Hace cuatro años hablamos del que es uno de los autores de ciencia ficción más interesantes del momento, a pesar de que no ha escrito ni una sola novela larga. Ted Chiang, el autor del relato de La llegada. Hablamos sobre su estilo, su precisión, la riqueza de sus relatos que encierran ciencia y filosofía en historias cortas. Hace unos días se ha editado en español una colección de sus relatos de los últimos años, bajo el nombre de uno de ellos, Exhalación. Un par de estos relatos ya los mencionábamos en el otro texto. Los dos últimos son muy recientes, del año pasado, aunque después de este libro ya ha publicado otros dos relatos. Este libro ha sido premio Locus a la mejor colección. Es inusual que un libro de relatos cortos de ciencia ficción capte la atención de medios generalistas que en los últimos días han publicado reseñas positivas. De verdad que vale la pena para entender algunos de los intereses del autor. El determinismo, el sentido del tiempo, la voluntad, la aceptación. Voy a comentar a continuación, uno a uno, los relatos que componen este libro.

Ted Chiang, el autor del relato de ‘La llegada’

16/11/2016 - Iñaki Ortiz Gascón

Si has disfrutado La llegada y no conoces a Ted Chiang, probablemente quieras descubrirlo. Chiang es el autor de La historia de tu vida, el relato corto en el que está basada la película. Con unas cuantas libertades, todo hay que decirlo, pero la esencia es la misma. Chiang es uno de los autores de […] Leer más

El comerciante y la puerta del alquimista

El relato que abre el libro contiene varias de las características de Ted Chiang. Se trata de una historia de viajes en el tiempo que el autor resuelve sin paradojas. Es el tipo de esquema en el que existe una única línea temporal que no cambia nunca, por más que los personajes pretendan cambiar su propio pasado. Este tipo de planteamientos son los más complicados desde el punto de vista narrativo, por dos razones. La primera es que es difícil encontrar los mecanismos que eviten las paradojas de manera razonable para el lector. En segundo lugar, cuesta mantener el interés cuando el lector ya ha entendido que nada va a cambiar. Nacho Vigalondo se enfrentaba a un reto muy similar en Los cronocrímenes, y curiosamente, lo supera de la misma manera: en lugar de cambiar la realidad, la descubre. Esto soluciona los dos problemas. Por un lado, no hay paradojas porque no hay cambio, solo hay una mayor comprensión por parte de los personajes y, de paso, por parte del lector/espectador. En cuanto al segundo problema, la revelación de lo desconocido es una herramienta esencial para mantener el interés. Y ya comenté en el otro texto sobre Ted Chiang que la revelación es uno de sus recursos más utilizados.

Contra la idea dicotómica en la que el pasado es conocido y el futuro desconocido, Chiang nos señala que también se puede uno adentrarse en el pasado desconocido y que fluir en ese sentido puede ser similar a moverse hacia el futuro. Ahora tenemos Tenet en cartelera con una situación de revelación hacia el pasado, similar (en realidad, es en Memento en la que Nolan ejemplariza todo lo que he hablado hasta ahora de revelación del pasado como recurso narrativo).

Tenet: no trates de entenderlo, siéntelo

28/08/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

9 En este texto se cuentan algunos detalles de la trama. No trates de entenderlo, siéntelo. No lo digo yo. No lo dice Nolan. Se lo dice uno de los personajes de la película al Protagonista. Esa mayúscula no es una errata, luego volveré sobre ello. Pero sí, en realidad sí que lo dice Nolan. […] Leer más

Todo esto tiene un eco muy claro en la psicología de los personajes: se trata de afrontar el pasado, de entenderlo mejor, de ser conscientes de que el pasado no se puede cambiar -en este caso tampoco el futuro- pero sí se puede entender y asumir mejor. Esta idea se repetirá en otros relatos de este libro y, por supuesto, es la idea central de La historia de tu vida (el relato de La llegada).

A nivel de estilo, Chiang decide escapar de la ambientación tecnológica y lo lleva a un cuento tipo Las mil y una noches. Esto encaja con otros relatos que Chiang decidió ambientar en el pasado, a pesar de su contenido “futurista”. En este mismo libro hay otro ejemplo en La niñera automática, patentada por Darcey. El comerciante y la puerta del alquimista ganó el premio Nébula.

Exhalación

Es el relato que da título al libro, aunque ni es el más largo ni es el que más coincide con algunas temáticas comunes de los otros relatos. Sí es uno de los más premiados (Hugo, Locus y BSFA). El planteamiento es absolutamente original, transportándonos casi sin explicaciones a un universo cerrado de seres que funcionan con aire, por lo demás no son tan distintos a nosotros, quitando que se abren el pecho para meterse pulmones cargados de aire nuevo.

¿Y a dónde le lleva todo esto tan loco? A varios lugares interesantes. En primer lugar, hay una reflexión sobre la posibilidad de examinar nuestro propio cerebro. Algo de esto ya aparecía en Comprende, un relato donde un ser excepcionalmente superdotado era capaz de leer su propio cerebro. Por otra parte, el relato es una alegoría de la segunda ley de la termodinámica: en un universo cerrado la entropía tiende a crecer. Está de moda hablar de la entropía, ahora que Nolan la ha relacionado con la flecha del tiempo en Tenet. El caso es que Chiang consigue explicar de un modo muy gráfico y sencillo, una idea bastante complicada de expresar. En el relato, la presión del aire se va equilibrando, perdiendo potencial, y cualquier máquina para revertir esta tendencia, al usar la presión del aire como motor, termina perdiendo más de lo que gana. La banca siempre termina ganando. De la misma manera, nuestros recursos son finitos.

Christopher Nolan y la flecha del tiempo

18/08/2022 - Iñaki Ortiz Gascón

«Ahora que se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Aquello no significa nada. La gente como nosotros, quiénes creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es solo una ilusión obstinadamente persistente» Carta de pésame de Albert Einstein a la familia […] Leer más

Esto es aplicable también a reflexiones más cotidianas. Por ejemplo, la explotación energética de nuestro planeta y sus limitaciones. Y en términos más filosóficos, la aceptación de que hay un fin. Un fin del universo, un fin de nuestra vida. Un fin inexorable. Si la revelación es parte del estilo de Chiang, también lo es la aceptación de la misma. En este relato tenemos ambas cosas. Es interesante, aunque esto creo que no se señala abiertamente en el relato, que las dos ideas centrales son bastante equivalentes: el planteamiento de entender tu propio cerebro es tan costoso (necesitarías una máquina superior a tu propio cerebro) como intentar revertir la entropía, ya que necesitas una máquina que gasta más de lo que genera.

Lo que se espera de nosotros

Son solo tres páginas y Chiang no necesita más para volver a darle vueltas al determinismo. Una sencillísima maquinita deja claro que el futuro está escrito y que, por tanto, el libre albedrío no existe. Que la realidad es poco más que ver pasar una película en la que nosotros somos los personajes. Esta idea es devastadora y provoca estragos en la sociedad.

El relato, como la maquinita, es sencillo, directo y reúne varios elementos recurrentes en la obra de Chiang. La paradoja de conocer el futuro, el determinismo, y el impacto de una revelación (algo que en Comprende destrozaba mentes, o que en Dividido entre cero angustiaba a un matemático).

El ciclo de la vida de los elementos de software

Es el relato más largo de la colección y es lo mejor que he leído sobre inteligencia artificial. O al menos, lo más complejo y lo más creíble. Fue el primer relato de Chiang que leí y ya no he parado. Ya hable un poco de él en el otro texto. Los seres inteligentes del relato no son robots en el sentido clásico. No son algo físico. Son software, ya lo dice el título. No son una creación estática, como un Frankestein que despierta con el alcance de un rayo, son entidades que con el entrenamiento (esa denominación casi deportiva del Deep Learning que nosotros los humanos llamamos educación) son capaces de ir adquiriendo poco a poco una mayor comprensión del mundo que les rodea.

Chiang detalla con minuciosidad propia de la ciencia ficción dura más célebre, cómo sería el proceso de crecimiento de estas IA y, paralelamente, cuál sería su encaje en la sociedad, desde lo puramente legal a las relaciones de afecto con los seres humanos. Apenas intenta incluir recursos dramáticos en sus 150 páginas. La descripción de ese proceso es tan fascinante que se hace innecesario todo lo demás. Es como ver un documental que ha llegado de varios años en el futuro. Ganó el Locus y el Hugo, merecidamente.

La niñera automática, patentada por Darcey

Este relato forma parte de un encargo. Se trataba de poner texto a una exposición de artefactos imaginarios de museos. En este caso, una niñera automática. Se podría decir que se trata de un steampunk clásico, tecnología avanzada ambientada en el siglo XIX. Dado el tipo de ucronías radicales a las que nos tiene acostumbrados Chiang, se podría decir incluso que esto entra dentro de lo convencional.

En mi opinión, hay dos temas interesantes aquí. Por un lado, teorías conductistas de educación, propias de la época, que en el fondo nos lleva a una historia de relaciones paternofiliales, prejuicios sexistas, severidad y otras cuestiones que empezaban a asomar en la época victoriana. En segundo lugar, y asombrosamente alejado de la otra cuestión -o quizá no tanto- se podría entender como una alegoría de la dependencia de la tecnología que tienen los nativos digitales. Dicho de otro modo, Chiang nos habla de los debates del siglo XXI con una historia ambientada en el XIX que trata de otras cosas. No es la única vez que lo hace, y esto nos lleva al siguiente relato.

La verdad del hecho, la verdad del sentimiento

Qué pasaría si pudiéramos tener todas nuestras experiencias grabadas como en un vídeo y pudiéramos tener acceso a cualquier momento de ellas. Hay un capítulo de Black Mirror con una premisa muy similar, Toda tu historia. Es anterior a este relato. Comparten algunas ideas. Siendo una hipótesis futurista, en realidad hablan de algo que experimentamos a diario. Nuestra manera de comunicarnos está cambiando y, en muchas ocasiones, nuestras conversaciones quedan registradas, al realizarse por escrito. A partir de este punto, Black Mirror continuaba con su habitual amargura de terror. Chiang no juega la baza fácil y se adentra en cómo afecta a nuestras emociones un cambio tan importante en la memoria.

El capítulo de Black Mirror

Paralelamente nos cuenta una historia ambientada en los tiempos en los que se empezaba a utilizar la escritura. Una vez más, como en el anterior relato, nos habla de cuestiones del siglo XXI con ejemplos de otro tiempo. Y aquí, la equivalencia es brillante porque sitúa los cambios actuales dentro de un contexto histórico, y al mismo tiempo nos recuerda que la escritura más primitiva también es un tipo de tecnología. Una tecnología que ha cambiado al ser humano, el tema cyberpunk por excelencia ambientado, sin embargo, en los albores de la Historia, antes de soñar con una pantalla. Chiang ha reflexionado mucho sobre el lenguaje, no hay más que leer La historia de tu vida, pero siempre lo hace desde una perspectiva científica. No se enfanga en esa separación absurda entre ciencias y letras. Supongo que eso es lo que le convierte en un excelente escritor de  ciencia ficción.

El gran silencio

Originalmente, este texto formaba parte de una instalación multipantalla de los artistas Allora & Calzadilla. En ella se yuxtaponían imágenes del radiotelescopio de Arecibo con otras de papagayos en peligro de extinción que viven cerca. La tarea de Chiang era escribir unos textos para una tercera pantalla. Más adelante, esos textos se convirtieron, tal cual, en este pequeño relato. Os dejo aquí un vídeo en el que están integradas las dos imágenes montadas de forma alterna y el texto, aunque originalmente debían mostrarse simultáneamente en tres pantallas:

El caso es que este planteamiento tan curioso da lugar a una fábula contada nada menos que por un papagayo triste porque el ser humano pone todo su empeño en comunicarse con alienígenas y olvida a la especies que hay en la tierra capaces de hablar. Resulta original y poética, no es de extrañar que estuviera concebida para acompañar imágenes de una instalación. Más allá de la peculiaridad, lo cierto es que no se aleja demasiado de los temas habituales del autor. La comunicación con los extraterrestres y las cuestiones más básicas del lenguaje, como ya trató en La historia de tu vida. Por el camino nos deja algunos temas científicos como la paradoja de Fermi o los trabajos con papagayos de la etóloga Irene Pepperberg. Una historia tierna y elegante.

La doctora Pepperberg y amigos

Ónfalo

Aunque muchos escritores de ciencia ficción lo intentan, es difícil encontrar reflexiones serias en el indefinido debate entre ciencia y religión. Chiang, sin embargo, es experto en mezclar estos dos conceptos. Para conseguir que la mezcla ligue, reinventa la realidad en un universo que deja ambos mundos en una misma realidad palpable. Lo hizo en su primer relato, La torre de Babilonia y también en El infierno es la ausencia de Dios. Las premisas religiosas se convierten en parte de la vida diaria y son detectables, llevándolas así a un terreno en el que se puede involucrar la ciencia. En Ónfalo, uno de los dos relatos nuevos de la colección, lo vuelve a hacer.

El planteamiento, cercano a la teología, busca preguntarse por el sentido de la vida, por si hay un propósito en nuestra existencia o somos un accidente, a partir de las decisiones de Dios que se pueden inferir a partir de observaciones astronómicas. Chiang aprovecha creencias científicas ya descartadas como ha hecho en otras ocasiones, para llevarnos a una ciencia ficción que no pretende adelantarse al futuro sino plantear un esquema distinto, que ya sabemos erróneo, para plantear su historia en los términos que más le conviene.

La ansiedad es el vértigo de la libertad

El relato que cierra la colección reúne varios de los temas comunes. Vuelve a ser una reflexión sobre la relevancia de nuestras acciones en un universo determinista. En realidad, cierto tipo de determinismo diferente al de otros relatos de Chiang. Concretamente, la interpretación de Hugh Everett de la mecánica cuántica, la favorita de los escritores, la que provoca mundos paralelos, ramas bifurcadas en función de sucesos cuánticos. Hace una lectura ética muy original de este tipo de interpretación: la valoración moral como una media de todos los actos de un individuo antes un determinado evento, en los diferentes universos paralelos. En vez de juzgar a alguien por sus actos efectivos, hacerlo según la probabilidad de un acto en función de cuántas veces se produce en las realidades paralelas. Esto que parece muy extraño tampoco está tan lejos de una idea mucho más cotidiana: no juzgar a una persona por un hecho aislado sino por el conjunto de su comportamiento. La variante de los mundos paralelos no está tan alejada.

Todas estas cuestiones derivan en interpretaciones éticas, filosóficas y psicológicas muy interesantes. Vuelve a ser una búsqueda de sentido, en este caso, del sentido de nuestros actos, de nuestra voluntad. También habla de la aceptación del pasado, cerrando así el círculo con el primer relato del libro. ¿Tiene sentido si nuestros actos son parte de un conjunto de posibilidades donde se producirán tanto unas como otras? La mayoría de estas cuestiones están abordadas en la serie Devs, de Alex Garland.

Devs: esteticismo, cuántica y religión

18/05/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

Contiene spoilers Devs es una miniserie de ciencia ficción escrita y dirigida por Alex Garland. Sobre quién es Alex Garland ya hablé en detalle con motivo de su última película, Aniquilación. Garland, especializado en ciencia ficción, empezó como novelista (La playa), se pasó a guionista con obras maestras como 28 días después o Sunshine, y […] Leer más

Es uno de mis relatos favoritos de la colección, con una extensión mayor que le permite adentrarse más en los personajes y crear un contexto más literario. Se trata de un cyberpunk cuántico, con los habituales elementos del cyberpunk. Personajes fuera del sistema, adictos y en cierto sentido, hackers. Hackers cuánticos, claro. Tiene lo bueno de los otros relatos, en cuanto a las disquisiciones filosóficas, pero se para un poco más a oler el café y los cables.

Se han escrito muchas historias sobre las variaciones en universos paralelos pero este es uno de los acercamientos más razonables. Y es que las variaciones que se producen entre diferentes ramas son caóticas. Entiéndase “caótico” en el sentido matemático del término: pequeñas variaciones iniciales provocan grandes variaciones. Otro acercamiento al fenómeno del efecto mariposa pero siendo coherente, entendiéndolo de verdad.