Ya hemos podido ver la última película de Alex Garland, Aniquilación. Desgraciadamente, fuera de EEUU no podemos verla en salas que es lo que quería su autor, pero este tema lo dejamos para otro día. Ahora quiero hablar del director, antes guionista y antes novelista. En cualquiera de sus facetas siempre nos ha hablado de la condición humana y lo ha hecho dentro de entretenidas historias de género. Podemos encontrar los rasgos característicos de su cine en su última película, también sus puntos fuertes y sus puntos débiles, así que creo que vale la pena repasar su filmografía y destacar algunas cuestiones de su última película a través de sus anteriores trabajos. A ver qué tal funciona.
Novelista
La playa (2000)
Garland empezó como escritor y su primera novela fue llevada al cine por Danny Boyle: La playa. En esta historia, Garland aprovecha su experiencia como mochilero, una noción de aventura estará muy presente en su obra. Lo más interesante es que La playa ya ofrece una de las claves más importantes de sus intereses: crear una historia, ante todo, entretenida, con ritmo y acción de algún tipo; al mismo tiempo que reflexiona sobre la condición humana y, especialmente, sobre el lado más oscuro de la interacción social.
En la película vemos una aparente utopía que esconde una realidad más oscura. Es una microsociedad con los problemas derivados de la convivencia, muy en la línea de la seminal El señor de las moscas. Creo que, aunque irregular, es una película muy reivindicable y, en todo caso, nos descubre a un interesante contador de historias.
Uno de los aspectos que ha marcado la carrera de Garland y que también vemos en Aniquilación es el viaje a la locura. En la recta final de La playa, en una jungla que no es muy diferente a la de su última película, el protagonista pierde contacto con la realidad. En aquel caso estaba representada por el salto entre el primer mundo y la naturaleza salvaje -de ahí la estética de videojuego. En Aniquilación está presente el terror de esa naturaleza que lo absorbe todo. Viaje a lo primario, a lo irracional, lejos de la civilización.
Otra novela de Garland fue llevada al cine, The Tesseract, con resultados mucho peores. Aunque la película era mala, vemos también su sello: la locura -en este caso apoyada por las drogas- la unidad de lugar, el ambiente asfixiante, exótico.
Guionista
Boyle debió quedar complacido pues volvió a trabajar con él, esta vez ya como guionista, en 28 días después y después en Sunshine. En mi opinión esta es la mejor etapa de Garland, encontrando en Boyle un complemento ideal a sus planteamientos más cerebrales. Boyle aportaba un riesgo formal que llevaba estas historias más allá. Echo en falta esto en los trabajos de Garland como director, que son más planos.
28 días después (2002)
Esta película supuso la recuperación del director que andaba un poco perdido sin conseguir revalidar su exitazo de Trainspotting. Gran parte del mérito se encuentra en una dirección muy arriesgada, sobre todo por el uso de un temprano cine digital. Pero esto lo dejamos para un texto sobre el cine de Danny Boyle. 28 días después fue una renovación absoluta del cine de zombies (infectados, para ser precisos), refrescando por completo las claves del género. Cualquier película posterior ha tenido que compararse con ella y por supuesto The Walking Dead no es una excepción. Los zombies empezaron a correr como locos, en lugar de pasear como habían hecho hasta entonces.
Pero más allá de la redefinición de los monstruos, Garland creó un estupendo contexto apocalíptico, demostrándose, por un lado, conocedor de las obras de ciencia ficción de este tipo; y por otro lado, jugando con una inteligencia que ha definido sus obras. Sí, el cine de Garland es, sobre todo, inteligente. Cuida el detalle y se anticipa a los contextos de ciencia ficción que crea, rectificando, en muchas ocasiones, los errores habituales o clichés. Se mueve con absoluta coherencia sobre su premisa, y no es condescendiente ni con los personajes, ni con el espectador: no toma el camino fácil. Sin embargo, consigue situaciones frenéticas, suspense. Juego, en definitiva. Un juego que no rompe esa coherencia, y que no evita que nos sumerjamos en un universo creíble y bien construido.
Es un referente del terror, pero más allá de los valores de género, la película deriva hacia una reflexión sobre el hombre como lobo para el hombre. Sobre la violencia, la rabia, el odio y en concreto, sobre la ambigüedad de la defensa y la imposición militar. De nuevo, con una versión reducida de la población, los supervivientes, crea una microsociedad, con los correspondientes roces.
Como Aniquilación, 28 días después tiene dos líneas bien diferenciadas. Superficialmente tenemos un historia de terror, de supervivencia. El peligro de los monstruos que acechan en el Area X; los zombies desatados por Londres. Un pequeño grupo de personas que debe sobrevivir. Pero mientras eso nos lleva de la mano y nos mantiene entretenidos, se va desarrollando el verdadero conflicto, el que sucede en el interior de los personajes, el viaje a la locura, la deshumanización. El protagonista de 28 días después, como el de La playa, pierden la cabeza al tiempo que se adaptan al medio -o precisamente por ello, ya que el medio es profundamente hostil. De la misma manera, Natalie Portman en Aniquilación tiene que llegar al núcleo del terror y enfrentarse a sí misma -más o menos literalmente- con fiereza.
Sunshine (2007)
Por supuesto, Boyle y Garland tenían que repetir. Esta vez, este tándem se fue al espacio, camino del sol, con Sunshine. Formalmente, Boyle se va al extremo contrario, el del preciosismo, pero este no es ese el tema ahora. Garland sí que se mantiene en sus coordenadas. Parte de una premisa no explicada, casi imposible, para construir un planteamiento especialmente cuidadoso en cuanto a los detalles técnicos. Nuevamente es un guión inteligente, que sin romper la coherencia y la verosimilitud, consigue situaciones muy jugosas y emocionantes. Como en su anterior película, Garland demuestra que conoce todas las claves del género y las aplica aportando una mirada nueva, eliminando impurezas.
Garland no pierde ocasión para tratar la fascinación destructora, la soledad, la demencia, la muerte. Todos estos elementos están muy presentes en Aniquilación. También crea de nuevo una pequeña versión de la sociedad, en la que enfrenta la democracia a la tecnocracia, la compasión a la eficacia, la autoridad al poder. En las tres películas comentadas hasta ahora tenemos a un grupo enfrentado a una situación extrema que debe tomar decisiones, marcando así las relaciones de poder.
Ambas deben funcionar con sensaciones bastante indefinidas, como es esa atracción instintiva hacia el astro rey. Esta belleza letal, esta naturaleza hipnótica y bastante irracional, en definitiva, esa fascinación por la muerte que está también en el Área X de Aniquilación. Los personajes de ambas películas se dejan deslumbrar por la maravilla, pierden la cabeza entregándose a la autodestrucción. En esta última película Garland plantea que esa autodestrucción está impresa en nuestros genes.
Nunca me abandones (2010)
En muchos sentidos, es la más diferente al resto. Dirige, con serena elegancia, Mark Romanek (Retratos de una obsesión). Es posible que su diferencia se deba a que es un guión que adapta el material de otro. En concreto, la novela de Kazuo Ishiguro (escritor británico de origen japonés, responsable de, entre otras, Lo que queda del día). Aunque es una película de ciencia ficción, su género más presente es el drama romántico, por lo que carece de elementos de acción que tenían otros de sus guiones. Se trata de una historia de amor contenido, al estilo de Ishiguro.
En primer lugar, lo obvio: a día de hoy son sus dos únicas adaptaciones que ha hecho sobre material ajeno. Ambas son películas densas que requieren un continuo esfuerzo del espectador para aceptar ciertas premisas atrevidas y para buscar el significado de cada elemento. Muchos de los elementos son metafóricos y hay que hacer una lectura alternativa. Habla de la búsqueda del yo, de la esencia humana, de los sentimientos, de la presencia de la muerte. En Aniquilación está todo eso. Vuelve a usar la idea del doble (en aquel caso clon, aquí una copia alienígena) para remarcar el enfrentamiento con uno mismo.
Aunque pueda parecer la más lejana, Nunca me abandones es quizá la que mejor explica Aniquilación. Nos plantea, en ambos casos, una búsqueda principalmente emocional. Se puede entender el viaje de la protagonista como un proceso de duelo por el marido “muerto”. Un viaje hacia la aceptación que solo ocurrirá cuando se enfrente a sí misma y rompa con cierta parte de su ser. Aunque estéticamente creo que Romanek tiene más talento, hay un tono lánguido compartido en ambas. En cualquier caso son historias de búsquedas que representan una mirada hacia el interior.
Dredd (2012)
Pasemos a Dredd, la nueva adaptación del cómic que ya encarnó Stallone en aquel bodrio que era Juez Dredd. Esta, sin embargo, es una de las películas de acción más refrescantes de los últimos años. En este caso, es mucho más clara la importancia de Garland, ya que, su director, Pete Travis, no tiene tanta personalidad como Boyle o Romanek. En el resto del equipo hay nombres que ya habían trabajado en Sunshine y 28 días después, incluyendo a los productores. Para mí es un paso previo natural a su faceta de director pues era ante todo una película de Alex Garland.
La trama está limitada a un mega edificio -una historia casi idéntica a la de The Raid, pero son muy cercanas en el tiempo, por lo que parece ser pura casualidad. Vemos rápidamente un rasgo habitual de Garland: reducir el universo de la historia a un entorno mínimo pero autosuficiente. La microsociedad de un inmenso edificio futurista. Tiene una estructura rígida de niveles, muy cercana a los videojuegos -Garland ha escrito guiones también para videojuegos, pero en eso no voy a entrar aquí. El ritmo es imparable, y la acción continuada, jugando muy bien con la relativa unidad de lugar y concentrando la trama en unas pocas premisas. Con esa sencillez que uno puede encontrar en las películas de Carpenter, Dredd funciona impecable. También tiene una lectura política, ya existente en los cómics, acerca del fascismo y el capitalismo más apocalíptico.
No demasiado. Hay una colorida visión psicotrópica producida por las drogas que emparentan con la distorsión de color que aparece en Aniquilación. Por lo demás, Dredd apuesta mucho más abiertamente por la diversión del cine de acción y queda lejos de los intereses más trascendentales de Aniquilación.
Director
Ex Machina (2014)
Su primera película como director. Qué injusto es el poco reconocimiento que tienen los guionistas. De no ser así, Garland seguramente podría haber seguido haciendo lo que mejor sabe hacer, colaborando con otros que tienen más talento para la dirección. Como mínimo, demostró un acabado correcto, aunque a la película le falte la fuerza visual que está pidiendo un guión excelente. No solo es un acercamiento brillante a cuestiones de inteligencia artificial, es una redefinición del mito de Frankenstein adaptada a nuestros días con una deliciosa capa malsana, entre lo bello y lo letal. Creo que no es descabellado ver cierta influencia en la reciente adaptación televisiva de Westworld.
La dirección, claro. Creo que en ambos casos, algo escasa. Aunque se nota que Garland tiene las ideas claras, le falta dominar el medio y cierta sensibilidad puramente estética. Ideas tan jugosas como las de la belleza ortopédica de Ex Machina, o la hibridación con las flores de Aniquilación, podrían funcionar muchísimo más en manos de otro director. Le falta golpear al ojo. Por cierto, esa idea de las flores y la mutación es de Garland, no está en la novela. De hecho, hay muchas aportaciones propias, tanto en la estructura, como en la trama o incluso en la premisa. No hay demasiadas coincidencias más allá de la idea -distinta- del Área X, de algún símbolo como el faro y de las científicas -que en el libro son 4. El propio autor, Jeff VanderMeer, dijo que la película era más surrealista. La idea del animal con la voz humana, que también es de Garland, es estupenda, genial sobre el papel, pero necesitaba una dirección más potente, creo.
En cuanto al contenido, ambas películas son ciencia ficción muy cerebral, arriesgada -tanto que esta vez se la ha pegado en taquilla. Una forma distinta de afrontar el género que genera títulos de culto instantáneo -para bien y para mal. También veo en ambas películas algunos elementos feministas. En Ex Machina de forma más notoria pues se puede entender en clave de emancipación frente a cosificación. En Aniquilación de forma menos explícita con un equipo formado íntegramente por mujeres. Hay una breve línea de diálogo que lo remarca: “Todas mujeres” señala la protagonista y una de sus compañeras le matiza: “Científicas”.
En definitiva, una película que refleja todos los rasgos de Garland. Una película muy libre y arriesgada, alejada de la novela. Una dirección con más ideas que recursos que resulta algo insípida. Un guión inteligente y con fondo emocional. En cualquier caso, con sus defectos y sus virtudes, interesante. Ojalá más películas arriesgadas como esta y ojalá que la próxima vez permitan a los cines estrenarla.