Era nuestra mayor recomendación, quizá la película más potente a priori. Hay que reconocer que Jonas Carpignano rueda bien. Tanto A Ciambra como Mediterranea tienen cuerpo. Tiene maneras. Por otra parte, su cine tiene para mí cierto regusto a visto. En el caso de su ópera prima, al menos creo que la odisea de la primera mitad tenía más personalidad. El resto me parece que asume todas las formas del neo-neorrealismo. Los planos de nuca, el movimiento constante de la cámara, las texturas, el tempo. Todo está muy bien rodado pero creo que no aporta gran cosa.
Lo mejor es la familia Amato: todos los actores de la familia ficticia son en realidad familia. Los Amato. Ese punto a medio camino entre la realidad y ficción que está suficientemente bien trabajado como para no parecer amateur, y que al mismo tiempo no pierde sus raíces reales. Hay un trabajo de fondo con los actores y de adentrarse en su mundo para hacer un retrato realista. Por lo demás, no me interesa demasiado una historia que conocemos demasiado bien. Conocemos sus personajes y su estructura. Cine de trapicheo.
Todo lo que no me gustaba de Alicia, A Better Man lo hace bien. Si aquella tenía una cámara invasiva que hacía imposible creerse las imágenes, aquí desde el minuto uno se explicita la cámara y el propio documental es parte de la historia. Es decir, la historia es que se decide hacer este documental. Cuando se quiere cierta intimidad, la cámara graba por la espalda y desde lejos, manteniendo solo presente el audio de la conversación. Por otra parte, es corto, dura lo que tiene que durar, 75 minutos, y no tiene necesidad de incluir relleno.
A Better Man es una obra honesta, en la que Attiya Khan muestra sus conversaciones con el hombre que la maltrató -muy violentamente- años atrás. Las miradas sostenidas son un bombazo y el documental da para pensar -hubo un coloquio muy interesante después. La propia Khan participa como co-directora.
Periodismo ciudadano. Resistencia en tiempos de guerra. Los protagonistas de este documental son verdaderos héroes que se juegan la vida y la de sus seres queridos. Luchan por informar sobre las atrocidades del ISIS en su ciudad, Raqqa. Lo hacen a través de las redes sociales y una página web. Una historia que te reconcilia con el periodismo, que demuestra el verdadero valor de las redes sociales -muchas veces denostadas- y que, en definitiva, te hace creer en la gente y en que se puede combatir los peores males.
Un documental con buena factura y mucho material. Imágenes duras e impactantes, aunque no más que un telediario. Se ven ejecuciones, cabezas cortadas. Vemos también la sorprendente producción de vídeo del ISIS, con muchos medios e inspirados en videojuegos. Algún momento un poco de relleno y alguna cosa que podría estar más desarrollada, pero se le perdona.