«Ahora que se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Aquello no significa nada. La gente como nosotros, quiénes creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solo una ilusión obstinadamente persistente»

Carta de pésame de Albert Einstein a la familia de Michele Besso

¿Por qué el tiempo parece avanzar siempre hacia delante? La esencia del tiempo es algo que ya daba que pensar a los griegos y que ha suscitado corrientes filosóficas en el siglo XIX como el presentismo o el eternalismo. En el siglo XX, Einstein nos explicó que el tiempo es una dimensión más, como lo es el espacio, lo que nos deja aún más confusos. ¿Si es una dimensión más por qué no se puede recorrer en un sentido y en otro como las espaciales? ¿Y por qué parece tener un ritmo concreto? ¿Es real o es todo una ilusión de nuestro cerebro? No parece haber ninguna ley física que imponga un sentido correcto hacia el que debería transcurrir el tiempo, y sin embargo, todos lo percibimos de forma nítida hacia dónde se dirige el tiempo, lo que ha venido a llamarse la flecha del tiempo.

Hay varias maneras de abordar este misterio. Se habla, entre otras, de la flecha del tiempo termodinámica, la flecha del tiempo psicológica o la flecha del tiempo causal. Para cada una de ellas Christopher Nolan tiene una película. De alguna manera, parte de su filmografía parece estar formulada para abordar desde los diferentes criterios una pregunta muy concreta: ¿cuál es la esencia de la flecha del tiempo? Anteriormente ya hemos hablado del interés que tiene Nolan en el tiempo pero desde el punto de vista narrativo y las estructuras de los guiones.

Christopher Nolan: la ilusión del tiempo

28/05/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

Se acerca Tenet, el estreno más esperado del verano. La última película de Christopher Nolan con la que el megalómano cineasta pretende levantar él solito toda la cartelera después de la pandemia. Está por ver que pueda estrenarse ya, como está por ver todo ahora mismo, pero está claro que Nolan, al contrario que Warner, […] Leer más

Aunque es inevitable repetir alguna idea de aquel análisis, ahora la cuestión es qué nos dicen las películas de Nolan sobre la esencia del tiempo. Voy a resumir brevemente la dificultad de entender la flecha del tiempo y después uniré cada una de estas películas a un enfoque distinto del problema.

0- La flecha del tiempo

1- Tenet: La entropía

2- Interstellar: La relatividad y la causalidad

3- Memento: La memoria

4- Origen: El metabolismo

La flecha del tiempo

El tiempo es una dimensión más, ahora lo sabemos, como las dimensiones espaciales. Sin embargo, parece distinta en un aspecto: mientras uno puede moverse de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, el tiempo parece empeñarse en caminar siempre en el mismo sentido. A esto, al sentido hacia el que parece avanzar el tiempo, el astrofísico Arthur Eddington en 1927 lo llamó la flecha del tiempo. Digo “parece avanzar” porque no está nada claro el tema.

¿Es distinto el tiempo en un sentido y en otro? Para las leyes de la física no parece haber demasiado problema en pensar el mundo con el tiempo transcurriendo hacia lo que llamamos pasado. Por lo menos no a nivel de partículas elementales. Imaginad dos electrones. No, mejor, imaginad una mesa de billar, que es más fácil, pero haremos como si las bolas fueran partículas elementales. La bola blanca golpea a la bola negra, con el golpe la bola blanca se para y le transmite su energía a la otra que se mueve hacia delante. Si lo grabamos y ponemos el vídeo marcha atrás, veremos a la bola negra acercándose a gran velocidad hacia la bola blanca, chocando, transmitiendo su energía a la blanca y haciéndole moverse hacia atrás. Y para las leyes físicas lo mismo da una cosa que la otra, ambos escenarios son igual de coherentes. Y ahora un listillo me dirá que no, porque al pasarlo marcha atrás la bola viene acelerando por la mesa en vez de decelerando, pero eso es por el rozamiento con la mesa y el aire y recordad que en el fondo estábamos hablando de dos electrones, así que esos detalles quedan fuera de la metáfora.

Sigue las leyes de la física igual al derecho y al revés

Las leyes físicas elementales parecen no tener preferencia sobre a dónde apunta la flecha del tiempo, y sin embargo, nosotros lo tenemos claro, el tiempo avanza siempre hacia el futuro, no hacia el pasado, y lo hace a un ritmo constante. Esa es nuestra percepción. ¿De dónde viene? Hay algunos aspectos que sí parecen funcionar de forma asimétrica con respecto al tiempo. Aspectos de ámbitos muy distintos: físicos, lógicos, cerebrales, psicológicos. Por qué los vasos se rompen pero no se reconstruyen, por qué la causa precede al efecto, por qué recordamos el pasado y no el futuro, por qué el tiempo avanza con un ritmo determinado. Para cada una de estas preguntas Nolan nos tiene preparada una película. Vamos a repasarlas.

Tenet: La entropía

La versión más informal de la segunda ley de la termodinámica dice que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Esto es lo del vaso. Si un vaso cae al suelo se rompe en mil pedazos. Pero si mil pedazos caen al suelo es absurdamente improbable que de pura potra terminen formando un vaso. Simplemente porque el estado del vaso roto es mucho más probable (tiene más entropía), porque hay muchísimas maneras de estar roto y solo una de estar de una pieza. Si lanzas una baraja de cartas al aire no hay una ley física que prohíba que caigan formando un castillo de naipes, pero nadie espera que ocurra, por pura estadística. Y esto depende totalmente de la flecha del tiempo, ya lo dice la ley: tiende a incrementarse en el tiempo. Así que ya está. Si nos movemos hacia el futuro la entropía crece, los coches se accidentan, si nos movemos hacia el pasado, decrece y los coches se recomponen. Ya tenemos una diferencia notable en un sentido y en otro.

Como nuevo

Recordaréis que en Tenet se habla explícitamente de la entropía. Lo cierto es que la explicación de por qué los materiales con entropía negativa viajan hacia atrás en el tiempo es un cuento chino, o mejor dicho, un what if. La premisa de una película de ciencia ficción que te tienes que creer y punto. No se pretende aquí defender el rigor científico de las películas de Nolan y mucho menos el de Tenet. La cuestión es que el director toma esa idea para poder mostrarnos de forma plástica la asimetría del tiempo en procesos macroscópicos (en el mundo de las cosas grandes). Mostrarnos lo contraintuitivo que es que la entropía decrezca. Una manera de reflexionar sobre el tiempo a través de los sentidos. Porque no necesitamos fórmulas complejas de termodinámica para saber que la entropía crece, nos basta con visualizarlo. 

Nolan nos muestra montones de situaciones en las que los objetos se comportan de manera sorprendente, es decir, decreciendo su entropía. Coches accidentados que se recomponen, balas que entran en el cañón, explosiones que encogen. Pero hace algo más que eso, contrapone en el mismo espacio dos procesos de entropía opuestos, como cuando el protagonista pelea contra sí mismo. Hemos visto habitualmente a un personaje encontrándose con su otro yo de otro tiempo, pero la novedad es que aquí cada uno de ellos habita un sentido opuesto del tiempo. Además de ser un efecto muy espectacular es toda una metáfora sobre el dilema de una persona, entre avanzar y retroceder, entre lo progresista y lo reaccionario, entre el crecimiento y la nostalgia. Metáforas emocionales aparte, es una manera de observar con nuestros ojos cuestiones muy complejas de la esencia del tiempo.

Lucha interior

Ted Chiang escribió en 2008 un relato corto sencillo y brillante, merecedor de los premios Hugo y Locus, titulado Exhalación. Su título sirvió para una colección de relatos que lo incluía y que os recomiendo fervorosamente como todo lo que escribe ese genio. El caso es que, sin entrar en los detalles de la curiosa premisa del relato, se puede entender como una metáfora del avance imparable de la entropía. De cómo cada vez que hacemos decrecer la entropía, en realidad la estamos haciendo crecer en otro lado, y por tanto es una guerra perdida. Esta idea está en Tenet también. Una guerra perdida por la que vale la pena luchar. Se puede entender la vida como una lucha contra la entropía. Los seres vivos ordenamos las cosas. Si viéramos en un planeta lejano unas formas claramente ordenadas sería un indicio de que existe vida. Los seres vivos nos empeñamos en absorber energía para invertirla en hacer decrecer la entropía de forma local, crear objetos improbables para el mundo natural. Crear orden* a costa de energía. Esto es lo que hacen los agentes de Tenet, luchar contra la entropía, y en definitiva, luchar contra aquello que percibimos como el avance del tiempo. A nivel personal, luchar contra la decrepitud, que indefectiblemente nos llevará al final de mayor entropía posible: en polvo nos convertiremos.

* Esta relación que hago entre orden y entropía baja es bastante informal e imprecisa, es para entendernos.

‘Exhalación’ de Ted Chiang: el tiempo inexorable

16/09/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

Hace cuatro años hablamos del que es uno de los autores de ciencia ficción más interesantes del momento, a pesar de que no ha escrito ni una sola novela larga. Ted Chiang, el autor del relato de La llegada. Hablamos sobre su estilo, su precisión, la riqueza de sus relatos que encierran ciencia y filosofía […] Leer más

Interstellar: La relatividad y la causalidad

Interstellar tiene un origen inusual. Más que una premisa para una historia, su base es una serie de cuestiones de física teórica planteadas por el astrofísico Kip Thorne, quien después ganaría el nobel por su aportación al descubrimiento de las ondas gravitacionales. Interstellar recuerda en varios aspectos a Contact, otra película que estaba basada en el trabajo de otro astrofísico y más conocido como divulgador, Carl Sagan. Una curiosidad, para aquella, Sagan quería plantear un viaje interestelar que fuese físicamente razonablemente posible. Para ello consultó con un colega físico de prestigio para ver si le daba una solución. Este se lo tomó en serio hasta tal punto que desarrolló algunas ideas bastante avanzadas sobre el tema. Ese colega, sí, claro, era Kip Thorne. Años después, trabajó con Jonathan Nolan -su hermano Christopher aún no estaba en el proyecto, que estaba pensado para Spielberg- para escribir el guión de Interstellar con el rigor científico como base.

Pero vamos a situarnos un poco antes, cuando Thorne escribió un excelente libro de divulgación sobre agujeros negros: Agujeros negros y tiempo curvo (1994). El prólogo del libro se titula Un viaje por los agujeros, y el subtítulo de este prólogo reza así: “donde el lector, en una historia de ciencia ficción, encuentra agujeros negros con todas sus extrañas propiedades tal como los entendemos en los años noventa”. El prólogo funciona como una especie de resumen ameno en clave de ficción de los contenidos de divulgación que se detallarán después durante el resto del ensayo. El argumento de este pequeño cuento es narrativamente muy rudimentario. Una nave que viaja por el espacio y le ocurren muchas peripecias, sin ningún interés en la más mínima verosimilitud ni coherencia, se trata solo de ir repasando todas las situaciones posibles para situar los temas teóricos que se verán después. Interstellar es un poco eso.

Thorne incluye elementos de la teoría de la relatividad, agujeros negros e incluso de esas ondas gravitacionales que en ese momento aún no se habían detectado pero que él ya estaba bastante seguro de que existían. Los Nolan intentan darle al conjunto un cierto sentido narrativo y un motor emocional, pero decididamente no es por ello por lo que destaca la película. Sí llama la atención la impresionante experiencia audiovisual -si no habéis tenido ocasión de verla en una buena sala de cine espero que algún día podáis- y sobre todo, el rigor de los planteamientos de astrofísica. En los últimos años la he escuchado nombrar más a divulgadores científicos que a críticos de cine. Por ejemplo, su representación del agujero negro no es un diseño estético, es una simulación teórica, la mejor hasta esa fecha. Después ya se ha conseguido “fotografíar” agujeros negros, que además se parecía bastante, pero eso ya es otra historia.

Representación rigurosa de un agujero negro

Hay dos ideas que nos interesan ahora: la puesta en duda de la causalidad y que el tiempo es relativo. Vamos con la primera. En Interstellar no hay exactamente viajes en el tiempo pero sí que hay mensajes transmitidos a través del tiempo. A efectos prácticos, esto provoca las mismas paradojas temporales que un viaje físico. En el cine de viajes en el tiempo, las paradojas pueden ser sencillas como la de Regreso al Futuro, o rocambolescas como la de Predestination, o incluso extremadamente complejas, como la de Primer, pero en el fondo todas son variaciones de la paradoja del abuelo. En definitiva: el efecto pasa a preceder a la causa. Esto es lo que sucede en Interstellar, y como en la inmensa mayoría de las películas de paradojas temporales, nos provoca una sensación de contradicción. Pasa especialmente en las historias con una sola línea temporal (Interstellar), no tanto en las que tienen varias líneas (Regreso al futuro II o Primer) que resultan más asimilables, pero esto ya es materia para otro artículo. 

La cuestión aquí es por qué no nos cuadra. Y la respuesta a ello nos lleva a concluir que si desde nuestra forma de pensar la causa debe preceder al efecto, estamos definiendo un criterio de flecha de tiempo. Solo hay una dirección del tiempo en la que las causas preceden a los efectos. Claro que, como hemos visto al principio en el ejemplo de las bolas de billar -metáfora de las partículas elementales- el concepto de causa y de efecto es muy intercambiable. Como pasa con la entropía, es al hablar del mundo macroscópico, el mundo de las cosas complejas y enrevesadas, cuando parecen emerger esas ideas distinguibles de causa y efecto. Pero esto puede estar más relacionado con nuestra manera de entender el mundo que con la realidad en sí misma. Sea como fuere, la película nos plantea ese dilema. Cierto es que, como ya he comentado, es algo planteado ya en infinidad de películas, por eso me interesa más el otro aspecto, el que creo que da más personalidad a la película y que es mucho más complejo de representar: la idea de que el tiempo es relativo al observador. Vamos con ello.

La extrema distancia en el espacio-tiempo representada por el contraste entre el fuego y el hielo

Como en Tenet, no se trata solo de explicarlo sino de trasladarlo, mostrarlo. En mi secuencia favorita de la película vemos paralelamente el conflicto que ocurre en el planeta de Mann (Matt Damon) y en la tierra con un enfrentamiento durante un incendio. Este tipo de montaje secuencia sirve para mantener la atención en situaciones que ocurren simultáneamente, pero Nolan nos lleva toda la película preparando para que entendamos que el concepto de ocurrir simultáneamente no tiene sentido en el universo. Ni siquiera el tiempo ha avanzado al mismo ritmo en la subtrama de cada personaje. Cooper (Matthew McConaughey) tiene la misma edad que al inicio pero en la escena de la tierra vemos a su hija ya crecida. Nolan lo enfatiza con dos escenarios opuestos, hielo y fuego, silencio y ruido, frialdad y visceralidad, tranquilidad y furia. Si el montaje secuencia está diseñado para complementarse, Nolan lo pervierte para que nuestra mente no acepte el mensaje, para que sintamos lo inverosímil de la simultaneidad. Una reducción al absurdo, como la de Tenet, para demostrar una idea a través de los sentidos. Hace ya más de un siglo que lo sabemos: la simultaneidad no existe. Por tanto, el concepto de presente pierde su condición absoluta. Y esto afecta directamente a la flecha del tiempo, si ni siquiera hay un ahora para todos, es imposible definir un movimiento absoluto de ese ahora.

Lo único que cohesiona las dos acciones paralelas de los dos planetas lejanos es la relación entre el padre y su hija. Como en todos los montajes secuencia, aunque este sea rebelde en sus formas, el nexo es de tipo emocional. Aquí entra el mensaje central de la película, tan cursi y tan forzado en la trama, sobre el amor como guía principal del universo. Pero si vamos un poco más allá de ese primer mensaje facilón, llegamos a una idea más profunda. El nexo entre los dos mundos que mantiene unida la secuencia es que son un padre y una hija y que se tienen en cuenta, que se piensan, que se sienten. La sensación del presente es por tanto una percepción subjetiva, asociada a nuestro pensamiento y nuestras emociones. Como en muchas otras películas de Nolan, la realidad es incognoscible, o incluso no existe cómo tal, solo nos queda la que nos construimos nosotros desde nuestras emociones y pensamientos. Y esto nos lleva a la siguiente película a comentar.

Memento: La memoria

Me lo apunto para que no se me olvide

Si hay algo que define bien la percepción del tiempo que tiene el ser humano, es la memoria. Nuestro cerebro es capaz de archivar los recuerdos con una etiqueta asociada que indica la fecha. Gracias a las llamadas “células del tiempo” que se ubican en el hipocampo, somos capaces de ordenar estos recuerdos en el tiempo y sentirlos lejanos o recientes. Estas capacidades pueden fallar, por la vejez, la enfermedad o porque no hemos archivado bien los recuerdos pero hay algo que es impepinable: solo recordamos el pasado, nunca el futuro. Esta cuestión indiscutible es una frontera exacta que separa lo que recordamos de lo que está por venir. Incluso podría ser la verdadera construcción de nuestra sensación del transcurrir del tiempo.

Imaginemos que realmente vivimos en todos los tiempos a la vez, de la misma manera que todo el espacio que hay a nuestro alrededor existe a la vez. Imaginemos millones de instantes en los que habita nuestra mente “simultáneamente”, como en el teseracto de Interstellar donde todo ocurre “a la vez”. Partimos de la base de que nuestra memoria solo recuerda el pasado, y concretamente, tiene la noción de cercanía a aquellos recuerdos más cercanos a nosotros en el tiempo. El resultado es que en cada uno de esos instantes “que están ocurriendo a la vez”, recordaríamos solo aquellos que tienen lugar en el pasado y tendríamos la percepción de que acabamos de llegar justo del instante que tenemos más cerca en el tiempo. Nuestra memoria, como un índice, conformaría la sensación de sucesión ordenada de eventos.

Al protagonista de Matadero 5, la novela de Kurt Vonnegut o la película de George Roy Hill, le ocurre que salta en el tiempo a través de su conciencia. La línea temporal de los hechos de su vida no se ve alterada pero él lo percibe como saltos bruscos entre un momento y otro. Esto se debe básicamente a que cuando aparece en un momento de su vida, tiene en su memoria reciente un hecho de otro momento diferente en el tiempo, eso es lo que descoloca su percepción del tiempo, lo que su memoria le dice que ha ocurrido hace un momento. Esa es la verdadera cohesión de la continuidad. Esta es una idea muy relacionada con el montaje cinematográfico. La percepción que tenemos como espectadores del paso del tiempo en una película no viene dada por la cronología de la historia sino por cómo van transcurriendo los hechos plano a plano, escena a escena. El montaje te dice de qué momentos venimos de la misma manera que la memoria indicaría cuál ha sido el recuerdo inmediatamente anterior. Más reciente es la excelente Arrival, de Denis Villeneuve, adaptación del brillante relato La historia de tu vida (1998) de -sí, otra vez- Ted Chiang. La protagonista, Amy Adams, recuerda el futuro de la misma manera que el pasado, lo que provoca en la propia película una confusión en la flecha del tiempo.

Arrival, una obra mayor de ciencia ficción

14/10/2016 - Iñaki Ortiz Gascón

9.5 Reseña de La llegada Denis Villeneuve, uno de los directores más interesantes y versátiles del momento, se confirma aquí con una película redonda. Adapta un premiadísimo relato corto de Ted Chiang, uno de los escritores de ciencia ficción más prestigiosos de hoy en día -aunque solo escriba novela corta. El resultado es una adaptación modélica. […] Leer más

Leonard, Guy Pierce en Memento, se siente absolutamente perdido en el transcurrir del tiempo. Solo tiene noción de lo que ha ocurrido en los últimos minutos. No tiene en la cabeza su índice de sucesión ordenada de eventos y por lo tanto, no hay una percepción de transcurrir del tiempo a largo plazo. El enorme almacén de instantes del teseracto ahora no tendría orden ninguno, esos instantes serían pedazos de vida dispersos de forma aleatoria. Leonard intenta construirse una memoria artificial, un registro exhaustivo de las cuestiones más importantes, a través de tatuajes y escritos. Utiliza una de las tecnologías que más ha transformado la mente humana: la escritura. Trasladar nuestra memoria a dispositivos periféricos, aunque sean tan rudimentarios como una foto y un texto, es un planteamiento absolutamente cyberpunk, aunque Memento no parezca ciencia ficción. Permitidme recurrir por última vez a Ted Chiang, pero es que este autor también ha girado muchas veces sobre todos estos temas. Chiang reflexiona sobre la memoria escrita en el relato La verdad de los hechos, la verdad del corazón. La memoria de la humanidad, la forma de enfrentarnos a nuestro pasado, cambió una subjetividad muy imperfecta por una objetividad que, en el fondo es manipulable y que además tiene la desventaja de no llevar emociones asociadas. Una vez más, como en casi todas las películas de Nolan, el protagonista busca la objetividad sobre la realidad y fracasa, teniendo que aprender a aceptar su dudosa subjetividad como una opción válida para vivir.

La escritura como documento dudoso del transcurrir del tiempo es un tema que Nolan vuelve a plantear en El truco final. El orden del relato viene dado por la lectura de los respectivos diarios de los ilusionistas. Esta estructura la comenté más en profundidad al hablar sobre la narrativa temporal de Nolan. La principal diferencia es que aquí no va tan lejos y no altera la propia percepción de los personajes.

Origen: El metabolismo

Dejamos atrás cuestiones filosóficas y metafísicas más profundas sobre si el tiempo avanza o no. Asumimos también que un reloj puede funcionar de forma diferente en contextos astronómicos distintos pero vamos a bajar a la tierra, a las condiciones normales y vamos a centrarnos en nuestra percepción desde el punto de vista puramente sensorial. No somos un reloj de precisión pero tenemos la capacidad de percibir el transcurso del tiempo. Sabemos si ha pasado un minuto o una hora. Pero esta percepción es muy variable. Cuando estás entretenido el tiempo pasa más rápido mientras que en otros momentos de aburrimiento parece interminable. El tiempo tiene un determinado tempo, y es distinto para cada persona y para cada momento.

¿Mi percepción del tiempo es real?

La excusa que le permite a Nolan jugar con el tiempo en Origen es que en los sueños el tiempo pasa más rápido. Unos segundos reales de sueño pueden contener largas historias. Después le da una vuelta de tuerca con la idea del sueño dentro del sueño y aplicando una multiplicación de velocidades que no tiene demasiado sentido pero se la aceptamos, junto a otras intrincadas normas arbitrarias, para que nos lleve a sus mundos de ciencia ficción. Pero quedémonos con la primera cuestión pues es bien cierta. Por nuestra propia experiencia todos somos conscientes, más o menos, de este hecho, pero dejemos por aquí unas palabras del médico e investigador, Augusto Fernández Guardiola:

Parece ser que la estimación de la duración durante los sueños, está determinada por la cantidad de acontecimientos que tengan lugar. Estos sucesos son colocados por el sujeto en lo que llamaríamos, en lenguaje de la computación, “en tiempo real”. Ya hemos señalado que un metabolismo acelerado modifica el tiempo de reacción y en la estimación del transcurrir del tiempo. Durante la fase MOR del sueño, el metabolismo cerebral está muy acelerado, las imágenes oníricas se suceden con extraordinaria rapidez. Un sujeto que sea despertado inmediatamente después de un sueño, al recordar las acciones y otros eventos que lo formaban, calculará la duración de su sueño, en relación con el tiempo que hubiera transcurrido si todo lo que pasó hubiera sucedido en la vigilia. Por eso algunos sujetos tardan horas en relatar un sueño que duró en realidad unos cuantos segundos. Bastan algunas imágenes claves con valor a veces simbólico, para que se desencadene toda una historia de larga duración. 

Neurobiología de la percepción del tiempo

Aquí hay varias cosas que comentar. La primera es que la cantidad de sucesos destacables -aquí se refiere a imágenes clave- influye en cómo recordamos el tiempo transcurrido. Esto suma a la cuestión de la memoria otro factor. Por eso, una tarde sin hacer nada se nos puede hacer eterna por el aburrimiento pero al recordarla después no parece larga porque hay pocos sucesos destacables. Pero me interesa más la otra parte, la del metabolismo acelerado en la fase del sueño, que hace referencia a algo comentado previamente en el texto: la velocidad del metabolismo influye en nuestro sentido del tiempo

[…] aumentar la velocidad del metabolismo hace que el tiempo transcurrido real, le parezca a un sujeto más largo de lo usual. Lo que estaría de acuerdo con la diferencia que se observa en la estimación del tiempo por parte de los niños, comparados con los ancianos. Para los primeros, el tiempo pasa desesperadamente lento, mientras que en la senectud, los intervalos de meses y años parecen transcurrir con gran velocidad.

En una publicación del mismo científico, que está referenciada en el artículo, se muestra la relación entre la frecuencia cardíaca y la estimación que hace el sujeto de lo que son 10 segundos. Con una frecuencia alta, siente que han pasado 10 segundos cuando apenas han transcurrido 5:

Sin entrar mucho más en detalle en cuáles son los procesos corporales exactos que influyen en la percepción del paso del tiempo -entre otras cosas porque no parece estar claro todavía- podríamos entender el cerebro como un procesador. Si aumentamos su velocidad de proceso, es decir, su reloj interno, percibirá más rápido y por tanto sentirá el mundo más lento. Como una vieja cámara del cine mudo, cuando el operador hacía girar la manivela más rápido para que se filmaran más fotogramas por segundo, el resultado final de la película era una escena a cámara lenta. De esta manera, el ritmo del transcurso del tiempo sería algo diferente para cada individuo.

Se puede objetar que el hecho de que percibamos ese ritmo de forma diferente según nuestro metabolismo, no modifica el tiempo real. El planeta tardará lo mismo en dar la vuelta completa al sol. Bien, dejando a un lado que hablar de tiempo real absoluto es incómodo después de Einstein, habría que entender que la percepción personal no es solo una sensación más de la realidad exterior sino una cuestión vertebral que cambia nuestra percepción vital. Para hacerlo más palpable, Nolan lo exagera en Origen, multiplicando los tiempos hasta tal punto que Cobb (Dicaprio) y Mal (Cotillard) viven toda una vida en el espacio de un sueño. Extender o disminuir nuestra experiencia vital no es una cuestión menor. Evidentemente, el ejemplo que se nos muestra en la película es una exageración imposible, pero las diferencias que se observan en el gráfico de antes nos dejaban una relación de dos a uno. Con la edad, esta diferencia es notable y en cierto modo se puede decir que nos esté robando años de vida. La imagen de las manos envejecidas de Cobb y Mal es implacable a la hora de mostrar nuestra relación con el tiempo, porque hace referencia al efecto más importante del tiempo sobre nosotros. Nos centramos en alargar nuestras vidas lo máximo posible sin prestar atención a cuánto percibimos que duran estas.

Envejecieron juntos en una vida soñada

En la novela Ciudad Permutación (1994) de Greg Egan, existe un futuro posthumanista en el que la mente de las personas puede descargarse en ordenadores para vivir incluso prescindiendo del cuerpo ya muerto. Parte de la trama consiste en los experimentos para aumentar y disminuir el ritmo de los simuladores en los que se descargan estas personalidades. Incluso para interrumpir o desordenar los estados. Para los personajes su vida sigue avanzando a la misma velocidad dentro del simulador, ya pasen segundos o eones en el mundo real. No cambia el tiempo físico, en el sentido en el que cambia en Interstellar, pero cambia las percepción y la experiencia de los personajes es igualmente real. La reflexión de la novela llega a lugares más profundos pero basta ahora con comentar esto. 

10 buenas novelas de ciencia ficción que (todavía) no tienen película

23/04/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

Aprovechando que hoy es el día del libro voy a recomendar diez títulos de mi género favorito de novela: la ciencia ficción. Un campo en el que creo que la novela es líder, muy por encima del cine, ya que las particularidades de universos complejos y de conceptos abstractos hacen que se adapte mucho mejor […] Leer más

Esta realidad de cada habitante de Ciudad Permutación es cierta para esa persona, y no tiene manera de resolver si es la realidad o una simulación, igual que les pasa a los personajes de Origen. Una vez más el tema de la filmografía de Nolan, la imposibilidad de conocer la realidad última, y la necesidad de aceptar un cierto nivel de realidad y vivir con ello. Entre tanto, solo queda seguir intentando entender con nuestras mentes de simios qué es lo que da forma a la flecha del tiempo, si una realidad externa o nuestra propia percepción. Y a falta de nada mejor, ordenar esa flecha con dos puntos ordenados (desde, hasta), tan personales como destacados: nuestro nacimiento y nuestra muerte. O quizá, la flecha del tiempo no existe y como decía Einstein al principio, la muerte no significa nada.