Fisión: Rotura o división de un núcleo atómico pesado en dos o más fragmentos de tamaño aproximadamente igual, acompañados de algunos neutrones y de gran cantidad de energía.
Fusión: Reacción que se produce cuando dos núcleos poco densos sometidos a elevadas temperaturas se fusionan y forman un núcleo más pesado; esta reacción libera gran cantidad de energía nuclear.
La estructura narrativa
Christopher Nolan inicia sus dos puntos de vista con dos subtítulos: fisión y fusión. Ruptura y unión. Nudo y desenlace. La estructura clásica de una historia pero en vez de colocarla en orden, una tras otra, ocurren en paralelo, intercalando ambas. Pero aunque el desarrollo de los hechos discurra de esa manera se mantiene, en otro nivel de narración distinto, un esquema dramático que sí corresponde en orden con la presentación, el nudo y el desenlace. Nolan desliga la pura consecución de los sucesos -en este caso hechos históricos- de una estructura narrativa que se construye sobre la historia fragmentada en mil pedazos. Fisionar la trama para fusionar el drama. Una magia a la que nos tiene acostumbrados el director de Memento. La gestión de la información por encima de la exhibición de los datos. La historia no es la biografía, la historia es la que quiere contar el autor utilizando como materia prima los hechos.
De todas las películas en las que Nolan ha utilizado esta fragmentación, quizá la que más se corresponda con esta es la de El truco final. Al contrario que en otras, no hay una justificación física para el orden (la desmemoria de Memento, las dilataciones del tiempo en los sueños de Origen, los efectos relativistas de Interstellar…). Se trata, como en aquella, de una narración dentro de la historia por parte de diferentes puntos de vista. También van cada una de ellas asociadas a dos personajes distintos con cierta rivalidad.
El fin de la humanidad
Fisión, la energía que mueve la bomba de Oppenheimer. El comienzo de la carrera nuclear. Un pasado dramático. Fusión, la energía que hace posible la Bomba H, provocada -física y políticamente- por la fisión. La puerta a un futuro aterrador.
Un futuro que no aparece en Oppenheimer. A pesar de las objeciones del científico, la bomba H se acabó desarrollando partiendo de la idea de Edward Teller, interpretado en la película por Benny Safdie, y afinado por Stanisław Ulam. El día de todos los santos de 1952, en el Atolón Enewetak, se lanzó “Ivy Mike”, la primera Bomba H, de 10 megatones, mil veces superior a la de Hiroshima. Años después, en 1961 y casi en la misma fecha, el 30 de octubre, los soviéticos lanzaron la bomba del Zar en un archipiélago del océano ártico. Estaba capacitada para 100 megatones, aunque la redujeron a 50 por precaución. Ha sido la bomba más potente probada hasta la fecha, aunque la energía liberada por estas bombas no tiene un límite teórico. Nunca se han utilizado en una guerra. Por ahora.
Todos estos hechos no aparecen en la película pero son el tema principal. Oppenheimer que no es tanto un biopic de lo que ocurrió en 1945, como un alegato contra lo que podría ocurrir en nuestros días, a través de la cruzada del científico contra el desarrollo de la Bomba H. De la misma manera que Tenet en el fondo trata sobre lo que podemos hacer hoy sobre el cambio climático que viene; Oppenheimer habla sobre nuestra posición hoy ante la posibilidad de un holocausto nuclear. Dos grandes amenazas para la humanidad. El primer plano que vemos en cada película de Nolan resume la esencia de lo que veremos. Esta no es una excepción. La película abre con unas gotas de lluvia impactando en el agua, formando ondas. Esta metáfora visual se volverá a utilizar varias veces como referencia a un posible ataque nuclear a escala mundial.
Oppenheimer, la ciencia y el arte
Permitidme un paréntesis. Hablemos de los inicios del siglo XX.
1900: Max Planck resuelve un fallo en la física clásica, el problema del cuerpo negro, planteando que la energía se transmite por escalones, o lo que él bautizó como cuantos, iniciando la mecánica cuántica que lo cambiaría todo.
1904: Paul Cézanne pintaba otra de sus visiones geométricas de la montaña Sainte-Victoire. Ese año le escribía una carta al teórico del arte Émile Bernard: «Trate la naturaleza por medio del cilindro, la esfera y el cono, colocados en perspectiva, de manera que cada lado de un objeto, o de un plano, se dirija hacia un punto central».
1904: Nace J. Robert Oppenheimer.
1905: Albert Einstein publica su teoría de la relatividad especial cambiando nuestra concepción del tiempo para siempre y entendiendo que la masa puede convertirse en (enorme) energía con la famosa fórmula que en su versión simplificada y popularizada es E=mc². Como le supo a poco, ese mismo año explica el efecto fotoeléctrico, afianzando la idea de energía en “cuantos” que había planteado Planck, confirmando así que la mecánica cuántica explicaba cosas que la física clásica no podía. Fue por esto segundo por lo que le dieron el Nobel.
1907: Pablo Picasso, que había quedado impresionado por el trabajo de Cézanne y su análisis de las formas geométricas, termina Las señoritas de Avignon. Esta obra se considera oficialmente el inicio del cubismo, es decir, el inicio de las vanguardias.
1913: Niels Bohr parte del modelo del átomo de Rutherford de 1911, que había descubierto que las cargas positivas se encontraban en el núcleo y los electrones en órbitas pero que no entendía su comportamiento según la física clásica. Le aplica las ideas del efecto fotoeléctrico de Einstein, situando a los electrones en órbitas cuantificadas (de nuevo, como si fueran escalones) y resolviendo el problema desde la incipiente mecánica cuántica. Todo cambió.
1913: Igor Stravinsky estrena La consagración de la primavera, con una reacción visceral en el público, incluso generando abucheos, gritos y disturbios en el teatro. Un estilo musical completamente nuevo y desafiante, marcado por ritmos complejos, disonancias audaces y un enfoque rítmico y armónico nunca antes escuchado en el mundo de la música clásica. Sonidos y efectos, utilizando toda la orquesta para crear una experiencia sonora impactante. Una de las obras más influyentes del siglo XX.
No son hechos independientes los de la ciencia y los del arte. Todos forman parte de una mentalidad rupturista de la época, cada una construyendo conocimiento a su manera. Todo forma parte de las vanguardias. Se nos muestra a Oppenheimer observando Mujer con los brazos cruzados de Picasso (la interpretación cubista de 1937 de otra obra del mismo título de su etapa azul) y se cita su predilección absoluta por La consagración de la primavera. No es gratuito, es una forma de entender la disrupción de las vanguardias como motor del brillante físico. Oppenheimer era una persona culta y sabemos que su madre, Ella Friedman, había adquirido varias obras de arte, entre ellas un Picasso (Madre e hijo, 1902). A través de la mirada de Oppenheimer, Nolan nos transmite la idea de que la ciencia y el arte, al menos en sus facetas más creativas y transgresoras, no son tan diferentes. Supongo que Nolan admira de Picasso, entre otras cosas, su acercamiento analítico en el cubismo. Tanto es así que la idea de plasmar sobre el lienzo bidimensional más dimesiones de la que somos capaces de captar, es algo que el cineasta llevó a cabo en Interstellar, cuando nos muestra un espacio tetradimensional dentro del teseracto.
La ciencia el arte son una utilización de la técnica conocida para ir más allá eliminando viejas ideas y creando nuevas formas. Romper con lo establecido y usar los fragmentos para crear. Fisión, fusión. No sabemos si Oppenheimer se plantó delante de ese cuadro de Picasso. Es una licencia que nos pone al científico cara a cara con las vanguardias a las que admira. No las admira de una manera nostálgica y estática, no las venera con fin, sino que entiende su manera de transgredir. Pero ahora le toca a él ir más allá, dejar atrás a un Einstein al que respeta pero que no quiere o no puede aceptar las nuevas teorías. En gran parte la película habla de eso, de disrupción, de ir más allá que la generación anterior. Bohr, interpretado por Kenneth Branagh, le dice que no es la persona para participar en el proyecto, que le toca a él. Einstein le explica lo que supone un premio a su carrera por parte de los jóvenes, y es algo completamente trasladable al mundo del cine.
Es interesante que en uno de los encuentros con Einstein, le encuentre hablando con Kurt Gödel. Si Heisenberg supuso un mazazo para la noción clásico del conocimiento científico con su principio de incertidumbre que Einstein no quería aceptar, al menos filosóficamente; Gödel es genio que hizo lo propio con las matemáticas con su teorema de incompletitud. El mundo del viejo Einstein se tambalea ante un presente donde las mayores certezas son que la ciertas certezas son literalmente inalcanzables. Un tiempo de crisis filosófica como preludio a la conversación con Oppenheimer. Esa idea explicaría este cameo sin texto ni contexto. Sospecho que la figura de Gödel es relevante para el director. Eso solo una sospecha pero estoy bastante seguro de que Nolan en algún momento de su vida ha leído Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle.
Hay que tener en cuenta que para Nolan casi todo es comparable a la creación cinematográfica. Plantear un robo milimétrico es como organizar un rodaje. El ilusionismo es igual que la manera de sorprender en una historia. Si se pudiera construir un sueño e insertarlo en la mente de alguien, la manera de hacerlo sería contratando un equipo similar al de una película. Por eso no es extraño que nos muestre la mente de Oppenheimer como un hervidero creativo, con imágenes abstractas que podrían ser una obra de arte. Lo importante es que seas capaz de oír la música. A Oppenheimer también le va la cabeza hacia el cosmos e intenta visualizar unos astros que por su propia condición devoradora de luz jamás se podrán ver. Quizá le habría gustado el diseño riguroso del disco de acreción alrededor del agujero negro de Interstellar.
La manera en la que se muestra el Proyecto Manhattan es muy similar a la de Origen. Formar un equipo de profesionales que son los mejores en lo suyo y se complementan, plantearse un reto con una fecha límite y obrar lo imposible. Los obstáculos, el reto, el trabajo en equipo, la creatividad, la voluntad de ir más allá. Todo es comparable a la creación cinematográfica. Hasta las tiranteces con los productores sobre la manera de “estrenar” la obra. Incluso cuando el resultado es la mayor bomba lanzada contra la humanidad, en el fondo el objetivo es sembrar una idea en el público. La idea de la rendición en los japoneses y la idea del miedo en los soviéticos. Un plan para crear un inception. Crear una obra para convencer al mundo.
Christopher Nolan y el público
El público es esencial en la obra de Nolan. El público que encumbra o desprecia a los ilusionistas de El truco final. El público que da inicio a Tenet y que se duerm para iniciar la película. Oppenheimer es, entre otras cosas, un artefacto calculado para estallar en la mente del espectador en su escena final, anticipada en su plano inicial. Nolan quiere aportar su pequeño Guernica. Podría haber recurrido a mostrar directamente el horror de Hiroshima, pero prefiere recurrir al terror a través de la forma, en lugar del contenido. Además, según él mismo ha explicado, el planteamiento de la película es desde el punto de vista de Oppenheimer, que no estaba allí presenciando la devastación, y ciertamente, habría resultado incoherente mostrarlo. Para Nolan es muy importante el punto de vista. En Dunkerque no vemos un solo soldado nazi, solo sabemos que están allí, que van a llegar, porque él quiere centrarse en la experiencia de los soldados británicos.
El mensaje se expresa como una revelación al final de la película, girando una escena a la que le ha dado otros significados anteriormente desde otros puntos de vista, levantando sus cartas como en El truco final. Una idea que te ha ido susurrando al oído durante toda la historia pero que ahora completa como un puñetazo. No es algo de lo que no estemos más que alertados por la comunidad científica pero la forma de expresarlo es como una solución evidente a un problema que no habíamos planteado de esa manera. Un inception que se quedará en la mente del espectador para siempre.
El público, es decir, la opinión pública, también es esencial dentro de la propia historia. Este era un tema que también aparecía en su anterior historia de la Segunda Guerra Mundial, Dunkerque. Aquella no trataba simplemente del episodio bélico en cuestión, sino de cómo el pueblo británico reaccionó al suceso. De cómo una victoria o una derrota se definen como tal no en el campo de batalla sino en el punto de vista del pueblo. Cuando Oppenheimer se presenta ante un público enfervorecido después de las funestas bombas en Hiroshima y Nagasaki, él mismo da unas palabras triunfales mientras se rompe por dentro, como percibimos por el efecto visual de la pared temblorosa y, por supuesto, por el gran trabajo interpretativo de Cillian Murphy.
Es el punto clave, el tema de la película. No la bomba, no el sufrimiento ni los japoneses vomitando con el estómago ionizado. El tema es cómo el pueblo americano recibe con vítores aquello que nos puede llevar a la autodestrucción. Y aquí está la idea formal más brillante de toda la película, en forma de recurso sonoro. El sonido de los zapatos golpeando el suelo que el público suma a los aplausos se confunde con el sonido de la bomba. La primera vez que lo escuchamos aún no hemos visto la imagen y entendemos que es el sonido de la explosión. Después sabremos que eran pataleos triunfales. La devastación viene de un pueblo celebrando la aniquilación.
La reacción del público. El público que mueve a los políticos y que es también manipulado por ellos. Un espeluznante Gary Oldman -ya ha interpretado a Churchill y a Truman, solo le falta Stalin- nos revuelve las tripas con el simple movimiento de un pañuelo que metafóricamente limpia las manos manchadas de sangre de un llorón.
Nolan nos pretende sembrar una idea y al mismo tiempo, es Oppenheimer sembrando esa idea en Einstein, el científico más influyente del siglo XX. Un pacifista que, sin embargo, fue clave con su carta a Roosevelt sugiriendo que consiguiera la bomba antes que Hitler. Es la comunidad científica la que apoyará a Oppenheimer después. Una idea sembrada en los científicos de la época y en el espectador de hoy.
Terror audiovisual
Se podría decir que el contenido de la historia ya es suficientemente terrorífico, pero lo cierto es que, como ya he dicho, ni se ve la masacre, ni se centra demasiado en los horrores de la guerra. Nos cuenta los entresijos del reto científico y toda una intrincada contienda de juicios políticos. No hay apenas intriga de espionaje, a pesar de que hay un espía infiltrado en Los Álamos, y que podría trazarse una historia paralela con la duda de si Heisenberg falló queriendo o no al elegir el agua pesada como moderador para la bomba nazi. No hay nada de eso, y sin embargo, puede entenderse como una historia de terror gracias a su estética.
Hemos visto muchas veces la prueba de Los Alamos. Trinity. Científicos con gafas protectoras observando desde lejos un ensayo. No es más que una prueba en el desierto, en un entorno controlado. Y, sin embargo, esta vez es diferente. Nolan consigue crear una tensión extrema. Una mezcla entre la duda de si conseguirán su objetivo, los nervios del ensayo general y el pavor hacia lo que van a crear. No es solo un test, es la caja de pandora a punto de abrirse, el temor por la furia nuclear que está a punto de nacer. Desde el parte meteorológico en su contra, hasta las apuestas sobre si funcionará. Pero también una remota posibilidad de destruir el mundo. Nada menos. La oscuridad de la noche, la lluvia, la crema en la cara, el resplandor sobrecogedor. El trabajo de fotografía de Hoyte van Hoytema es como siempre excelente. El test Trinity lo habíamos visto muchas veces, sí, pero no así, igual que habíamos visto muchas veces los bodegones pero no de la manera en que los pintaba el cubismo.
Un truco de la banda sonora que evoca el contador Geiger para hacer presente el carácter radioactivo de la bomba. Un truco de efecto sonoro como los que podría usar Stravinsky en su día. La banda sonora de Ludwig Göransson es casi omnipresente, incluso en los interrogatorios. Creo que es más elegante y talentosa que en su último trabajo para Nolan, Tenet. De hecho, recuerda a la música que hacía Zimmer para el director. Por ejemplo, toda la parte final Kitty Comes To Testify es clavada a películas anteriores.
No vemos la masacre pero sí a sus fantasmas. Oppenheimer alucina viendo imágenes de de caras derretidas a su alrededor. Por supuesto que siente el peso de la culpa por las 214.000 personas que han muerto con su artefacto. Cómo ser inmune a eso. Pero en el fondo puede resguardarse malamente en que él no decidió el uso y que se enmarca dentro de una guerra sanguinaria que mató a mucha más gente. Puede incluso autoconvencerse de que detuvo la guerra. Pero hay algo que no puede evitar pensar: cómo afectará su creación a la humanidad. Por eso lo que vemos son los fantasmas de lo que podría llegar a suceder. Las imágenes macabras que imagina no son el documento de una tragedia histórica, son la representación emocional de su pánico interior. El escenario vibrando y descomponiéndose -fisión- que le empujará a buscar una respuesta conjunta de la comunidad científica y la opinión pública -fusión-. El terror visual que ofrece la película es una muestra de la tortura de Prometeo con el hígado devorado por un águila, una y otra vez, por haber robado el fuego a los dioses.
Un personaje atormentado por la culpa que busca la redención sacrificándose para evitar otros males. Me pregunto por qué ha dicho Paul Schrader que es la mejor película de lo que llevamos de siglo. Fisión, fusión.