Reseña de The Book of Solutions, de Michel Gondry
Le Livre des Solutions (El libro de las soluciones) es el retorno del director francés Michel Gondry tras varios años sin rodar largos. En concreto desde La loca historia de Microbio y Gasolina en 2015. Aunque francés, sus mayores éxitos han sido en el cine de Hollywood, como la divertida y emotiva Rebobine por Favor o, sobre todo, el guion de la maravillosa Olvídate de mí. Gondry no alcanza con Le Livre des Solutions el nivel de aquellas, pero sí que es una película muy disfrutable que podría devolverle la relevancia que hace tiempo perdió.
La película es, claramente, un retrato autobiográfico de Gondry a través del personaje de Marc (interpretado con muchísima gracia por Pierre Niney), un director de cine exitoso pero difícil de tratar, cuya visión y ritmo creativo no concuerda con las expectativas de los productores de su última película. Enfrentado a la disyuntiva de entregar el control de su película o defender su visión artística, Marc opta por secuestrar el material inacabado y huir a la casa de su tía en el campo para terminar la película a su manera.
Le Livre des Solutions es una comedia de enredos y neurosis que, aunque alocada y refrescante, también funciona como una crítica auténtica y creíble a la industria del cine. No es la primera vez que Gondry utiliza el recurso del cine dentro del cine, pero esta vez encaja como un guante para explorar las luchas creativas y personales a las que se enfrentan los realizadores dentro de la industria cinematográfica. A pesar de sus delirios nerviosos, casi esquizofrénicos, la película mantiene de manera increible un pie en la realidad. Es fácil encontrar paralelismos con la carrera de Gondry o con historias y leyendas del mundo del cine. Algunas no muy alejadas de los protagonistas (o ausentes) este año en la Croisette.
Pero más allá de ser una sátira sobre la industria cinematográfica, Le Livre des Solutions es también una carta de amor a la gente que ha acompañado a Gondry sin abandonarlo en su a menudo tortuoso camino. Hay una reflexión sobre su propio comportamiento y la forma en que ha afrontado sus demonios personales. Este enfoque no resuena en nuestro imaginario cinéfilo de la misma manera que Rebobine por favor porque aquella jugaba con las películas que forjaron la cinefilia de una generación, pero es que esta película es mucho más personal. Es el resultado de un Gondry más maduro y reflexivo, un Gondry que ha enfrentado su propia crisis y ha salido del otro lado mejor por ello. Este nuevo Gondry parece igual de libre y alocado, pero sin excederse en sus desvaríos.