Este año ha surgido una nueva queja, por lo menos yo no la había escuchado antes, sobre el Zinemaldi. Su tamaño. En concreto mucha gente se queja del excesivo número de películas en Sección Oficial.

La sección oficial de 2016 ha tenido 234 películas con 25 películas en Sección Oficial (17 a concurso y 8 fuera de concurso). En 2015 fueron 235 películas, con 22 películas en la Sección Oficial (17+5), en 2014 fueron 227 y 21 (17+4), en 2013 la cantidad fue meno con 151 y 16 (13+3), mientras que en 2012 la cantidad fue de 150 y 18 (14+4). Así que es innegable que el Festival de Cine de San Sebastián ha crecido de tamaño estos últimos años, aunque no ha recuperado el día de duración que perdió durante la crisis.

Así que ahora mismo tenemos 9 días para ver 234 películas y, evidentemente, eso es algo totalmente imposible. Aunque ver todas las películas de cualquier gran festival es igual de imposible. También es cierto que no todas las secciones tienen el mismo interés general. No es lo mismo Perlas que Culinary Zinema o Savage Cinema. No es lo mismo Zabaltegi que la retrospectiva clásica. El Zinemaldi ha crecido, ha creado nuevas secciones, ha dado identidad propia a otras y ha tratado de llegar al mayor número de público posible.

sala-llena-alex-abril

Foto de Álex Abril

Una mayor oferta en una ciudad con carencia de salas de cine genera problemas a organización y a los usuarios. Para el festival es mucho más difícil programar y eso el asistente lo nota. Todos tenemos nuestras preferencias y no puede llover a gusto de todos. Además, cuanta más oferta haya más probable es que algo que queremos ver no podamos encajarlo.

No olvidemos que, a diferencia de otros festivales como Cannes, el Zinemaldi es un festival abierto al público en general. La ciudad, y gente que viene de fuera, se vuelca con el Festival y las salas se llenan más que ninguna otra época del año. Más allá de los problemas logísticos, que el festival se esfuerza por corregir, no parece que aumentar la oferta sea ningún problema. Más donde elegir siempre parece mejor y el aumento de espectadores cada año así lo parece demostrar. El Zinemaldia es tan amplio y ecléctico que cada espectador puede encajar las piezas a su manera y disfrutar de su propio festival.

gentio-gorka-estrada

Foto de Gorka Estrada

¿Que no abarcan todo? ¿Qué se quedan con ganas de ver alguna que otra película? Un consejo, las siguientes semanas la cartelera les de la oportunidad de repescar muchas de las películas que pasaron por el Festival. Hay cine y películas interesantes todo el año, sobre todo para los que vivimos en una ciudad como San Sebastián con una oferta envidiable.

Otro asunto es el de los profesionales. Periodistas que tienen que cubrir obligatoriamente, más allá de filias y fobias, determinadas películas. Redacciones que menguan a la misma velocidad a la que crece el Zinemaldia, o aún más rápido. Ahí es donde encontramos más quejas centradas en la Sección Oficial más grande de los últimos años. Hay que pensar que además de ver las películas muchos tienen que asistir a las ruedas de prensa y luego escribir sobre todo esto. Una semana agotadora y extenuante.

Por otro lado, no son pocos los periodistas que vienen al Festival de San Sebastián con películas de Sección Oficial vistas con anterioridad (hay numerosos pases de prensa previos al Festival en Madrid y Barcelona, además de periodistas que vienen de Toronto), así que el número de afectados se reduce y se focaliza.

Hay periodistas que piden mejor organización, separar las Proyecciones Especiales de la Sección Oficial, estructurar mejor la parrilla. Creo que todo esto es discutible y que seguramente se puede mejorar. De hecho el propio Jose Luis Rebordinos ha dicho que están trabajando en un programa informático que les ayude a racionalizar la programación. Sin embargo creo que esa es una cuestión indiferente al número.

En los últimos años las películas a concurso se han movido en la horquilla de 13/17 títulos por edición. Me parece que cuatro películas más en nueve días es totalmente asumible. Dónde ha habido más crecimiento es en las películas de Sección Oficial fuera de concurso. Está claro que un sólo periodista apenas va a dar a basto para cubrir tanta película; pero ¿ese es un error del Festival o un problema de la precariedad laboral? Yo creo que es más de lo segundo. Igual habría que priorizar cuál es la cobertura que se puede dar con el personal que se dispone y primar concurso sobre el resto (o cualquier otro criterio). Si en lugar de estar en Sección Oficial fuera de concurso o Sección Oficial Proyecciones Especiales, estuvieran en una nueva sección llamada simplemente Proyecciones especiales, a muchas de ellas no se les prestaría la misma atención. Pues igual, del mismo modo que el Festival deber racionalizar su programación y replantearse alguna sección -¿tiene sentido la retrospectiva contemporanea?-, algunos medios deberían racionalizar a su personal y estudiar cómo quieren hacer la cobertura con las plantillas que disponen. Que se adapten al festival y que no esperen que el festival de adapte a ellos.

Esta es una época de cambios, para los medios de comunicación, para los Festivales, para los exhibidores, para los distribuidores… para todos. Igual la forma de hacer las coberturas de los Festivales también tiene que cambiar y los periodistas tienen que aprender a ir a otros pases de películas que no son expresamente pases de prensa. Cada película se proyectan muchas veces y los acreditados podemos solicitar invitaciones.

Un festival grande es un festival más interesante, que intensifica las ganas de venir de los posibles visitantes, que hace más productiva la asistencia de medios internacionales, que aumenta la visibilidad del festival en el mundo. Concentrado, excesivo, inabarcable, ambicioso. No quiero un Zinemaldi pequeño para que sea más cómodo. Yo, sin duda, quiero un festival cuanto más grande mejor.

Más opiniones

Ricardo Aldarondo (Periodista, DV)

El exceso y el punto de caos se detectó, no en la impecable organización, sino en una programación al punto del desborde. Se ha evidenciado como nunca el dilema entre la voluntad de tener la ofera más rica posible, y la realidad de unas salas que no dan más de si. (…) Rebordinos alerta de que el festival necesita crecer, pero de momento ya está desbordado respecto a sus espacios. (…)

Hubo unanimidad en que el conjunto de películas programadas era bien interesante, hasta el punto de generar ansiedad de la buena, por querer verlo todo. Tarea imposible en un festival. Pero el acceso si debería estar garantizado el acceso a Sección Oficial, y especialmente a la competición, este año un poco diluida entre las películas fuera de concurso y unas Proyecciones Especiales que deberían tener su propio espacio aparte. (…) Que una película de Oficial, aunque no en competición, quede relegada a la jornada de clausura, como ocurrió con la japonesa Your Name denota un desbordamiento poco recomendable.

Foto de Karlos Corbella

Foto de Karlos Corbella

Mikel G. Gurpegui (periodista, DV)

Sí pero no, no pero sí. Tengo sensaciones contrapuestas ante la acumulación de oferta de nuestro Festival. Por un lado, está bien esta sensación de intensidad que proporciona que haya mucho entre lo que elegir y saber que te perderás cosas interesantes. Por otro, nuestro Zinemaldia siempre ha tenido una escala humana. Y me parece razonable poder seguir viendo, si así lo eliges o así lo debes hacer por motivos profesionales, toda la Sección Oficial, algo prácticamente imposible cuando se amontonan 25 películas.

Yo este año he seguido la sección de Perlas, con sólo 16 títulos, y tampoco resultaba cómodo verlos todos. En dos ocasiones coincidía el pase de prensa de dos películas, el domingo había cuatro pases de prensa de Perlas y el lunes, ninguno…

Está bien la intensidad, pero no el desorden. La acumulación y la programación embrollada acaban haciendo que haya películas de primera y de segunda, de fácil acceso unas y condenadas a difuminarse otras. Yo pediría a la organización un poco más de selección (más no siempre es mejor), mucho más orden, una programación humana (desconfío del programa informático que nos vaya a salvar) y que no organicen un festival de nueve días como si tuviera más. Los certámenes de Berlín y Venecia duran en la actualidad 11 días. San Sebastián, que entre 1974 y 1982 llegó a prolongarse durante doce largas jornadas, desde el recorte de 2009 pasó de diez a nueve días, un corsé demasiado ajustado que quizás no convenga forzar.

Iñaki Ortiz (El Contraplano)

Que el festival crezca y que la oferta mejore, no puede ser malo. Siempre que haya espacio para proyectarlo todo y, de momento, lo hay. Lo interesante es que cada uno se haga su propio festival, en función de gustos y prioridades. En cuanto a la prensa, comprendo que pueda ser difícil cubrir toda la sección oficial, pero se podía ver completa. La pregunta es: ¿debe un medio cubrir la sección oficial completa? Y si las proyecciones especiales de la sección oficial pasasen a una sección aparte, ¿ya no deberían cubrirla?

Creo que la selección del periodista debe ser más flexible. Vivimos en tiempos muy fluidos, en los que la rigidez de las normas de los festivales se está poniendo en cuestión, y hay que adaptarse. Un medio debe ser capaz de seleccionar por el criterio que se adecúe a su capacidad y al interés del lector. La organización debe preocuparse solo de situar las películas de manera que pueda negociar mejor su participación. Debes dejarlo crecer.

Begoña del Teso (Periodista, DV)

Una jornada muy o nada particular del siglo pasado conté en una terraza barriobajera lejana del Majestic cuántas películas se proyectaban a diario en Cannes. Descubrí que eran 120. Desde ese momento, nada altera mi paz o mi felicidad ni allá ni en Donostia ni en Berlín. Ni siquiera en Zinebi: sé que cada vez que elijo un título me estoy perdiendo 119. La vida, el cine, ustedes y yo somos así. Y esta ciudad, también.

Por cierto, no es más pequeña que Cannes. Por cierto, en Berlín no solo hay acreditados, también espectadores de a pie. Por cierto, en Cannes la Quincena está abierta a los aficionados sin acreditación. Y las pelis se proyectan en un hotel…

Por cierto, hay una cosa llamada ‘carnet de baile’. Apuntas en la libreta aquellos con quienes quieres bailar. O las pelis que quieres ver. Los demás, los olvidas.