Ricardo FernándezReseña de The New Boy, de Warwick Thornton
The New Boy, la nueva película de Warwick Thornton, está ambientada en la década de 1940 en un aislado orfanato en la Australia rural al que llega un niño aborigen (Aswan Reid) que ha sido literalmente cazado en su tierra. El orfanato está dirigido por la Hermana Eileen, (Cate Blanchett) ayudada por la Hermana Mum (Deborah Mailman) y un trabajador llamado George (Wayne Blair). Al parecer antes estaba al frente Dom Peter misteriosamente ausente y del que tardaremos en conocer su situación. El niño recién llegado es apodado «New Boy» (Chico Nuevo), nunca habla y desconoce las normas occidentales, desde el uso de cubiertos, a los modales, pasando por la vestimenta. Pronto descubriremos que tiene poderes sobrenaturales. La Hermana Eileen, monja autoritaria y con un gran conflicto interior, ve su vida y sus creencias sacudidas por la llegada del «New Boy».
Warwick Thornton llegaba a Cannes con las referencias notables de sus anteriores trabajos, los aplaudidos Samson And Delilah (ganador de la Cámara de Oro en Cannes 2009) y Sweet Country (Premio Especial del Jurado en Venecia 2017) de los que se destacaba su fuerza visual y la capacidad para subvertir la narrativa de la conquista de Australia poniendo en el centro a los aborígenes. En The New Boy se nota la ambición y la audacia del director por lograr de nuevo ese objetivo pero la película se va desinflando según va avanzando la trama y se pierde en un ejercicio de comparación y contraste que enfatiza la similitud entre el niño aborigen y la figura cristiana de Cristo.
Blanchett, que también es productora, intenta mantener la película y su papel interpretándolo con gran intensidad. A veces con demasiada impidiéndole empastar con sus compañeros de reparto. La historia no logra construir un retrato convincente de su personaje y su misticismo es sacrificado en favor de una parábola demasiado calculada y didáctica. El intento de dar trascendencia al mensaje a través del lirismo visual de las imágenes acaba mutando en un estilo pomposo y grandilocuente que envuelve una historia mucho más sencilla de lo que parece.
Es de agradecer que cineastas como Thormton intenten desafiar las narrativas coloniales, sobre todo en el caso de Australia con una terrible historia negra con el pueblo aborigen que apenas ha sido contada para el gran público; pero el resultado esta vez se ha quedado por debajo de lo deseable.
