La mañana de ayer comenzó con la proyección de C’est la vie, de Olivier Nakache y Eric Toledano, los directores de Intocable y Samba, con las que clausuraron dos ediciones del Zinemaldia. Este año les han ascendido a la Sección Oficial a concurso y yo me pregunto si ese es el lugar adecuado para un tipo de cine con tan poca aspiración artística.
C’est la vie es una comedia pura y dura. Se agradece que Nakache y Toledano hayan abandonado sus intentos de combinar comedia con cine social y un mensaje profundo. Esta película no es nada más, y nada menos, que una sucesión interminable de gags. Dicho sea esto no como algo negativo sino meramente descriptivo. Soy un gran admirador del género. No tanto de Nakache y Toledano ni de esta película.
La concatenación de escenas cómicas es continua, pero yo no entiendo el ritmo cómico sólo como la cantidad de chistes que se cuentan por minuto. En la mezcla entre el chiste recurrente, la situación extrema esperada y la sorpresa está el auténtico ritmo. Sin embargo en C’est la vie la mayor parte de chistes me pillan preparado y sólo me arrancan sonrisas. El mejor gag, el del globo de helio, si me hace reír pero se alaga demasiado.
Pero tengo que ser sincero y reconocer que en mi pase ha habido carcajadas generalizadas, aplausos durante la proyección y entusiasmo mayoritario. Una película que hará una buena taquilla, encantará a la mayor parte del público y crecerá con el boca a boca. Me alegro por los cines y por el cine, que necesita de películas así que permitan que el negocio siga funcionando.
Una especie de familia
Mucho mejor ha sido el comienzo de hoy Una especie de familia, la película del argentino Diego Lerman. En ella se cuenta la historia de Malena, una doctora de Buenos Aires que quiere adoptar al niño recién nacido de una mujer pobre de un pueblo del norte de Argentina. El turbio proceso, las dudas morales, la oposición de su marido, harán que el hecho no sea tan sencillo como ella creía.
Con un tema como este -de rabiosa actualidad, además- es fácil caer en el tremendismo y el dramatismo exagerado y Lerman parece a punto de caer en más de una ocasión. De hecho el solemne uso de una machacona música invita a ello, así como un par de giros de guión algo forzados. Sin embargo tengo la sensación de que la película aguanta de pie y de que, a pesar de meterse en un barrizal que invita a pensar lo peor, el cierre de la película está muy conseguido.
Carlos, por su parte, no ha aprobado la película. Para él hay el guión hace que a la protagonista el sucedan un montón de cosas, y todas malas, que a su juicio son innecesarias para el proceso que cuenta. Eso si, los dos coincidimos en que Barbara Lennie, otra vez, vuelve a brillar en su papel. No creo que haya ninguna actriz que soporte tan bien los primeros planos sostenidos.
Licht
La película de Barbara Albert trata sobre un hecho histórico, de finales del XVIII, en el que una joven virtuosa del clavicordio ciega desde los tres años, recupera la vista gracias a los tratamientos de un «Doctor milagro».
En un entorno bastante freak, lleno de personajes estrafalarios que son visitados como un espectáculo por la alta burguesía la protagonista tiene que «aprender a ver». Sin ningún tipo de condicionamiento previo que le diga que es bonito y que es feo.
A través de esa premisa Barbara Albert plantea una serie de reflexiones sobre lo que se es y lo que se ve, sobre sentir y ver la belleza no solo con los ojos, sobre la importancia social de la imagen proyectada. Una película que da para muchas reflexiones y que por su estilo, ambición e intención artística está en las antípodas de la película que abría esta crónica. Seguro que C’est la vie recauda mucho más que esta, seguro que a la mayor parte de la gente le gusta más aquella que esta; pero considero que la Sección Oficial es para películas como Licht, porque la labor de un festival también tiene que ser educativa, enseñar que en estas películas hay también belleza, incluso tras lo grotesco del entorno, que hay otros ojos con los que mirar el cine. Lo mismo que nos enseña Licht a los espectadores.