Este año he bajado a Madrid para acercarme a la Muestra SyFy por primera vez porque había un par de pelis a las que le tenía seguida la pista y quería conocer el ambiente. Me he encontrado con buenas películas en general, un público animado y un caos de organización como no he visto en ningún otro festival. La Muestra es modesta, le faltan directores presentando sus películas y algo de condición de evento; pero a cambio hay una buena selección de títulos que han pasado por festivales como Berlín, Venecia, Cannes o Locarno. Aquí dejo el resumen de lo que pude ver. Os lo cuento en dos entregas, vamos con la primera:

Hay que reconocer que As boas maneiras es una película atípica. Quizá fallida, sobre todo en su segunda parte, pero con cosas destacables y mucho atrevimiento. La película está claramente dividida en dos grandes bloques. El primero es el que contiene la intriga, el erotismo, el ambiente viciado, el retrato de clases. Y un concepto tan maravilloso como la licantropía prenatal. En la segunda parte, aunque hay cuestiones especialmente llamativas por grotescas, la riqueza decae, sin llegar a desmerecer del todo el conjunto.

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Está rodada con valentía, sin recurrir a lo obvio y sabiendo cuando algo puede quedar fuera de plano. Su estética nos lleva a algún lugar entre el cine social y el terror gótico, un contraste que viene dado también por su historia: cuestiones como la precariedad o el vacío social, se mezclan con la sangre, una luna llena inmensa y el sexo agresivo. La maternidad como núcleo de la historia, desde el embarazo hasta la educación. Un tema que cada vez tiene más importancia en cine, también dentro del género, sobre todo en la medida en que hay más directoras con voz. En este caso, el 50% de la dirección: Juliana Rojas y Marco Dutra.

A Day
4.5

El día de la marmota se repite tanto que empieza a repetirse en distintas películas. Tuvimos a Tom Cruise peleando con los extraterrestres en la resultona Al filo del mañana; la versión slasher en la reciente Feliz día de tu muerte; y ahora tenemos este thriller sobrenatural Coreano que va muy rápido y necesita retorcer la trama constantemente para aportar algo. No llega a aburrir gracias a un ritmo forzado pero no aporta nada, está cogida con pinzas y hay que apagar demasiado el cerebro.

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Para mí es la película de esta Muestra. Lo nuevo del director S. Craig Zahler después de su excelente ópera prima Bone Tomahawk. Funciona de manera muy parecida, desde el confort del hogar, hasta el centro puro del horror, en un viaje de pausada desesperación. En esta ocasión, más ruda, más oscura que la otra. Una de las mejores virtudes de estas dos películas es la capacidad de Zahler de mantener el ritmo tranquilo, sin apretar el acelerador. Parece una intención opuesta al cine comercial dominante que busca que todo pase muy rápido y que nadie se aburra, a costa de que todo se olvide a los diez minutos de salir de la sala. Craig no tiene miedo a perder un espectador por aburrimiento, lo que le interesa es dejar poso, y vaya que si lo consigue.

Brawl in Cell Block 99 crea desasosiego. Hueles la mierda, sientes los cortes, te muestra lugares en los que no quieres entrar. Los personajes calan. En eso también ayuda que Vince Vaughn está imponente, una gran mole de carne con buen corazón y demasiada violencia contenida. Un heredero del John Wayne de El hombre tranquilo que se guarda sus puños porque son demasiado letales. Don Johnson en un impecable hijo de puta con clase. Y el siempre inquietante Udo Kier aportando lo turbio. Zahler tiene su propio ritmo, sus propios caminos. No tiene prisa porque prefiere construir poco a poco su obra, con diálogos, gestos, situaciones. Atrapando al espectador en su viaje al infierno. No quiero dejar pasar que no veíamos la intestinación desde otro hito del género carcelario: Fortaleza infernal. Hito para mal, en aquel caso.

Aquí os dejo un resumen en vídeo de mi primer día en la Muestra:

Fue vapuleada por el público de la Muestra, con gritos de desesperación y desconcierto. Es una película china de animación que se pudo ver en la Berlinale. Tiene un estilo de dibujo underground, con contornos muy marcados y texturas sencillas. Su composición se parece más a la de una película de imagen real, concretamente a una de cine independiente muy urbana. Son planos muy cargados de detalles de puro contexto, de ambientación. Hay espacio para algo de poesía también, quizá algo pretenciosa o cursi, como la del plano del agua agitada, que era audiovisualmente atractivo -creo, porque el griterío del público apenas permitió degustarlo.

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La historia se estructura como un noir independiente de los que se pusieron de moda en los 90, gracias en parte a Tarantino o Los Coen. Varias subtramas, hilo complicado, muchos personajes y una bolsa de dinero que va de un sitio para otro. Muchas quejas del público venían a cuento de que era difícil de seguir. Yo estoy por hacerme una camiseta que diga “la trama no importa”. Lo importante en este caso es de qué habla la película. Trata sobre todo de cómo el capitalismo ha entrado con mucha fuerza en China y es la ideología dominante aunque no lo sea nominalmente. Hay dos referencias, dos, a Steve Jobs. Se habla de startups. Toda la trama se mueve por una bolsa de dinero y el plano final, con la cara de Mao en los billetes mojados por la lluvia es el símbolo definitivo. No importa tanto si es fulanito o menganito el que tiene el dinero o quién le debe a quién; importa el retrato social, la desesperanza que transmite en un mundo de desamparo, competición e individualismo. En este sentido también recuerda al crítico cine de Jia Zhangke, quien por cierto, presentó la película en su premiere en China y dijo que era un hito para la animación en su país.

El cine de zombies está trillado hasta el extremo. Este pequeño subgénero que se ha puesto muy de moda nos ha dado en los últimos años montones de películas y una exitosa serie. Pero es que ya venía trillado antes de que se pusiera de moda. No hay festival de terror sin su peli de zombies, si no son más de una. De vez en cuando, alguna aporta algo nuevo, como esa reconversión al cine de aventuras clásico que es Train to Busan. No es el caso de The Cured, que podemos etiquetar fácilmente en la peor vertiente del género: zombies tristes. Un drama con mucha lágrima -al menos Ellen Page llora mejor que Chuache en Maggie que se interrumpe de vez en cuando con sustos forzados a costa de rugidos con mucho reverb y a todo volumen. Está rodada con poco talento, nula atmósfera.

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Lo que hace algo diferente a The Cured es la idea que hay detrás. Habla de las dificultades de la sociedad para curar heridas, para la reconciliación después de un conflicto. Típicamente, una guerra o una etapa de terrorismo. La cosa va más por lo segundo, y sabiendo que la película es irlandesa es fácil situarlo. The Cured es una película sobre el Ira, a todos los efectos. Están todos los puntos de vista habituales. Los militares, la prensa, las víctimas, las torturas, los presos, los dirigentes terroristas, los que han sido arrastrados a la violencia… Está todo y lo está de la misma manera que siempre. Y es que si hay algo más gastado que los zombies son las pelis del IRA. Y aquí, que había material para darle mucha caña, bien calladitos que estuvisteis, mandanguers!

Muestra SyFy 2018 – parte 2