Reseña de Limonov: The Ballad, de Kirill Serebrennikov
Eduard Veniaminovich Savenko, conocido como Limonov, fue un escritor, poeta y político ruso, nacido en 1943 y fallecido en marzo de 2020. Una figura polémica y multifacética que desafió constantemente las convenciones y fronteras de la sociedad rusa y global. Desde sus inicios como poeta underground en la Unión Soviética, pasando por su vida como emigrado en Estados Unidos y Francia, hasta su regreso a Rusia donde se convirtió en un líder político y fundador del Partido Nacional Bolchevique, Limonov destacó por su capacidad para reinventarse y por la mezcla de escándalos, ideologías extremas y un talento literario indiscutible, haciendo de él un personaje inabarcable pero que, a la vez, ejemplifica gran parte de las contradicciones de la sociedad actual. Emmanuel Carrère hizo una magnífica aproximación al personaje en su biografía Limónov, la misma en la que se ha basado Kirill Serebrennikov para hacer su película Limonov: The Ballad.
Kirill Serebrennikov es un habitual del Festival de Cannes desde que su película El estudiante fuera seleccionada para Un Certain Regard en 2016. Desde entonces ha estado en la lucha por la Palma de Oro con Leto (2018), Petrov’s Flu (2021) y La mujer de Tchaikovsky (2022) y, por supuesto, con Limonov: The Ballad. Un cineasta con una fuerza visual innegable y con cierta tendencia al exceso, un estilo que le va como anillo al dedo a una historia como la de Limonov, un personaje tan magnético como excesivo.
Limonov es retratado por Kirill Serebrennikov como un individuo en constante estado de rebelión. Según la época, dirige su ira contra el comunismo, los disidentes, el capitalismo estadounidense y la idealización occidental de la URSS.
Limonov: The Ballad es un collage que recuerda a los fanzines punk -o a su película Leto– con títulos de capítulos destacados y animaciones simples, rebosante de energía. Estos fragmentos los une Serebrennikov con unas transiciones visuales en plano secuencia que son una auténtica maravilla y que están a la altura de muy pocos realizadores. El trabajo del director de fotografía Roman Vasyanov y del editor Yuriy Karikh maximiza el uso de los escenarios neoyorquinos recreados en Riga por Vlad Ogay, logrando un efecto realmente realista. La música se emplea de manera muy acertada, incluyendo sorprendentes versiones de The Velvet Underground interpretadas por la banda rusa Shortparis (lo que nos vuelve a llevar a Leto).
La película presenta una estructura acelerada, fragmentada y caótica, como si quisiera crear una épica rusa contemporánea. Limonov se muestra como un ser humano complejo, con grandeza y monstruosidad, ternura y ridiculez, todo a la vez. Una manera de reflejar las contradicciones y neurosis de la sociedad moderna. La interpretación de Ben Whishaw es magistral, logrando unificar los diversos aspectos de este personaje esquivo y destacando por su convincente acento ruso. Es cierto que, como la vida de Limonov, puede ser una película confusa y que ciertos bandazos del personaje pueden parecer algo arbitrarios si no se conoce la historia previamente. Aunque lo cierto es que conociéndola también hay cosas inexplicables. Es fácil sentir que no se entiende la deriva de un personaje que convirtió su vida en una serie de provocaciones y posturas ideológicas que él parecía entender como una forma de performance.
Por cierto, se lee Limónov. Llana. Como deja bien claro el protagonista.