Zinemaldia 2022: Walk Up de Hong Sang-soo
Hong Sang-soo ha rodado más de una película por año en los últimos veinticinco años. Algunas de ellas se encuentran entre las favoritas de quienes hacemos El Contraplano. No somos los únicos admiradores; no hay más que ver que sus visitas a festivales suelen saldarse con premio. El último de esos premios, de momento, fue el Gran Premio del Jurado de la Berlinale por La novelista (aún inédita en España). Si Hong Sang-soo Puede llevar este ritmo frenético de rodajes porque su cine es sencillo formalmente (que no fácil) y porque en muchas de ellas se dedica a hablar de algo que conoce muy bien, su propia vida. Los espectadores que llevamos años siguiendo su filmografía conocemos -o creemos conocer- gran parte de la personalidad real del director. Walk Up es una de esas películas. Rodada en blanco y negro, sencilla y centrada en sus propias experiencias. Si conoces el cine de Hong Sang-soo ya sabes lo que te espera y Walk Up no te va a sorprender para bien o para mal.
En este caso el avatar de Hong Sang-soo es Byungsoo, interpretado una vez más por Hae-hyo Kwon, un director de cine famoso y muy premiado en festivales. El detonante de la historia es la visita junto con su hija a un edificio propiedad de una amiga, la Señora. Kim (Hae-young Lee) quien trabaja como decoradora de interiores. El motivo de la visita es que la hija también quiere estudiar decoración de interiores y con esta visita Byungsoo hace un favor a su hija, se reencuentra con ella tras mucho tiempo sin hablar y, de paso, se reencuentra también con la Sra. Kim. Un hombre saldando sus deudas y de paso, dando inicio a una serie de conversaciones que revelarán que esas no son las únicas faltas.
Como es habitual en el cine de Hong Sang-soo la comida y la bebida ejercen de lubricante para que las conversaciones se suelten y profundicen. Lo que comienza como una conversación poco fluida e incómoda deriva hacia reflexiones sobre el arte, su financiación, las relaciones, la fama, la religión… por diferentes razones los personajes se irán ausentando y eso provocará conversaciones sobre el ausente, centrándose en lo que quieren aparentar y cómo les ven en realidad. La intromisión en la vida privada será una constante en la película, con puertas abiertas o cerradas y correspondencia abierta o conversaciones -más bien cotilleos- sobre los vecinos del edificio.
Pasada esa comida comienza el juego de Hong Sang-soo con las elipsis y la repetición de situaciones. Siempre con la comida y la bebida por medio Byung Soo tendrá interacciones con diferentes mujeres en diferentes plantas del edificio y diferentes épocas y estados anímicos. En el segundo piso estará con la dueña de un restaurante que se encuentra en ese edificio. Es un momento difícil para él, ha dejado de hacer películas, está comiendo sano y controlando lo que bebe. Trata de ser hogareño, pero da la sensación de que está forzando algo que no es él, que vive una lucha consigo mismo. Es la época de la pandemia, en la que es complicado viajar y eso se intuye en la situación con el protagonista sin salir de casa, sintiéndose solo, bajo de ánimos y retirado de su actividad. Voluntariamente, quizá; pero en una sensación que nos resulta conocida.
En el tercer piso tiene una relación con una agente inmobiliaria, reconocemos al Byung Soo más confiado, más decidido, que ha dejado de comer sano o beber vino para volver a la carne y el soju. Son estos pequeños detalles los que construyen las películas de Hong Sang-soo. Pasar de beber vino al principio, a no beber en el medio o volver al soju -y verbalizarlo diciendo que pega más- no es una gracia sin más, es un viaje emocional. Cada conversación de Byung Soo recibiendo halagos nos devuelve los miedos y miserias del mismo. Sus reflexiones nos enseñan el camino que encuentra para salir de la crisis y llegar a un punto en el que, como en un bucle mágico, todo vuelve a empezar.