Blue my mind

Una de las sorpresas más agradables de la sección de Nuev@s Realizador@s de este Zinemaldi, ha sido ‘Blue My Mind’, el trabajo fin de carrera de la suiza Lisa Brühlmann. En él cuenta los primeros días en su nuevo colegio de Mia, una chica de 15 años en busca de su propia identidad, pero con necesidad de ser admitida en el grupo y evitar el rechazo social, interpretada de forma brillante por Luna Wedler.  En esa época de la vida en la que las figuras de referencia pasan de la familia a los compañeros de instituto. Y todo ello unido a los cambios en su propio cuerpo a partir de su primera menstruación.

Uno podría pensar que esta historia nos la han contado en numerosas ocasiones. Y sí. En ‘Blue My Mind’ nos encontramos otra vez con una juventud hedonista y nihilista, con sus fiestas y sus frivolidades y con una joven buscando la forma de encajar en su entorno y establecer un nuevo marco de relaciones con sus padres . Pero ‘Blue My Mind’ esconde una sorpresa que se irá revelando a medida que avance la película y que se convierte en su seña de identidad más original y destacada. Una combinación muy estimulante de cine de adolescentes y fantástico que revela a Lisa Brühlmann como una directora a seguir.

Underground

Y otro director a seguir que ha presentado su ópera prima en este Zinemaldi es el filipino Daniel Palacio. En ‘Underground’, producida por Brillante Mendoza, muestra su dominio de las técnicas y recursos característicos del thriller y del suspense (especialmente en una larga secuencia de una exhumación de varios minutos, llena de tensión) en esta historia de supervivencia enmarcada en un cementerio, en una auténtica ciudad de los muertos en la que viven sus protagonistas.

Palacio no rehuye mostrar las miserias y las duras condiciones de vida en las que tienen que vivir sus personajes. ‘Underground’ tiene mucho de cine social y de denuncia de las condiciones en las que viven los más desfavorecidos, de personas obligadas a vivir en un recinto previsto para acoger a los muertos. Que duermen sobre tumbas y se protegen de la lluvia en mausoleos. Pero lo que la distinguen son las formas: en lugar de una denuncia convencional, Palacio en una demostración de talento para la dirección inusual para tratarse de una primera película, nos ofrece un drama con personalidad y pulso firme y secuencias de suspense rodadas de forma vibrante.

Cargo

También debuta en la dirección del largometraje, tras haber competido en la sección de cortometrajes del Festival de Cannes con ‘Mont Blanc’ en 2012 y haber escrito y dirigido la serie ‘Bevergem’ en 2014, el belga Gilles Coullier con ‘Cargo’. En ella cuenta el drama familiar que se desata cuando el patriarca sufre un accidente en su barco de pesca que lo sume en un coma profundo y sus tres hijos deberán arreglárselas para sacar adelante el negocio familiar y hacer frente a una deuda importante.

Cargo
4.7

Una historia de personajes al límite, cada uno con su pequeño pedazo de drama que aportar (el futuro de su hijo, un pasado de delincuencia, un amante secreto) rodada en un tono grave y demasiado solemne.

The seeds of violence

Tras ganar el premio a la mejor película en el Festival de Jeonju, se ha presentado la película coreana ‘The Seeds of Violence’ del debutante Lim Tae-gue. En ella cuenta la peripecia de una pareja de soldados del ejército surcoreano, cuando tras intentar denunciar sin lograrlo a su superior por abusos, salen del cuartel para poder arreglar el diente roto de uno de ellos en una clínica dental.

‘The Seeds of Violence’ muestra dos violencias muy presentes en la sociedad surcoreana y que a pesar de no ser aceptadas, de que el discurso general es el rechazo inapelable, a la hora de la verdad y a nivel individual, no son denunciadas. Por un lado, la violencia en el estamento militar en el que la jerarquía y la cadena de mando dificultan la denuncia y el enfrentamiento a un superior. Y por otro, la violencia doméstica, en la que el machismo imperante intenta mantener una jerarquía similar y un condicionamiento similar.

A pesar de cierto atropellamiento en la presentación de los hechos y la escasez de contexto en la presentación de los hechos en algunas ocasiones (derivada en parte de las diferencias culturales entre la sociedad coreana y la nuestra) que pueden hacer que se escapen algunos matices al espectador occidental, ‘The Seeds of Violence’ plantea un punto de vista de la violencia cuya principal novedad es esa dualidad en dos ámbitos tan diferenciados y tan básicos a la vez como son el ejército y la familia.

From Where We’ve Fallen

Sin lugar a dudas, la película peor recibida hasta ahora en la competición de Nuev@s Director@s es la china ‘From Where We’ve Fallen’, la ópera prima de Wang Feifei.

Cuenta una doble historia en la China olímpica de 2008. Por un lado, el de una joven que quiere afianzar su relación con su tutor en una visita a una isla especializada en celebrar bodorrios. Por otro, una historia de infidelidades y corruptelas entre vecinos que también acaba derivando en la isla de las bodas. Dos historias mal explicadas y peor hilvanadas que han provocado salidas generalizadas de la sala. Los que nos quedamos hasta el final, confirmamos que en realidad no se revelaba en su remate un elemento que le diera coherencia y consistencia a ese batiburrillo.

The shower

Y tampoco ha tenido buena recepción la francesa ‘The Sower’, el debut en la dirección de largometrajes de Marine Francen, ayudante de dirección de Olivier Assayas y Michael Haneke. ‘The Sower’ se desarrolla en 1852 en un pueblo de la campiña francesa que con motivo de la llegada al poder de Luis Napoleón Bonaparte se ve privada de todos los hombres. Entre todas las habitantes harán un juramento: si aparece alguno, lo compartirán entre todas. Uno para todas.

Con un argumento que recuerda a ‘La seducción’ de Sofía Coppola, a ‘La fuente de las mujeres’ de Mihaileanu y al cine de Nadine Labaki, desgraciadamente en ‘The Sower’ hay más de estas dos últimas referencias que de la película de Coppola. ‘The Sower’ resulta excesivamente casta y artificiosa. Las rencillas entre las distintas mujeres se explican, se comentan, pero no se muestran, ni se sienten. A la pasión erótica, ni se la espera. En ‘The Sower’ priman lo bucólico y la estética de postal: paisajes que parecen sacados de un cuadro (o de la aplicación exagerada de un filtro de instagram), un vestuario siempre impoluto y perfectamente conjuntado que recuerda más a un baile de disfraces que a una ambientación de la época, unos rostros perfectamente maquillados… Por la película asoman también el papel de las mujeres en la sociedad rural del siglo XIX, el acceso a la lectura o la pasión por la literatura, pero de la mano de Marine Francen, esta supuesta historia de pasiones se queda en una sucesión de imágenes bonitas sin pasión.