El Joker llegó, tomó el Lido y convenció a casi todos. Por esta vez las expectativas previas de los cinéfilos han sido satisfechas. Pero además, Larrain ha vuelto a Valparaiso tras su aventura USA y vuelve a demostrar con la excelente Ema que es un cineasta arriesgado, sorprendente y con personalidad. Dos grandes como el galo Olivier Assayas, el estadounidense Steven Soderbegh han presentado dos trabajos poco más que correctos y Costa-Gavras ha recogido el premio Jaeger – Le Coultre por su carrera, además de presentar la fallida Adults in the room.

Joker

Y por fin llegó el Joker. Desde que hace meses Warner Brothers puso en circulación el excelente primer tráiler de la película de Todd Phillips, la atención de parte de la cinefilia mundial estaba en este retrato del villano más icónico de Gotham City.

Joker
7.9

Con Joker da la impresión de que Warner Brothers ante el riesgo de aniquilación en la pugna por la taquilla mundial del cine de superhéroes por parte los previsibles y formulaicos, pero superpopulares productos de la factoría Marvel, decide dar un paso a un lado y dar un giro radical a lo que en los últimos años se entiende que debe ser el cine de superhéroes. No sólo porque se centre en un villano, porque evite las grandes secuencias de acción, la destrucción masiva de ciudades o porque la utilización de los efectos digitales visuales pase a segundo plano. La nueva película de Todd Phillips, responsable entre otras de la trilogía Resacón, es el soberbio retrato de un personaje trágico, el estudio de sus orígenes, de las causas y las razones que llevaron a un Arthur Fleck cualquiera a convertirse en Joker, uno de los villanos de referencia de la historia de los cómics. El retrato de lo que se esconde detrás del maquillaje, del disfraz, de la sonrisa perenne y de la risa inevitable. La historia de una locura, de una enfermedad, de una víctima hasta que decide dejar de serlo.

Y para ello cuenta con la colaboración imprescindible y enriquecedora de un soberbio Joaquin Phoenix, que nunca ha estado mejor (quizá sí igual de bien) y que hace suyo el personaje que anteriormente interpretaron Jack Nicholson, Heath Ledger y Jared Leto. No hay duda de que sin Joaquin Phoenix Joker habría sido muy distinto. De la mano de Phoenix, Joker se convierte en un personaje patético, un payaso a su pesar. En un ser solitario, víctima y fruto de una sociedad capitalista que lo deja de lado y lo abandona a su suerte, carne de cañón de una sociedad que necesita a sus famosillos en busca de su cuarto de hora de popularidad y su capacidad alienante, hasta que decide tomar las riendas de su propia vida.

Con un tratamiento visual y una atmósfera que recuerdan al Nuevo Hollywood de los 70, ahí están las calles y el mundo de Taxi Driver, los cómicos de El rey de la comedia (y también Robert de Niro) o la capacidad de la televisión para generar ídolos de Network, nos regala algunas imágenes que a buen seguro se convertirán en icónicas. Todo esto unido a una ajustada selección musical (That’s Life de Sinatra, Smile de Chaplin o Send In the Clowns de Stephen Sondheim– este está siendo un festival muy Sondheim), Joker es la demostración de que es posible hacer cine adulto, íntimo y centrado en los personajes inspirándose en el mundo del cómic y los superhéroes. ¿Y Batman? Sí, allí a lo lejos asoma Bruce Wayne.

Ema

Dos años después de haberse llevado el premio al mejor guión del Festival de Venecia por Jackie, su mirada a los días inmediatamente posteriores al asesinato de JFK, el chileno Pablo Larrain vuelve a la Mostra con Ema, otro retrato de una mujer fuerte, esta vez no real, que tras un hecho trágico que cambia su vida decide tomar las riendas de la misma.

Ema
7.8

La Ema del título, interpretada con poderío por Mariana di Girolamo, es una bailarina y profesora de expresión corporal casada con un coreógrafo (Gael García Bernal) que tras renunciar a su hijo adoptado por una tragedia que él mismo ha provocado, hará todo lo posible para poder recuperarlo.

En su vuelta a Valparaiso, mostrado de forma tan atractiva como especial convirtiéndolo en el escenario ideal en el que transcurre la película, Larrain incide en la reivindicación de la mujer. Pero lo que en Jackie era cálculo, inteligencia y frialdad, en Ema es intuición, pasión y fuego. Mucho fuego. La Ema del título luchará por sus derechos, por recuperar lo que cree que es suyo, por ser dueña de su vida y de sus actos a través de sus actitudes, de la forma de relacionarse con su entorno y de su cuerpo. No es casual que la protagonista sea bailarina y trabaje con su cuerpo. Ema lucha con su mente y con su cuerpo.

Pero de la mano de Larrain no hay que esperar un drama familiar al uso sobre la lucha de una madre coraje con su familia y las instituciones para conseguir recuperar lo que ella entiende que le corresponde. La propuesta de Larrain parece basada en la huida deliverada y compulsiva del convencionalismo. Desde el guión, el diseño de los personajes, la puesta en escena, la fotografía, el montaje, las localizaciones o la banda sonora. Una huida de la naturalidad, de los lugares comunes y los caminos trillados. Una sucesión de decisiones arriesgadas, sin miedo a caer en el efectismo, que sin embargo resultan de una coherencia y efectividad absorbentes y en la que fondo y forma confluyen. De la misma forma que su protagonista se olvida de la fluidez y delicadeza de la danza clásica y del tutú en favor de la baile contemporáneo, el reggaeton y el chandalismo, Larrain en Ema se olvida del academicismo clásico y la concibe como un relato efectista, brusco y sorprendente, pero también sugerente, intenso y magnético.

The Laundromat: Dinero sucio

Tras anunciar varias veces sus retirada del cine, Steven Soderbergh ha presentado en la competición del festival, The Laundromat: Dinero sucio, su segunda película para Netflix en 2019 en la que adapta el libro Secrecy World de Jake Bernstein. En ella, con la colaboración de Meryl Streep en el papel de un ama de casa que investiga el fraude del seguro que debía indemnizarle por el accidente en que su marido perdió la vida y de Gary Oldman y Antonio Banderas en el papel de Jurgen Mossack y Ramón Fonseca respectivamente, los propietarios del bufet de abogados de los Panama Papers, ofrece un curso sobre elusión fiscal para principiantes, de forma tan resultona, dinámica y vistosa, como superficial.

Los maestros de ceremonias son precisamente Mossack y Fonseca que rompiendo la cuarta pared se convertirán en los guías del espectador en los tejemanejes que utilizan las distintas empresas para eludir impuestos de forma divertida y efectiva. Pura efervescencia hasta el sorprendente y efectivo golpe de efecto final. Lástima que sin que venga mucho a cuento, Soderbergh decida abrir el abanico de casos, dispersando la atención y el foco narrativo de la película y desaprovechando un tiempo que bien podría haber utilizado para profundizar más en el caso que conforma el núcleo de The Laundromat: Dinero sucio.

Red Avispa

El inicio de Red Avispa de Olivier Assayas hace temernos lo peor. Un venezolano, una española, un argentino y un brasileño hablando en cubano e interpretando a cubanos. Es inevitable que nos venga a la cabeza el Loving Pablo de Fernando León de Aranoa de hace un par de ediciones. Pero falsa alarma, una vez superada la sorpresa inicial, uno se acostumbra a oir a Edgar Ramírez, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia y a Wagner Moura en hablando en cubano.

Red Avispa es la adaptación en clave de thriller de espías del libro de Fernando Morais sobre Los cinco de Cuba, un grupo de cubanos que en los años 90 y desde Miami intentaban ayudar a los balseros que intentaban llegar desde Cuba a las costas de los Estados Unidos; pero a Red Avispa le falta thriller y le sobran espías. El interés casi periodístico de Assayas en contar los hechos de la forma más rigurosa posible provoca una sucesión de acontecimientos y una continua lluvia de nombres, datos, siglas e información que no hacen sino restar importancia y relevancia hasta en ocasiones anular lo que les ocurre a los protagonistas. A sus motivaciones, sus frutraciones, sus conflictos y sus satisfacciones. Cuando Red Avispa lo hace, funciona perfectamente, pero en la mayoría de las ocasiones no facilita al espectador un enganche emocional con la historia y el resultado es el mero relato prolijo y detallado de los hechos. Quizá habría sido conveniente que tal y como hiciera hace 10 años con Carlos, Assayas hubiera optado por darse el tiempo para entrar en la psicología de los personajes, en contarnos más cómo afecta su compromiso político a la vida personal de sus protagonistas y concebir Red Avispa como una serie, en lugar de una película.

Adults in the room

Además de recibir el premio Jaeger – Le Coultre, Costa-Gavras ha presentado fuera de concurso Adults in the room, su adaptación del libro de Yanis Varoufakis sobre las negociaciones entre el gobierno griego de Syriza recién elegido y las autoridades europeas en busca de una solución para la crisis económica griega.

De la mano de Costa-Gavras, las negociaciones se convierten en un thriller político, que sustituye las investigaciones y persecuciones por reuniones, conversaciones telefónicas, elecciones y referendos. Pero a pesar de su buen pulso narrativo y de la actualidad de los hechos narrados, Adults in the room no consigue ser el thriller vibrante que podría haber sido por culpa de un casting que no está a la altura de lo exigido y en el que parece haber primado el parecido físico por encima de las dotes interpretativas, de un esquematismo maniqueo, de la repetición de situaciones muy similares al haber priorizado el rigor informativo por encima de las necesidades narrativas del film y de recreaciones poco creíbles o chapuceras, como las de los resultados de los escrutinios. Costa-Gavras afirma que no dirige documentales porque le parece un género demasiado complicado. Pero en este caso, da la impresión de que este material de partida habría funcionado mejor como origen de un documental que en esta ficción.