Continuamos con nuestra trilogía de artículos sobre tres formas diferentes que encontramos en Tabakalera de acercarnos a los libros con Book Box, el proyecto de librería móvil de Markel Elizalde y Jorge Pineda que actualmente está en busca de financiación a través de un crowdfunding en Meta!
Book Box, mucho más que un mueble
Quedamos con Jorge Pineda, uno de los artífices, junto a Markel Elizalde, de Book Box. ¿Qué es Book Box? Como su nombe indica, una caja. Una caja de libros. Igual te la has encontrado en la entrada de la Casa de Cultura de Intxaurrondo, en el espacio de Kutxa Kultur en la 4ª planta de Tabakalera o en alguno de los eventos que han organizado en diferentes partes de la ciudad. Porque esta caja de libros es muy urbana, muy ágil, muy fácil de mover. Pero sobre todo es, en palabras de su creador, un proyecto que se da un servicio gratuito a la ciudadanía. Cuando se abre aparecen las baldas, las tapas se transforman en atriles donde se exhiben libros y se pueden leer las indicaciones de uso, Book box se convierte en una bonita librería móvil que recoge libros, revistas, cómics y fanzines usados y los pone a disposición de quien quiera cogerlos. Todo de manera gratuita.
Nos cuenta Jorge que Markel y él, 34 y 17 años espectivamente, coincidieron en un taller de diseño de mobiliario en Hirikilabs. Partiendo de cero, con los medios y las herramientas, pero sin ninguna idea preconcebida, los dos querían hacer algo más que un mueble, algo más que puro diseño. Querían generar algo alrededor. Es entonces cuando Jorge recuerda un proyecto de bookcrossing en Nueva York en el que convertían antiguas cabinas de teléfonos en librerías donde la gente dejaba libros para compartir. A pesar de que Jorge reconoce no ser un lector empedernido, le motiva poder unir dos cosas que si que le interesan y que comparte con Markel: el diseño y el servicio social.
Tras ese primer mueble nacido en Hirikilabs, Jorge no se cansa de recordar que “sin Hirikilabs no hubiera sido posible”, construyeron un segundo gracias a una subvención de DSS2016. Ese es el que actualmente está en la Casa de Cultura de Intxaurrondo. “Querían ponerlo a la entrada de la biblioteca, pero les aconsejamos que lo pusiesen en la entrada principal, donde el acceso a las piscinas, para evitar confusiones y llegar a más gente. Nos hicieron caso y ahora están encantados, están dando salida a libros que querían desechar y consiguiendo usuarios de la zona de deportes, que no van a la biblioteca, se acerquen a la cultura”, nos cuenta orgulloso Jorge. Por eso ahora se han lanzado a una campaña de crowfunding para construir, por lo menos, otro mueble nuevo. “Dejaremos que la ubicación del mueble la elijan los mecenas y queremos crear una web en condiciones con información de dónde están los muebles, avisar de si aparece algún libro peculiar o si organizamos algún evento”. Lo de los eventos es un valor añadido. Quieren que Book Box se convierta en una plataforma o escenario para artistas. “Queremos crear eventos en los que apoyándose físicamente en Book Box un escritor nos presente su libro, un ilustrador nos enseñe sus últimas obras, un bertsolari, un músico toca alrededor de Book Box… queremos que Book Box sea algo más”. De momento han organizado cosas como la presentación del cómic Eneko Aritza, lehen errege baskoia con su autor Joseba Larratxe, la lectura de cuentos en la Farandula por Amaya Quiroga o, el más reciente, Bernardo Atxaga leyendo poemas junto al Book Box de Kutxa Kultur.
Han comenzado dirigiéndose a instituciones públicas y a entidades culturales, pero quieren ampliar sus miras y ese algo más del que hablaban vuelve a jugar un papel importante. “Creemos que, por ejemplo, en ciertos bares puede funcionar, ofreciendo un servicio adicional que puede ayudar a fidelizar al cliente. Claro, que algunos nos dicen que pueden poner una estantería de Ikea con veinte libros y ya está, por eso nosotros ofrecemos ese servicio añadido de los eventos”. Lo ofrecen en diferentes variantes: alquiler, compra, personalizando el mueble, con evento de inauguración, un servicio de rellenado de libros en caso de que al principio le cueste arrancar y la gente se lleve más de lo que aporte.
“La gente tiene pudor, nos han llegado a intentar pagar por llevarse un libro y les hemos tenido que explicar que la idea del proyecto es que si sienten que deben algo al mueble, que aporten dejando otro ejemplar”. Tienen claro que el proyecto funciona retroalimentándose de los usuarios y de momento va muy bien. Ya tienen usuarios fijos que contribuyen al flujo de libros y al espíritu de poner a disposición de los demás aquello que una vez les emocionó a ellos. “Alguna vez nos lo hemos llevado de Kutxa Kultur a algún evento y ha venido alguno de los usuarios con la bolsa de libros preguntando dónde está. Cuando les decimos que ese día no está pero que dejen los libros que ya los meteremos nosotros, a veces nos dicen que no, que les apetece hacerlo a ellos, sentirse partícipes de la dinámica. Ese es el objetivo”.
Comenzaron poniendo libros en castellano, en euskera, en francés, en inglés, cómics, literatura infantil… “nos gustaría cubrir el mayor espectro posible, pero luego serán los usuarios que se lleven y aporten los que darán personalidad a cada Book Box. De momento, los que tenemos los usa todo tipo de gente”.