay una mirada que que pueden absorber, que pueden intentar emular y ponerse en relación y pensarla. Es un trabajo formal que ellos pueden identificar, que pueden analizar que luego pueden intentar replicar. Luego también un trabajo de las emociones muy concreto a través de esa forma, porque es así como ellos luego construyen su corto. Quizás si les diésemos un lenguaje académico en cuanto a clasicismo del cine, seguramente muchas veces encontrarían con que los medios de producción que tienen ellos a su alcance no les llega. “Queremos hacer un slasher de terror”. Pero luego les va a fallar al maquillaje, les va a fallar todas estas cosas y la experiencia, que tiene que ser lúdica, se va a volver frustrante enseguida. En cambio con este cine no, y quizá Persona sería un ejemplo mucho más estilizado pero hay otros ejemplos como Koreeda, Mercedes Álvarez que habla de cosas como “mis abuelos viven en Burgos” o Depardon que les impulsa Ostras a replicarlo y vienen con un traveling filmado desde el coche que es igual a lo que han visto y se excitan un montón porque ven que lo pueden hacer”

 

Las alumnas

Tras hablar con los responsables es momento de hablar con los alumnos, las alumnas en este caso, que han participado en Zinema (h)abian este año. Quedamos con Maialen y Rebeca, del Instituto Oriarte de Lasarte-Oria para que nos cuenten como fue su experiencia.

Lo primero que hacemos es preguntarles si antes de la experiencia de Zinema (h)abian consumían cine. Nos encontramos con que Rebeca es una entusiasta “¡claro! A mi me encantan las películas y series. Estoy todo el día. En casa tenemos Netflix, HBO y Movistar+. También voy al cine, antes iba cada miércoles, pero mis amigos no están muy interesados por el cine. A mi madre le encanta el cine y a mi tía también. Coleccionan mogollón de películas en casa, antiguas y de ahora, sobre todo antiguas. Mi madre, siempre me ha puesto películas. desde muy pequeña y estoy acostumbrada. También me gusta mucho leer. Entonces me leo el libro, luego sale la película y estoy como una friki la primera de la fila”. En cuanto a la versión original, en casa lo ve todo así, pero “en Urbil solo ponen dobladas”. Maialen no es tan aficionada “Yo si voy al cine, pero no tanto como ella. No estaba interesada mucho en las películas, yo soy más de estar tranquila. Nos sorprende cuando nos dice que “no me gusta verlo en la tele, me gusta verlo en pantalla grande”. Rebeca afirma ver de todo “menos españoladas, que no me gustan”, Maialen, en cambio, dice que “yo al contrario, me gustan las españoladas y las de amor”. Las películas favoritas de Rebeca son American History X y La vida es bella, las de Maialen Tengo ganas de ti y La bella y la bestia; pero “la de dibujos, no la de ahora”.

Maialen y Rebeca, dos cineastas

Cuando hablamos sobre lo que han aprendido a lo largo del curso nos queda claro que, sobre todo, se resume en dos cosas: apreciar el trabajo que requiere hacer una película y a trabajar en equipo. Como dice Maialen “me di cuenta que cuando estás detrás de una cámara no es lo mismo que cuando estás delante de una pantalla grande que piensas “eso tiene que ser de fácil”. Cuando empiezas a probar hacer esas cosas te das cuenta de todo el trabajo que tienen. Ahora cuando veo las películas voy viendo que eso es un travelling y eso es otra cosa. Es una experiencia muy bonita que nos enseñaron y ahora todas las películas las voy a ver así”. En esa línea sigue Rebeca “yo soy muy fan de Juego de Tronos y cosas así que tienen unos efectos especiales increíbles. Ahora siempre pienso lo que hemos tardado nosotros hacer un corto de doce minutos, pues imagínate ellos con un capítulo de una hora que tiene dragones y de todo. Después de hacerlo nos hemos dado cuenta de que el cine es mucho más difícil de lo que creíamos y ahora entiendo cuando me salen noticias de que para una película de Harry Potter o cosas así han tardado dos meses en rodar solo una secuencia”.

Una experiencia positiva

Rebeca también nos habla de la tensión del rodaje “estar detrás de la cámara, la claqueta, todo esto es muy cansado. Yo me estresaba mucho, aunque lo de ser directora me va bien porque me encanta mandar [se ríe]. Son muchas tomas, la presión, si grabas en un sitio cerrado estás todo el rato agobiado y discutes mucho, que a mi me gusta, pero vamos, es duro. Ya no es solo agotamiento físico, es también mental, de no me sale, no me sale, repetir todo otra vez y te agobias, te enfadas con el de al lado, todo el rato discutiendo…”. Deja claro, eso si, que repetiría, “me gustaría. Para mí ha sido una experiencia muy bonita”. De repente la conversación deriva hacia el cine como salida profesional, Rebeca dice “para mi ha sido una experiencia bonita, pero yo me veo más de otras cosas. Sé que soy capaz porque si quieres algo lo logras, pero por ejemplo, yo no me veo haciendo de script, lo odiaba. El montaje y el sonido si que me gustaban. Ahora me das un ordenador y me dices que edite una película y sé hacerlo”. Rebeca responde que a ella si le gustaría “me parece un trabajo fuera de lo que hace todo el mundo. Yo siempre pienso que seguro que tu sueño no es ser cajero del Eroski. Esto lo veo como un trabajo mucho más ameno, más divertido, que haces cosas diferentes a los demás. Por ejemplo, a mí no me gustaría estar todo el día haciendo lo mismo en una fábrica. A mi si que me gustó un mogollón todo esto. Actriz o directora sobre todo. Yo el ordenador ni lo toque, porque le dije a Mikel que si no se ni poner la ropa cómo te voy a editar un vídeo”.

Sobre la preparación del corto nos cuentan que se juntaban en clase y sacaban ideas entre todos. Nos explica Rebeca que “lo que Mikel quería es que pusiésemos un poco de nosotros, que el personaje fuese una mezcla con un poquito de todos nosotros. Por ejemplo la música es el tipo que muchos de clase escuchamos y poníamos un poquito de todos. Eso si, al principio nos quejamos porque el personaje siempre está triste, y no lo entiendo, yo no estoy siempre triste y le decía a Mikel que el personaje era muy callado, que no me gustaba; pero luego al final sí que veo situaciones de cómo reaccionamos y sí que veo, un poco de todos en el personaje. De ahí salió la idea de que, como el año siguiente, teníamos que elegir qué queríamos estudiar y suele pasar que los padres no están a favor porque igual quieres estudiar cine, por ejemplo, y te dicen que no, que eso no tiene futuro pues se nos ocurrió la idea de eso y de poner los problemas económicos en casa”. Maialen nos habla de las discusiones porque unos estaban muy entregados al trabajo y querían aprender, pero una pequeña minoría no; “Mikel nos enseñó debíamos estar orgullosos de nuestro trabajo, de lo que hemos hecho cada uno, no de lo que hacen los demás. Si tú has puesto un cien y él ha puesto un diez, pues al final el que va a sentir que no es su película es él, no tú, porque tú has estado siempre; pero hay gente que no va a sentir que su película”

Nos queda clara una cosa, las dos tienen interiorizado que han aprendido a gestionar ese tipo de situaciones. En palabras de Rebeca “yo soy una persona que me gusta hablar mucho, soy muy nerviosa y a veces tienes que aprender que depende en qué sitio no se puede hablar tanto, ni se puede ser tan nerviosa. Nos enseñó a trabajar en equipo. Yo, por ejemplo, solía decir que nunca iba a poder a trabajar en equipo, que lo que digo yo va a misa y punto, y al final pues tienes que conformarte”. De manera similar se expresa Maialen “hemos aprendido a no discutir tanto. Escuchar al de al lado y convivir en grupo, porque nos costaba mucho escuchar al de al lado. Eramos en plan “lo que yo pienso está bien y punto”; pero al final te las cuentas que igual la idea del d al lado es mejor que la tuya”

Distancia con ese tipo de cine

Lo que no nos queda tan claro es que a Rebeca y Maialen les haya picado el gusanillo por ver ese otro tipo de cine. Por lo menos de momento. El shock inicial que nos contaba Laia es real y así nos lo relata Rebecca: “ Yo discutía mucho con Mikel porque no hablaban en las secuencias que nos ponía y yo me ponía nerviosa. Yo necesito un poco más de vida. Igual se veían dos personas andando, tristes, y no hablaban tampoco. Yo le decía a Mikel que a mi eso no me transmitía nada y el me decía que poco a poco. Igual nos enseñaba un tren pasando y yo decía que para qué quiero ver eso. Luego nos empezó a enseñar cosas diferentes, japonesas, francesas y cosas así. Pero sí al principio discutía mucho con él, porque a mi que no hablen me pone muy nerviosa”. Comentan divertidas que cuando Mikel les preguntaba que les sugerían los fragmentos ellas imaginaban unas vidas tristísimas de los protagonistas. “Nosotras le decíamos, pues es pobre, tiene muchos hijos y su mujer no está en casa. Y luego nos explicaba y era lo contrario; pero era lo que nos transmitía exactamente esa escena, porque puede cambiar mucho ver una escena que toda la película entera”. A Rebeca esas sesiones no eran las que más le gustaban “estábamos dos horas viendo cortos que no hablaban y yo le decía “en serio, Mikel, acabo de comer, es la hora de la siesta, no me pongas esto”; pero luego al final pues alguna que otra que puso si me gustó. Si que creo que nos enseñó a verlo de diferente manera porque igual antes veías en una película en la que pasaba un tren y pensabas, vale, ha pasado un tren, eso está grabado en un momento, pero igual nosotros teníamos que grabar que pasara un tren y estábamos dos horas para hacerlo”.

Lo que si les hizo ilusión a Maialen fue reconocer las influencias en los cortos de los otros institutos, “más o menos todas tenían algo que que era igual que lo que habíamos estudiado en clase y si te fijabas en todo lo que habías aprendido de Perlov, de Isaki Lacuesta y todo eso, pues todos tienen una secuencia de lo que has visto. Si alguien hace a la manera de Meritxell o algunos de esos, tú sabes que eso está grabado esa manera. Eso es muy bonito».

Les preguntamos si no les ha entrado la curiosidad por ver alguna película entera de Isaki Lacuesta o de algún otro de los cineastas de los que les han enseñado fragmentos y la respuesta es no. Rebeca dice que ella ni siquiera se acuerda de muchos nombres, “solo de Claire Denis, porque tuve que aprender el nombre para las presentaciones. Cada uno nos aprendiamos una escena por si nos preguntaban y como hablo mucho me dijeron que si se olvidaba alguien hablara yo y pensé “buah, si me preguntan voy a decir Claire Denis, aunque no sea Claire Denis”. Al final no tuve que decir ningún nombre”.

Las emociones

Eso si, no todo lo que les pusieron le aburría a Rebeca, “si que me gustó la película que vimos en Tabakalera, la del niño ese que estaba corriendo, Los treinta y cinco golpes o algo así”. Le explicamos, entre risas, que eran algunos más, hasta 400 golpes y se ríe “mira alguno me perdí”. Ya más en serio nos dice esa película si que le gustó que era interesante y que la vio entera aunque fue pensando que se iba a dormir. “Me encantó la escena de cuando la madre se estaba maquillando que hay un montón de espejos y se le veía desde diferentes algunos”.

Lur Olaizola, que nos acompaña durante la charla, les comenta que si pusiesen Con el viento, la película de Meritxel Colell igual si que le apetecería ir a verla, porque ha sido una cineasta que les ha influido mucho y que estaba en la Filmoteca de Cataluña y le conocieron. Rebeca y Maialen dicen que si, que además era muy simpática y que fue muy bonito conocerla.

Rebeca nos habla de como valora lo que han hecho otros alumnos de otros proyectos en sus cortos, “normalmente todas las películas lo que quieren es que te sientas identificado con el personaje. Yo encima lloró y grito con casi todas películas y las series, tanto que parece que estoy dentro de la película. Y parece fácil hacer transmitir todo eso a la gente, pero no lo es. Por ejemplo, la primera vez que fuimos a ver los cortos de el año pasado pusieron uno de una niña que sufría bullying y yo nunca he sufrido bullying, pero terminé llorando como una magdalena. No era un corto profesional, no es algo de Hollywood, pero han sabido transmitir eso. Yo creo que todos teníamos una cara cuando terminó ese corto… joder, yo estaba llorando mogollón”. En cambio confiesa que con alguno, “el de la ovejas”, se aburrió como una ostra.

La presentación de la película en Filmoteca de Cataluña fue un momento de muchos nervios. Nos cuenta Maialen: “yo la película la disfruté en Tabakalera, cuando la presentamos en Cataluña estaba tan nerviosa que ni estuve atenta a la pantalla; pero cuando ya estaba en Tabakalera si que estaba disfrutando la película. Entonces dije “hostia, esa es mi película” Y ahí sí me sentí bien”. Tan bien como Rebeca que dice “yo cuando la veo siento orgullo porque han sido muchos meses, muchas tomas, mucho trabajo y mucho nos ha aguantado Mikel, también te lo digo”. De lo que no hay duda es de que les ha quedado un bonito recuerdo.