Crónica del concierto de Holy Holy en el Kursaal
Bowie ya no está con nosotros. Nunca más nos sorprenderá con un nuevo tema, una nueva reinvención, una nueva versión, una nueva interpretación, un nuevo derroche de talento y carisma. Sin embargo, y por contradictorio que sea, siempre estará con nosotros. No sólo por sus canciones y grabaciones, también por la influencia que ha dejado en miles de artistas. Por ejemplo, cuando el jueves salieron Cápsula al escenario del Kursaal e interpretaron clásicos como Get In On de T-Rex, I need somebody de Iggy Pop o Rebel, Rebel de Bowie pudo verse más que un grupo haciendo versiones, más que admiración por los grandes. Pudo verse asimilación, pasión, sentimiento y todo un espíritu que ha calado hasta los huesos a esos músicos. Pudimos ver el espíritu de un época, pudimos ver lo que habíamos ido a ver. Sólo media hora que supo a poco.
Tras ellos salían Holy Holy, las estrellas de la noche. La banda que ha montado Tony Visconti para homenajear al Duque Blanco. «No somos una banda tributo. somos los auténticos» asegura en las entrevistas previas. Él desde luego lo es, uno de los colaboradores más cercanos de Bowie y productor en hasta una decena de sus discos. También lo es Woody Woodmansey, e batería original de The Spiders from Mars, o lo que es lo mismo, la banda que acompañaba al genio en los tiempos de Ziggy Stardust. A estos dos auténticos les acompañan unos músicos de primera James Stevenson (The Alarm, Scott Walker, Gen X, Chelsea), Paul Cudderford (Bob Geldof, Ian Hunter), Berenice Scott (Heaven 17), Terry Edwards (PJ Harvey, The Blockheads, Departament S) y Jessica Lee Morgan.
Luego está el tema del cantante, claro. Es imposible sustituir a David Bowie y el mero hecho de intentarlo es toda una osadía. Así que Glenn Gregory tenía el papel más difícil de la noche. El que fuera cantante de Heaven 17 tiene una voz potente y versátil, con un timbre similar, pero consigue no caer en excesivos mimetismos que fuercen la comparación. Inteligente, porque es probable que Gregory tenga mejor voz, e incluso mejor técnica, que Duncan Jones, pero no que cante mejor.
Los no excesivos asistentes (apenas un tercio de entrada) sabíamos que David Bowie no iba a estar, obviamente. Por muy bien que sonase la banda, por muy bueno que fuese su cantante y por excelso que sea el repertorio sin Bowie pierde. Eso estaba asumido desde el principio. Sin embargo todos estábamos dispuestos a dejarnos llevar y disfrutar de una banda sobresaliente y un cancionero irrepetible. Con ese repertorio y esa banda la emoción estaba casi asegurada. Casi.
Todo sonó en su sitio. La sección rítmica fue precisa como un reloj suizo, las guitarras compactas como el hormigón, las aportaciones del saxo y los teclados dieron brillo y color. La voz de Glenn Gregory potente y versatil, y cuando Jessica Lee Morgan (hija de Visconti, por cierto) cogió el protagonismo cantando Lady Stardust se revela como una magnífica cantante. Todo bien, todo en su sitio; pero…
Un sonido maravilloso y pulcro, sin duda; pero también domesticado, enjaulado y carente de sensualidad, jugueteo o misterio. El público, con ganas, hizo amago de levantarse y coreó con ganas en himnos como Changes, All the Young Dudes, Life on Mars o The Man Who Sold the World; pero el concierto nunca llegó a convertirse en una fiesta (hablo en general, hubo unos pocos que prácticamente vieron el concierto de pie). Con Cápsula en el escenario me daba pena que el concierto fuera sentado, cuando tocó Holy Holy lo agradecí.
Nada técnico se puede achacar a los músicos o al montaje. Incluso Glenn Gregory estuvo simpático y gracioso -fue divertido cuando no dejó salir a una chica al baño para que no se perdiese la siguiente canción, una “de las buenas”-. Mereció la pena escuchar esas canciones interpretadas por esos músicos. Pero…
Ese pero que es difícil de definir. Ese pero que se apoya en intangibles. Ese pero que distingue a tocar una canción de interpretarla. Ese pero que elimina la emoción de un concierto que debería ser emotivo. Hay algo que no va bien si con ese repertorio y ese planteamiento la gente no se levanta en masa, no se quedan pidiendo bises y sólo rompen a aplaudir cuando se lo pide el grupo.
Gracias a Thierry Loustauneau por las fotografías.