Reseña de X-Men: Fenix Oscura
A comienzos del S.XXI dos películas de superhéroes volverían a abrir la espita del género tras una época poco brillante en la que se habían estrenado cosas (que no películas) como el Batman de Joel Schumacher, Spawn, Steel (¡¡con Shaquille O’neal!!) o The Phantom. Esas dos películas fueron X-Men de Bryan Singer y Spiderman de Sam Raimi. Las dos tuvieron notables secuelas y sonoras caídas en su tercera entrega; pero así como Spiderman se pasó años (y muchas películas) sin dar de nuevo con la tecla hasta que llegó Spiderman: Homecoming protagonizada por Tom Holland, los X-Men y su universo nos han regalado algunas de las mejores películas superheróicas de los últimos años: X-Men: Primera generación, X-Men: Días del futuro pasado, Wolverine, Logan o, aunque en las afueras del universo mutante, Deadpool. Ahora que Fox ha sido comprada por Disney el universo mutante se integrará en el MCU y su cronología, así que Fenix Oscura es la despedida de esta línea argumental que tan buenos ratos nos dio.
Hay que decir que la tercera entrega, X-Men: La decisión final, no fue el único patinazo de la saga. Aquella fue tan torpe que Días del Futuro Pasado la eliminó por completo de la línea temporal y los hechos que en ella sucedían se borraron sin que prácticamente nadie los echara de menos y eso que hacían referencia a una de las sagas más míticas, exitosas y fundamentales en los cómics de superhéroes: La saga de Fenix Oscura. Ahora, tras el fracaso de la fallida X-Men: Apocalipsis, Fox decidió volver a rodar una aproximación a la mítica saga y encargarle la dirección a Simon Kingberg, a la postre guionista de La decisión final y de películas tan olvidables como Sr. y Sra. Smith, xXx 2 o Los Cuatro Fantásticos y que no tenía ninguna experiencia como director. ¿Qué podría salir mal?
X-Men: Fenix Oscura tiene todos los ingredientes para cocinar un gran festín superheróico, no en vano se basa en uno de los arcos argumentales más célebres del noveno arte que reunía muchas de las razones por las que los Mutantes triunfaron en papel, y más tarde en la gran pantalla: tras la acción y las mallas de colores supieron dibujar una serie de personajes de gran humanidad, con complejas relaciones y sentimientos en un mundo cruel miedoso e ignorante que les marginaba por ser diferentes. Ahora, además, a aquellos conflictos de la saga original se les suman unos cuantos nuevos y más actuales. Así, a lo largo de la película se plantean temas como el papel de la mujer eclipsada por los hombres, la mentira como sobreprotección, la importancia del relato, la responsabilidad de un gran poder… pero ninguno de ellos se desarrolla más allá de una frase lanzada al aire sin demasiada cohesión. Si en los cómics (y en las películas buenas de la saga) era fácil encontrar paralelismos entre la ficción y la realidad en unas historias con la dosis justa de acción, conflicto, drama y crítica social, X-Men: Fenix Oscura, parece apostar por dar por conocida y desarrollad la humanidad de los personajes, así como sus complejas relaciones y contradicciones, para centrarse en una acción que avanza a trompicones, de manera bastante absurda y a base de diálogos explicativos. Si tuviera que definir esta película con una sola palabra diría que es torpe.
El reparto de la película es realmente espectacular James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Jessica Chastain, Nicholas Hoult y Sophie Turner. McAvoy es uno de los pilares de la película y cumple como casi siempre, Fassbender se limita a desbordar carisma y protagonizar algunos de los momentos más chulos de las peleas, Jennifer Lawrence y Jessica Chastain dan la sensación de que pasaban por allí y no tenían demasiadas ganas de quedarse… Sophie Turner, por su parte, es el personaje central de la película y consigue transmitir esa sensación de fragilidad e inmenso poder a la vez. Supongo que los años de rodaje como Sansa Stark en Juego de Tronos le han servido para bien. Todos ellos se muestran en pantalla cariacontecidos, bajo una fotografía repleta de claroscuros que potencia el tono solemne y trascendente de la banda sonora de Hans Zimmer. Lo cierto es que a pesar de todos sus defectos y de desaprovechar todos los recursos que tenía a su favor, X-Men: Fenix Oscura tiene un buen ritmo y es mejor que X-Men: Apocalipsis. No tanto como para resurgir de sus cenizas y dar a la saga la despedida que se merece, pero si lo suficiente para que quien esto escribe no se aburriera en el cine. Algo es algo.