Reseña de All We Imagine As Light, de Payal Kapadia
El regreso del cine Indio a la lucha por la Palma de Oro de Cannes ha sido por la puerta grande con All We Imagine As Light de la directora Payal Kapadia, la misma que fue premiada con el Golden Eye al mejor documental por A Night of Knowing Nothing (2021) tras su paso por la Quincena de Realizadores. Aquella película, aunque etiquetada como documental, era más bien una ficción construida a partir del collage de una serie de hechos reales. Una interesante propuesta que parece continuar en los primeros minutos de All We Imagine As Light cuando escuchamos en off una serie de testimonios sobre la vida en Mumbai, la ciudad más poblada de India, mientras vemos la luminosa y bulliciosa noche de la ciudad. Hasta que la cámara se centra en una mujer, que inmediatamente sabremos que es una de las protagonistas de la película.
All We Imagine As Light cuenta la historia de tres mujeres, Prabha (Kani Kusruti), Anu (Divya Prabha) y Parvaty (Chhaya Kadam), que trabajan como enfermeras en un hospital de Mumbai. Provenientes de pequeños pueblos del sur de India, cada una de ellas tiene sus propias preocupaciones y sueños. Prabha, la más reservada y meticulosa, intenta mantenerse fiel a su marido que trabaja en Alemania, a pesar de la distancia y el tiempo que los separa y de los evidentes intentos de seducción de un doctor del hospital. Anu, joven y vital, está inmersa en una relación secreta con Shiaz (Hridu Haroon), un joven musulmán, lo cual provoca rumores y tensiones en el hospital debido a las diferencias religiosas. Parvaty, la mayor y viuda, enfrenta el riesgo de desalojo de su hogar, ya que un promotor inmobiliario ha comprado su edificio y ella carece de los documentos necesarios para probar su derecho a permanecer allí. Los problemas del día a día se mezclan con situaciones más graves o con la complejidad de sus situaciones amorosas, con la misma naturalidad que la lluvia cae sobre Mumbai y que las tres mujeres desarrollan un vínculo profundo y una gran empatía.
Kapadia nos cuenta esta historia de una manera poética y altamente sensorial y sensual. Podemos sentir el roce, tan accidental como buscado, de los dos amantes en el autobús, el frío tacto del metal contra la piel de una olla en un intento desesperado de recordar otros contactos, la lluvia pegando las ropas a los cuerpos o las caricias de dos amantes realmente enamorados. Todo esto lo hace Kapadia con una mirada claramente femenina, marcada por su enfoque en la experiencia subjetiva y emotiva de las protagonistas, cargada de política aunque no lo parezca; pero es que no es solo la manera de representar a la mujer, también el hecho de mostrar una relación entre una mujer hindú y un musulmán en estos tiempos. En la India actual, bajo las políticas nacionalistas impulsadas por el primer ministro Narendra Modi, ha habido un aumento muy importante de las tensiones religiosas y políticas, lo que convierte a este relato en algo valiente además de hermoso.
Si la película funciona es también gracias al gran trabajo de todo el reparto. Las actuaciones de Kani Kusruti y Divya Prabha son particularmente destacables. Kusruti le confiere a Prabha una dignidad y complejidad conmovedoras, mientras que Prabha aporta una frescura y volubilidad encantadoras a su personaje. Chhaya Kadam también brilla en su papel de Parvaty, en una actuación que, como las de sus compañeras, está cargada de matices en los gestos y las miradas.
Por supuesto, como toda gran ciudad, Mumbai está llena de gente que viene de fuera a buscarse la vida, como nuestras protagonistas, y esa mezcla de clases -sobre todo en una sociedad tan estratificada como la india-, idiomas y sueños, también está muy bien reflejada. Como suele decirse en estos casos, Mumbai es un personaje más y la fotografía captura maravillosamente la esencia de la ciudad, con su bullicio, sus colores vibrantes y su incesante energía. La fotografía, a cargo de Ranabir Das, y la música, compuesta por Dhritiman Das, complementan esta atmósfera, creando un ambiente que refleja la vibrante pero a menudo caótica vida de Mumbai, aunque dando espacio para la intimidad, la pausa y el desarrollo de los perosnajes. La cinematografía de Das es excepcional y logra un preciso equilibrio entre lo documental y lo poético, con imágenes que capturan tanto la intensidad como la belleza de la ciudad. La música de Dhritiman Das, una partitura de piano de jazz, acompaña perfectamente a las imágenes.
Sin embargo, el último acto se escapa de Mumbai para ir a un pequeño pueblo costero, la fotografía adopta un tono más lírico y contemplativo, capturando la tranquilidad y la belleza natural del entorno y es entonces cuando la película se baña de un realismo mágico que lo explica todo y da sentido al viaje de nuestras protagonistas. En este entorno, lejos del estrés y la agitación de la ciudad, las mujeres encuentran un espacio para la introspección y la revelación personal. Y así, cuando todas las piezas encajan, la película termina con un hermosísimo final que seguro que sigue resonando mucho después de que la película haya terminado.