Aprovechando que hoy es el día del libro voy a recomendar diez títulos de mi género favorito de novela: la ciencia ficción. Un campo en el que creo que la novela es líder, muy por encima del cine, ya que las particularidades de universos complejos y de conceptos abstractos hacen que se adapte mucho mejor al texto que a la imagen. No sé si es por eso o por otra razón, hay unas cuantas grandes novelas de ciencia ficción que no han sido llevadas al cine todavía y quiero recomendar su lectura. Así que aquí no hablaré de grandes novelas que ya han sido llevadas al cine como 2001, una odisea en el espacio, Dune de la que está a punto de hacer su versión Villeneuve o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Tampoco os voy a volver a decir que de Guerra Mundial Z mejor os olvidéis de la peli y vayáis directos a la novela, ni que la mediocre adaptación de El juego de Ender tampoco le hace sombra al material original.

 

Cyberpunk

Seguramente el género más relevante de la ciencia ficción en estas décadas de revolución digital sea el cyberpunk y sus derivados. Vamos con tres buenos ejemplos. 

La chica mecánica (2009)

Paolo Bacigalupi – Biopunk

El postcyberpunk está llegando a límites tan alejados de sus raíces que ya ni siquiera es necesario que intervengan ordenadores. Si en el cyberpunk clásico hay piratas informáticos, aquí hay piratas genéticos. Modifican, roban, espían creaciones genéticas de laboratorio. 

La historia está ambientada en un futuro en el que la energía es extremadamente escasa y los experimentos genéticos han provocado plagas desastrosas. La alimentación ahora tiene propiedad intelectual. Cuestiones que están de actualidad, casi asomando, como el uso de los transgénicos y sus implicaciones en soberanía alimenticia. La atmósfera sudorosa y el mundo decadente que crea Paolo Bacigalupi casi se puede oler. Es capaz de adentrar al lector en ese universo extraño que tiene como base algunos de los males de nuestro tiempo, como el cambio climático o el poder en el ámbito de los transgénicos de megacorporaciones malvadas como Monsanto.

No hay película pero hay trailer de la novela:

La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas (1995)

Neal Stephenson – Nanopunk

Hace muy buena pareja con La chica mecánica. Claramente cyberpunk en cuanto al desapego por el cuerpo, el declive de las naciones frente a los grupos de poder en un mundo globalizado, entornos virtuales. Pero tampoco se centra en los ordenadores, aunque haya referencias explícitas a la máquina de Turing. En este futuro existe una tecnología para intervenir directamente en la materia física. Algo como una impresora 3D pero a lo bestia. De hecho, la filosofía de código libre para objetos físicos que tenemos ahora con las impresoras 3D tiene mucho que ver.

Al igual que La chica mecánica, esta es una novela en la que la trama no tiene tanta importancia como el contexto, el universo de ficción que crea Neal Stephenson. Consideraciones sobre la educación, la lucha de clases, el poder. Una de las novelas de ciencia ficción más importantes de los 90.

 

Neuromante (1984)

William Gibson – El padre del cyberpunk

Y si hablamos de Cyberpunk tenemos que hacer una mención al padre de la criatura, William Gibson y a su novela fundacional, Neuromante. Es sorprendente que no exista una adaptación como tal de esta novela, aunque sus elementos están presentes en muchas películas de los años 90. Resulta extraña leída hoy en día, pues es una historia sobre hackers en la red escrita en un tiempo en el que todavía la interconectividad era muy primitiva. El hecho de que ahora haya una base para ese universo que entonces era inventado, resulta chocante y hasta confuso a veces.

En todo caso, podemos observar los elementos más puros del género. El hardware, los hackers, la oscuridad, la desatención por el cuerpo y el mundo físico en general. El activismo desde el individualismo.

 

Para locos de la ciencia

Sí, en toda la ciencia ficción hay ciencia, y en concreto en estas 10 recomendaciones, bastante. Pero algunas veces va un poco más allá y se permite adentrarse hasta el fondo en ella. Ya escribí hace un tiempo sobre uno de los mejores en esto, Ted Chiang, el responsable del relato que dio lugar a La llegada. Si os gustan los relatos cortos y la minuciosidad científica dadle una oportunidad porque vale mucho la pena. En concreto, os recomiendo el relato Comprende, que me parece verdaderamente brillante.

Ted Chiang, el autor del relato de ‘La llegada’

16/11/2016 - Iñaki Ortiz Gascón

Si has disfrutado La llegada y no conoces a Ted Chiang, probablemente quieras descubrirlo. Chiang es el autor de La historia de tu vida, el relato corto en el que está basada la película. Con unas cuantas libertades, todo hay que decirlo, pero la esencia es la misma. Chiang es uno de los autores de […] Leer más

Pero aquí vamos con dos novelas, una protagonizada por figuras geométricas y otra que trata cuestiones metafísicas de la computación.

Planilandia: un romance de muchas dimensiones (1884)

Edwin Abbott Abbott – Geometría dramática 

No me he equivocado en la fecha, es una novela del siglo XIX. A finales del XIX y a cuento de la nueva gemoetría de Riemman, la sociedad estaba apasionada con la cuarta dimensión. Y digo la sociedad, no solo la comunidad científica. Los espiritistas creían que allí habitaban los fantasmas, y había quién decía que podía moverse a través de la cuarta dimensión. Siete años antes de la publicación de esta novela, el astrofísico Johann Karl Friedrich Zöllner intentaba demostrar las capacidades 4D del medium Henry Slade, delante de muchos científicos. Este ambiente difuso entre la magia y la ciencia queda reflejado en El truco final, la excelente película de Nolan. Pero a lo que vamos, este interés popular por cuestiones tan abstractas de la ciencia fueron el caldo de cultivo ideal para esta novela que encontrarás más fácilmente recomendada en blogs de matemáticas que en otros sobre literatura.

Para conseguir transmitir la idea de cuatro dimensiones, una forma muy didáctica es llevarlo más abajo y pensar en un universo en dos dimensiones y qué supondría para sus habitantes el incomprensible concepto de la tercera dimensión. Y eso es la novela. Sus habitantes viven en un mundo plano -idealmente plano, no existe el concepto de arriba y abajo. Son figuras geométricas. Cuadrados, círculos… Y un día alguien recibe una visita extraña y muy voluminosa. Quiero decir también que además de su carácter didáctico es una novela entretenida, que se lee muy rápido -dependiendo de la imaginación espacial del lector- y que además aporta una crítica a la estructura de clases.

Aunque no hay película sí que existe un corto de animación.

 

Ciudad permutación (1994)

Greg Egan – Computación filosófica

Pocas novelas de ciencia ficción he leído con una idea de fondo tan abstracta y con tal calado metafísico. Si te dejas llevar a sus mundos virtuales te puede volar la cabeza con sus planteamientos. No es una novela que hable, como otras que he recomendado, sobre temas sociales, políticos, ecológicos… No, su desarrollo es una reflexión filosófica sobre la esencia misma de la realidad

Lo cierto es que sí tiene algunos elementos que podemos encontrar en un plano más práctico. Por ejemplo, Egan adelanta un mundo en el que el tiempo de computación en nube es un recurso escaso con mucho valor. Lo podemos ver fácilmente hoy en día en las TPU (unidades de procesamiento tensorial) que alquila Google, orientadas al machine learning. Apenas necesita trama y tiene muy pocos personajes. No busca el camino fácil y no es para el lector que busque un rato entretenido sin pensar demasiado sino para el que pueda sentir un cosquilleo con conceptos como el de nación solipsista.

 

Más allá de la Tierra

El espacio es una fuente inagotable para la ciencia ficción. La última frontera. Un lugar desconocido y al mismo tiempo, extremadamente estudiado por la ciencia. Desde las novelas más rigurosas hasta las más lúdicas.

Cita con Rama (1972)

Arthur C. Clarke – Ciencia ficción dura

Vámonos ahora al espacio pero sin dejar del todo el apartado anterior, porque si alguien le da importancia a los detalles científicos es Arthur C. Clarke, el autor de la célebre saga de 2001. Cita con Rama es un ejemplo muy claro. Se trata de un encuentro con una gigantesca nave extraterrestre que tiene su propio ecosistema. Gran parte de la novela se dedica a detallar las particularidades geográficas de este pequeño mundo. Como en otros casos de los que he hablado, la trama ocupa un segundo término y lo importante es imaginar ese mundo artificial.

David Fincher jugó un tiempo con la idea de llevarla al cine. Creo que pocos aparte de él podrían atreverse con una adaptación de un material tan frío.Morgan Freeman estaba empeñado en que se iba a hacer. Al final se quedó en nada.

Marte Rojo (2001)

Kim Stanley Robinson – Historia futura

Pasamos del maestro a un autor que para muchos es su sucesor. Lo cierto es que esta novela fue elogiada por el mismo Clarke. No es para menos. La manera en la que Kim Stanley Robinson cuenta la colonización de Marte es minuciosa, creíble, detallada. Este es el inicio de una trilogía (Marte verde, Marte azul) sobre colonización y terraformación. Aborda no solo las cuestiones científicas sino también las políticas, de convivencia, morales y todo lo que implica esta nueva civilización. Con el rigor de un historiador pero que trabaja con la imaginación.

 

Los desposeídos (1974)

Ursula K. Le Guin – Anarquismo espacial

Aunque la novela hable de un físico, trata más de política que de ciencia. En concreto, imagina una sociedad anarquista separada del planeta madre que sigue manteniendo el modelo capitalista. La autora estudia cómo funcionaría ese sistema, cuáles serían los problemas, cuáles las virtudes. También incluye algunas reflexiones sobre el trato indistinto al género, por ejemplo, todos los nombres de sus ciudadanos son unisex.

Una trama sencilla, con intrigas de poder, que en realidad dejan espacio al retrato de las sociedades, evidentemente con paralelismos claros con su tiempo. Parte de la historia es la construcción de un “ansible” un aparato de comunicación FTL (más rápido que la luz) que la propia autora acuñó en otra novela y que después ha sido usado por varios escritores de ciencia ficción.

Las estrellas mi destino (1956)

Alfred Bester – Aventuras en el espacio-tiempo

Aunque es una historia con paradojas temporales bien hiladas, esta es principalmente una novela de aventuras muy entretenidas. Protagonista carismático en unas peripecias improbables como intentar sobrevivir dentro de una especie de armario flotando por el espacio. Un ritmo que provoca que sea lea de un tirón. Un space opera menos ingenuo, más moderno que lo que se venía haciendo.

Hace unos años se decía que iba a haber una adaptación cinematográfica e incluso que ya había unos guionistas trabajando, Jordan Voght-Roberts incluído (el que empezó a lo indie con Los reyes del verano y luego hizo Kong: la isla de la calavera). Pero no parece que haya cuajado de momento.

Hyperion (1989)

Dan Simmons – Los cuentos espaciales de Canterbury

Y dejo para el final la que es mi novela de ciencia ficción favorita de todos los tiempos. Ahora a Dan Simmons se le conoce más por su novela The Terror que ha sido adaptada a serie. Hyperion está inspirada en Los cuentos de Canterbury. Es decir, un grupo de personas de viaje que van contando su propia historia. Esto le permite a Simmons adoptar en cada historia un estilo narrativo completamente distinto, incluso un subgénero diferente. Aunque podemos englobarlo todo dentro del space opera, tenemos cine negro, cyberpunk, misterio…

Una historia llena de imaginación, de mundos imaginarios. Tiene algo que no suele ser el fuerte del género: está muy bien escrita. No es concluyente del todo, hay una segunda parte que no es tan brillante pero que conviene leer para cerrar la historia. Después hay un par de entregas más.