Reseña de ‘Los muertos no mueren’
Cuando se supo que Jim Jarmusch iba a hacer una película de zombies muchos pensamos en Only Lovers Left Alive, la película que rodó hace unos años con vampiros como protagonistas. Una película muy estilizada, muy cool, y con una trama llena de subtextos y dobles lecturas. Es decir, muy Jarmusch. Luego nos enteramos de que The Dead Don’t Die, que iba a contar con un reparto espectacular –Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry Jones, Rosie Pérez, Iggy Pop, RZA, Selena Gomez, Tom Waits…- en realidad iba a ser una comedia. Una comedia de zombies rodada por Jim Jarmusch. Eso es un cocktail que nunca sabes cómo va a resultar.
Al verla lo primero que puedes pensar es que es un divertimento rápido y liviano que han rodado un grupo de amigos. Por supuesto es excéntrica, irónica y está repleta de guiños, es una película de Jarmusch; pero a la vez es muy poco sutil y tiene un subtexto muy evidente y a menudo muy subrayado, algo que no esperarías jamás del director de Ghost Dog o Flores Rotas.
La película se centra en unos extraños sucesos que ocurren en Centerville, un pequeño pueblo estadounidense, debido al movimiento del eje de la tierra causado por el fracking que se está practicando en los casquetes polares. Conectando con la anterior película de Jarmusch, Paterson, lo que cuenta la película al principio es la rutina del pueblo, la cotidianeidad diaria. Lo curioso es que cuando esa rutina se rompe, cuando ven que ese mundo tranquilo se va a la mierda, la gente se preocupa, pero tampoco hace gran cosa por impedirlo. Miran las teles y las noticias, preocupados, si; pero no lo aterrados que deberían estar con todas las señales que indican el desastre. Aunque claro, el gobierno y los medios afines dicen que no hay que ser alarmistas…
No sólo hay referencias a los medios de comunicación, también a los votantes de Trump –Steve Buscemi es un racista con una gorra roja- y al cine de George Romero, así que parece evidente que esta película reivindica el valor político del cine de zombies. Un género, el de zombies y el de terror, que muchas veces ha reflejado la peor cara de la sociedad y ha tenido una carga social mucho más importante que otros géneros más respetados. Sin embargo mientras veo la película no puedo dejar de pensar que todo es demasiado evidente. Si, me río con las ironías, con las autorreferencias y los metachistes. El absurdo de las matanzas, el carisma del reparto y, sobre todo, Tilda Swinton a lo Beatrix Kiddo armada con una catana es difrutable como una golosina pop; pero ¿de verdad es necesario subrayar tanto el mensaje? ¿De verdad los zombies putrefactos pidiendo WiFi, vino y dulces no son suficientemente como claro reflejo de nuestra putrefacta sociedad consumista como para que haga falta remarcarlo más?
Claro que luego pienso en que la película habla del cambio climático y los desastres que vienen y me doy cuenta de que ese mensaje, el de lo que viene y lo que estamos haciendo, está más que subrayado en nuestro día a día y nosotros como, los habitantes de Centerville nos preocupamos pero tampoco os aterramos gran cosa por el cambio que viene. Nos lo han explicado con la misma claridad con la que Tom Waits explica la película en su última escena; pero no está sirviendo de nada. Hemos leído el guion de lo que viene y sabemos que va a acabar mal; pero seguimos adelante… menos mal que aún quedan los jóvenes, como en la película, que son los únicos que parecen ver la catástrofe que viene. Igual ellos consiguen salvarse. Igual los defectos de la película no hacen otra cosa que reflejar los defectos de nuestra propia sociedad.