Varias veces en Zeroville se desprecia la continuidad en el montaje. Bien podría haberse despreciado cualquier otra norma académica que consigue que una película tenga un aspecto presentable. Zeroville no lo tiene. Zeroville, que ha desaparecido de la sección oficial del Festival de San Sebastián -precisamente por saltarse las normas- podría muy bien estar en la sección de Cine en construcción. Parece que faltan transiciones, contraplanos, detalles. Está montada como un viaje alucinógeno en el que a uno le faltan fotogramas, o se imagina unos nuevos. Zeroville es una película que no tiene aspiraciones comerciales y ha estado 5 años en un cajón. Zeroville es una película que difícilmente puede encajar con la crítica (ahora mismo un sonrojante 28/100 en Metacritic) y muy poco parece importarle. Zeroville es libertad, es un capricho, un artefacto, una colección de posters de cine. No tiene que ser buena, solo te tiene que atrapar durante hora y media y quedársete en la cabeza.
Zeroville parece estar ambientada en el mundo del Hollywood surrealista de Under the Silver Lake. La mismísima hija ilegítima de Buñuel es uno de los personajes, cómo no va a haber surrealismo. Parece un sketch de Saturday Night Live dirigido por David Lynch. Es como si Jodorwosky se hubiera fumado algo con los chicos de la nueva comedia americana. Por supuesto, hay referencias explícitas para estos dos directores. En realidad, hay referencias explícitas o implícitas para toda aquella película, buena o mala (desde el punto de vista del crítico academicista), que haya dejado algún poso. Al Giallo también, por supuesto. Que tenga tripas y corazón. Curiosamente James Franco homenaje a Jess Franco, al citar Las vampiras, la película en el personaje protagonizado por Megan Fox ha trabajado. La actriz de esa película también se llama Soledad, como el personaje de esta. Ya aclaran en la propia película que es mala, pero no por ello es menos reseñable. Es una película que ha sido capaz de dejar huella. Y eso parece ser ser lo que quiere Franco.
El personaje de Franco, Vikar con K, es montador. Nos explican algo muy cierto: las películas se hacen en el montaje. Su forma poco ortodoxa de montar le vale una reprimenda y una oportunidad. No se debe montar así y, precisamente por eso, vale la pena que alguien lo haga. Por supuesto, Vikar es en cierta manera el montador de Zeroville. Un montaje alucinado, en un lugar maldito entre Tsukamoto y Aronofsky. La película al fin y al cabo, es cine dentro del cine, tal y como se apresuran a señalar al mostrar con El crepúsculo de los dioses, otro ejemplo de cine dentro del cine en la película. Cine dentro del cine que está dentro del cine. Un juego de espejos infinitos que terminan por formar la imagen de la propia película: una película que se pliega sobre sí misma, como El ladrón de orquídeas.
Una película hecha de muchas películas. Como los grandes directores que tienen una enciclopedia cinematográfica que usan en su propio beneficio. Como Spielberg que aparece en la película junto con su grupo de genios, con algún chiste sobre él y Lucas y el efecto que tendrán en la industria. Como Tarantino, que en su última película también ha partido de 1969. Historias hechas de pequeños fragmentos de otras muchas, tal y como se muestra con los fotogramas sueltos que tienen su propia historia. Una historia del cine. Un sentido transversal a todas las películas. La historia del siglo XX contada a 24 fotogramas por segundo. Una historia de arte. Sobre gente que vive en las películas, con ese final a lo El resplandor. Con esa nueva carne de Cronenberg que vive en la virtualidad de las grabaciones. Como esas mazmorras cercanas a Silver Lake que parecen existir ya solo en la ficción de un Hollywod de cartón piedra. El arte como parte de nuestras vidas.
Mi compañera Flipesci, Lorea Castroviejo, lo ha sentenciado de forma clara al salir del cine: esto no es una película, esto es arte contemporáneo. Quizá el error sea valorarla y entenderla como una película. Quiere ser otra cosa, y si conecta contigo, de la manera que sea, que nadie te la estropee explicándote que no es buena.