Entre los 70 y 80, en el periodo de mayor urbanización francesa después de la Segunda Guerra Mundial, se construyeron edificios con diseños atrevidos que sin embargo no estaban dirigidos a la clase alta. Hace poco vimos la excelente París, distrito 13 de Jacques Audiard, que en su título original hace referencia a la urbanización, Les Olympiades, construida en los años 60 y nos muestra cierta precariedad en la zona. Ahí no estamos tan lejos del centro de París. Si viajamos unos 16 kilómetros al este llegamos a la comuna de Noisy-le-Grand, en la que dos arquitectos españoles diseñaron grandes edificios con ambición innovadora, que tampoco estaban dirigidos a la clase alta. Ricardo Bofill diseño Les Espaces d’Abraxas, que aparecen por ejemplo en Los juegos del hambre, y al lado está el Arenas de Picasso, de Manolo Núñez-Yanowsky, que es ese curioso edificio circular donde viven los personajes de Vermin.
El objetivo de Yanowsky era evocar una carreta volcada, siendo la fachada circular que vemos en la película, una de las ruedas al aire. Al otro lado de la plaza hay otra enfrentada. Lo cierto es que desde el principio el edificio fue rebautizado como “Edificio Camembert” que era lo que veían realmente los vecinos. A veces pasa que lo que sobre el papel tiene una intención muy bien buscada, el resultado es eso, un queso camembert.
La zona tiene mucha vivienda protegida y, como se ve en la película, está habitada por familias con pocos recursos. Es foco de delincuencia. Este tipo de suburbios, banlieues como dicen ellos, están siendo objeto de interés para muchas películas francesas, como la citada París, distrito 13 (en una zona menos extrema) o Los miserables de Ladj Ly ya en un suburbio más duro. Vermin va en la misma dirección, un fondo social en el que vemos cómo viven en condiciones difíciles los vecinos del barrio. Que la araña de la introducción venga del desierto, ya envuelta en violencia es también una referencia clara al origen migrante de gran parte de esta comunidad.
Se añade una historia emocional entre los personajes, algún trauma de la infancia y una crítica frontal a las fuerzas del orden. Además, todo tiene una reminiscencia al confinamiento y los abusos que se pudieron llevar a cabo por las asimetrías de clase. Se podría hacer otra peli de arañas en las residencias madrileñas también. Ya está. Con eso ya tenemos todo lo necesario para darle un poso de profundidad a una terrorífica historia de arañas asesinas. Cine de terror con transfondo social y humano y con lectura actual. Sobre el papel estaba claro. El problema es que al final te puedes encontrar con un queso camembert.
Las motivaciones emocionales de los personajes están metidas con calzador, no podían importar menos. Paran la película sin aportar nada. El retrato social tiene un pase, al menos por la pertinencia de lo que cuenta en este momento. Pero lo que termina por echar abajo la película es la nula capacidad para generar tensión, incluso teniendo un elemento tan instintivamente espeluznante como las arañas. Aunque en la introducción -que no está mal- vemos unas arañas que son temibles incluso a campo abierto y atacan con fiereza y velocidad; una vez dentro del edificio, que debería ser una trampa mortal, vemos unas arañas razonables y a los personajes permitiéndose adentrarse en pasillos atestados sin demasiadas bajas. Falla en la cuestión más básica de peli de monstruo, que este debe ir siempre por delante de los héroes y ser un peligro claramente implacable. Por favor, que el director se repase Tiburón o Alien y se vuelva a presentar a examen, porque falla en cuestiones que están más que superadas.
Quizá estaba más interesado en el comentario social, que es donde menos resbala la película, pero no es capaz de trabajar la anticipación o enfatizar el peligro. Fracasa en los encuadres, en lo que deja fuera, en lo que muestra y en lo que oculta. Esto hace que la película se caiga. Por muchas capas que tenga tu película, si estás tratando con arañas asesinas jamás pueden parecer inocuas. Tampoco ayuda que los planes de los personajes sean algo difusos y toda la parte final sea una deriva no se sabe muy bien hacia dónde. En el lado bueno: una estupenda selección musical de música urbana francesa.