Crónica del concierto de The Excitements en el Dabadaba
Tan solo hace unas semanas que ha acabado el Mojo Workin’ y el rythm & blues ha vuelto a inundar un escenario de San Sebastián. Esta vez han sido los catalanes The Excitements, con su cantante Koko Jean al frente, los encargados de invocar sobre las tablas del Dabadaba a la magia negra que hechiza a quienes escuchan esos ritmos y no pueden evitar bailar. Era la tercera vez que The Excitements actuaban en el local donostiarra, las dos anteriores con sold out incluido. No sé si esta vez se alcanzó el lleno absoluto -fechas complicadas- pero desde luego no estuvo lejos.
The Excitements llevan desde 2010 cosechando éxitos tanto de crítica como de público y labrándose un prestigio más que merecido. La gira de su último trabajo, Breaking the Rule, parece no tener fin y el grupo está recorriendo los escenarios de media Europa defendiendo sus canciones y su arrollador directo. Tener a Koko Jean al frente es la guinda escénica que necesita una banda que funciona como una locomotora. La frontwoman no para un sólo minuto, baila, salta, agita su melena, interactúa con el público y, mientras tanto, su voz no se resiente ni una pizca. El pequeño escenario del Dabadaba se le hizo pequeño a la cantante de origen mozambiqueño.
No hubo sorpresas en un repertorio que se centró en su último trabajo (sonaron Back to Memphis, Hold on together, Take it back, Mojo train y Four Loves) y que despacharon sin conceder apenas transiciones entre canciones. La banda está tan rodada, tienen el espectáculo tan interiorizado, que a veces pecan de un exceso de automatismo que empapa sus coreografías de rutina. Nada que impida que el concierto sea notable y que The Excitements demuestren otra vez que son una de las mejores bandas de R&B y soul que se pueden encontrar hoy en día sobre el escenario, pero quizá un punto por debajo de la excelencia de otras ocasiones, sobre todo en los primeros compases del concierto. Al tramo final, poténtísimo, pocas pegas se le pueden poner. Como si hubieran necesitado desentumecerse después de tantos kilómetros y actuaciones. Quizá el problema fuera mío y que el Mojo Wokin’ me había puesto el listón muy alto.
Curiosamente alguno de los mejores momentos de la noche fueron los más tranquilos en una velada eminentemente bailable. La interpretación de Take it back, por ejemplo, fue desgarradora y sentida. Una vía, la del soul más desgarrador, que quizá deberían explorar más en sus conciertos. También me gustaría destacar a Gloria Maurel, la sonriente y pizpireta nueva batería del grupo, fantástica. Tanto por su habilidad con las baquetas como por la alegría que irradiaba. El punto de color de una magnífica velada de música negra.