Tras su debut con Apples en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, Christon Nikou presenta su segunda película en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián: Esto va a doler. Si en aquella Nikou reflexionaba sobre el olvido, el dolor y la sociedad moderna desde el minimalismo, la distopía y el humor negro, en ésta lo desarrolla todo ello desde uno de los géneros cinematográficos más populares: La comedia romántica.
Esto va a doler comienza con toda la pirotecnia de clichés de comedia romántica: Las reuniones de parejas de amigos, bailes cómplices o sesiones de cine de comedias románticas clásicas. Con códigos actualizados y sin perder en ningún momento la sonrisa.
Pero Nikou, como ya demostró en su magnífica ópera prima, no se iba a quedar en la superficie, o mejor dicho, iba a usar esa superficie para un fin mayor. La sociedad dominada por el algoritmo, la inestabilidad, la incertidumbre. El amor a la carta. Amor mercantilizado. Una sociedad infectada de inseguridad y necesidad de aceptación ajena constante. El género cinematográfico más icónico y popular es la herramienta, una disección de la sociedad actual es el fin.
La comedia romántica es la foto que la sociedad ha convenido, el ideal a alcanzar. Lo que está bien. Hemos desgranado esa foto, analizado y desarrollado unos cánones a cumplir para alcanzar ese ideal social. La comedia romántica materializa el pacto social sobre las relaciones sentimentales. En Esto va a doler Nikou los pone en evidencia todos ellos y los actualiza.
Asunción de convencionalismos, muchos absurdos -¿arrancarte una uña? ¿de verdad?- sin cuestionamiento propio, el algoritmo que condiciona las relaciones sociales. En la comedia romántica de hoy no se obvia el dolor, la incertidumbre. Los dos personajes protagonistas, interpretados de manera magistral por Jessie Bukley y Riz Ahmed, hacen caminos inversos. El personaje de Jessie se aferra en busca confirmar los elementos estereotípicos en su relación hoy, el de Riz busca sentir en el bucle actual de relaciones objetivadas. Pero, como dice el personaje de Riz, olvidemos la pantalla; «estoy aquí», y vamos a vivir. Y vivir, a veces, duele.
La cámara de Nikou busca constantemente encerrar a los personajes, con primeros planos y espacios cerrados. Juegos de luces y claroscuros. Como si de un aparato de televisión de los años 90 se tratara. Y es que en Esto va a doler la revisión de los estándares sociales de las últimas décadas del siglo XX se produce mediante un supuesto test de compatibilidad mostrado por una pantalla de televisión de las últimas décadas del siglo XX. La comedia romántica, eterno espejo, como el medio para evidenciar el cambio social. Y es que Esto va a doler es la comedia romántica del siglo XXI.