Se ha presentado mundialmente en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián. Joan of Arc, de Hlynur Pálmason, es un mediometraje de una hora que se complementa con su otra película, El amor que permanece, que estuvo en Cannes y ahora ha pasado por Perlak. De hecho, algunos de los planos son compartidos en ambas películas. Se podría decir que Joan of Arc es la extensión de una pequeña “subtrama” -por llamarla de alguna manera- de la otra película. Concretamente, el poste que plantan los gemelos y al que atan un muñeco que va tomando forma de caballero medieval y finalmente la identidad de Juana de Arco. En realidad, no hay más trama que esa, no ocurre nada más que la pura premisa, y sin embargo, la hora no se hace larga gracias a la frescura de los actores, que son los hijos del director, principalmente los gemelos pero también la hija mayor. Por cierto, los gemelos se apellidan Hlynsson y la hermana Hlynsdóttir, por lo que podrían parecer apellidos distintos, pero es lo normal en Islandia, significan respectivamente hijo e hija de Hylnur.
Para rodarlo se ha usado el mismo esquema que en su cortometraje Nest, es decir, planos fijos grabados siempre desde el mismo punto exacto a lo largo de muchos meses. En concreto este rodaje ha durado tres años, en un punto cercano a su casa. Ensayaban un poco los diálogos, que el director escribía expresamente para sus hijos, conociéndoles bien, y aun así estos a veces añadían alguna cosa de su cosecha que Pálmason ha decidido dejar para darle más realismo. Para asegurarse de que el plano era siempre idéntico, plantaron un trípode y lo encerraron dentro de una jaula. Lo que va cambiando el paisaje es el paso de las estaciones y también la diferente meteorología.
Se pueden hacer interpretaciones, como buscar el significado de Juana de Arco, el martirio, la condición humana y todo eso. Pero aunque es cierto que las obras tienen su propio recorrido más allá de las intenciones de sus autores, el director ni siquiera estaba pensando en el personaje al inicio. Pretendía ser un caballero blanco y después fue apareciendo la figura femenina. Pálmason es un director sobre todo plástico, que parece más interesado en los procesos visuales que en un desarrollo de guión. Así lo parecía en Godland, donde la imagen estaba por encima de casi todo. Y así lo parece tanto en esta película como en su complementaria, además de en Nest, donde el protagonista es el paso del tiempo y su efecto sobre los materiales y la naturaleza. El paisaje, el tiempo, el deterioro, las estaciones, el crecimiento. Con el suficiente gusto para hacer ameno algo que podría ser soporífero. Un cineasta curioso. Recomiendo, si os da tiempo, complementar estas dos películas con su exposición en Tabakalera, que tiene contenidos de las dos obras y más.