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Dentro de la ecléctica y prolífica filmografía de François Ozon, se incluyen numerosas adaptaciones literarias y sus retratos de jóvenes masculinos. En obras como En la casa (2012),  Una nueva amiga  (2014), Frantz (2016) o Verano 85 (2020), el director francés ha demostrado un agudo instinto para reinterpretar textos ajenos con una mirada profundamente personal. Con El extranjero, Ozon se atreve con uno de los pilares de la literatura francesa del siglo XX: la novela de Albert Camus, tantas veces adaptada, siendo la más célebre la de Luchino Visconti con Marcello Mastroianni y Anna Karina. La suya es una versión fiel, sobria y reflexiva, pero también estilizada y muy consciente del contexto político que late en el fondo del texto original.

La película narra la historia de Meursault (Benjamin Voisin), un joven francés que vive en la Argelia colonizada de los años 30. Cuando su madre muere, su reacción —fría, desapegada, casi mecánica— lo define desde el primer momento: no llora, no busca consuelo, no finge. Al poco tiempo comienza una relación con Marie (Rebecca Marder) y se ve envuelto en los asuntos turbios de su vecino Raymond (Pierre Lotin), que terminarán por arrastrarlo a un crimen irreversible. Ese gesto en apariencia inexplicable marcará el destino de Meursault, no tanto por el crimen en sí, sino por lo que representa en términos de moral, fe y normas sociales.

Como ya ocurría en El tiempo que queda (2005), Ozon se interesa aquí por un protagonista que vive su final —ya sea físico o existencial— con una mezcla de lucidez y desconexión emocional. Meursault, el hombre que ni siente ni padece, que no pretende siquiera que los demás sientan o padezcan por él, se convierte en el epicentro de una película que mantiene la distancia, incluso en los momentos de mayor tensión. La segunda parte del film, centrada en el juicio, expone con claridad ese absurdo que Camus formuló: Meursault no es condenado por matar, sino por no saber dar sentido a su acto, por negarse a hacerlo, por negarse siquiera a intentarlo, por su rechazo a fingir lo que no siente, por no plegarse a la expectativa colectiva de arrepentimiento, duelo y redención. Por negarse a hacer lo que la sociedad espera.

Rodada en un cuidado blanco y negro, por momentos demasiado pulcra y esteticista, la película encuentra su seña de identidad en la contención. La fotografía realza tanto la belleza árida del paisaje como el vacío existencial del protagonista. Hay en cada plano una frialdad deliberada, pero también un rigor formal que evita cualquier concesión emocional o estética innecesaria. Ozon no subraya, no explica: deja que el absurdo, la soledad y la extrañeza hablen por sí mismos. Y finalmente, El extranjero acaba adoptando la personalidad de su protagonista: distante, misteriosa y casi inerte.

Con El extranjero, François Ozon entrega una adaptación fiel a su origen en espíritu y forma, pero también marcada por su mirada contemporánea. El contexto colonial —apenas sugerido por Camus— aquí adquiere mayor presencia, con una sutil atención a los personajes árabes y a la violencia estructural del entorno.

El extranjero

Media Flipesci:
6.3
Título original:
L'étranger
Director:
François Ozon
Actores:
Benjamin Voisin, Rebecca Marder, Pierre Lottin, Swann Arlaud, Denis Lavant