6.5

La esperábamos con ansia, quizá demasiada, y ya la tenemos. El Crack Cero es la precuela de dos de las mejores películas de José Luis Garci, las dos primeras partes de El Crack que rodó a principios de los ochenta. Vaya racha tuvo, se marcó dos clásicos de culto y, entre medio, ganó un Oscar con la excelente Volver a empezar.

No tan precuela

El Crack Cero, ya lo deja claro el título, es técnicamente una precuela, aunque a Garci no le entusiasme esa etiqueta. Y no me extraña porque para nada cumple las funciones de una precuela. Era de esperar que esta historia nos contase cómo Areta dejó la policía para convertirse en el genial detective privado. Pero no, está ambientada solo unos años antes que las anteriores, en las que Areta ya es detective privado, y por tanto, más allá de que esté un poco más joven, funciona como si fuera una tercera entrega al uso.

En realidad, aquí el concepto de precuela es más que nada una necesidad de cambiar de actor, no estando ya el mítico Alfredo Landa. Le toma el relevo Carlos Santos, un actor solvente que aquí se enfrenta a un reto que podría haberle explotado en la cara. Pero no, Santos le ha cogido el punto exacto al personaje. Callado, pensativo, duro, tierno en el fondo, herido, digno, astuto, pausado. Sin caer en la imitación pero captando bien los tiempos de Landa. Santos es mejor actor que Landa aunque no llena tanto la pantalla, una cosa compensa la otra.

Y en esta vuelta atrás hay más implicados. Principalmente el Moro, interpretado muy bien por un crecido Miguel Ángel Muñoz, que no sé cómo lo hace pero consigue hacer aparecer al viejo Miguel Rellán, a pesar de que se parecen como un huevo a una castaña. En realidad, a quien se parece es al personaje, del que, como Santos, capta el tono perfectamente.

 

No tan analógico

A Garci le gusta presumir de ser un “director analógico”. No tiene móvil, escribe a mano, o a máquina de escribir. No le interesa demasiado el cine que se hace en la actualidad y sigue fascinado por el cine clásico, como nos contaba en televisión cada lunes hasta hace quince años. Es de esperar, e incluso de desear, que siga haciendo sus películas con aroma añejo, porque el cine moderno ya nos lo hacen otros. Es normal, por tanto, que haya decidido rodar en blanco y negro esta entrega, que como las otras, está dedicada a un autor noir, en este caso a James M. Cain.

Pero aunque a Garci le guste tanto provocar con su clasicismo y su incapacidad para adaptarse a la tecnología, no es del todo cierto. La prueba es que con esta película confirma el paso a digital que ya dio con Holmes & Watson. Madrid Days. Mientras otros grandes directores como Tarantino, Nolan o Paul Thomas Anderson, que no son precisamente conservadores, se siguen resistiendo a abandonar el celuloide. Supongo que los ajustados presupuestos que maneja Garci tendrán algo que ver para abrazar, esta vez sí, las nuevas tecnologías. No tengo nada en contra del cine digital, que muchos cineastas manejan con maestría, hace ya muchos años, cuando Garci todavía tenía su programa, Michael Mann, Danny Boyle o Lars von Trier le sacaban todo el partido. El problema es que no parece que conjugue muy bien el blanco y negro de aroma a noir clásico con la textura digital.

No me lo creo. Ese blanco y negro no es el que puso imagen a los textos de James M. Cain. Ni siquiera es el blanco y negro de You’re the One de Garci. No evoca lo que pretende. Necesitaba, para empezar, estar rodado en celuloide, y si se puede, en determinado tipo de película (esto ya es más complicado). El digital no funciona y tampoco ayuda una fotografía que está cuidada solo a veces. Hay escenas, como la que cierra la película en la que los claroscuros referencian claramente al cine de los 40 en el que se quiere reflejar, pero en otros momentos el blanco y negro es claramente actual y con poca fuerza. En el peor de los casos con sabor a tele.

Además, la diferencia de pocos años entre la ambientación en color de las anteriores y esta crea una separación excesiva. De la estética del cine español de principios de los ochenta no pasamos a la de los setenta, sino a un salto anterior. Así que por un lado, no me creo el cine de los 40 porque falta la textura analógica, y por otro lado no representa la imagen de los 70. Como mucho, por la idea de «la España en blanco y negro» que se estaba viviendo. Si al menos, después del anuncio de la muerte de Franco, la película hubiera continuado en color, habría sido conceptualmente coherente. Las transiciones paisajísticas tampoco funcionan tan bien como en las dos entregas anteriores, que eran contemporáneas. Ahí también se nota falta de presupuesto para la recreación adecuada.

Garci necesita un buen equipo técnico, un director de fotografía con experiencia y con personalidad. Lo mismo en el apartado del sonido que es de lo peor de la película, con unos ambientes (tormenta, tráfico) que te sacan de la película. Debería hacer como Woody Allen: rodearse de profesionales con experiencia y delegar. Garci tiene una gran capacidad para la composición y para dar con el ritmo adecuado. Sabe crear momentos con poso. Sabe emocionar. Pero a día de hoy tiene una carencia importante en cuanto a técnica. Del montaje -en parte suyo- con esos fundidos que casi cortan las frases, ni hablemos. Supongo que después de trabajar con los mismos profesionales durante décadas, ahora algunos ya retirados o incluso fallecidos, no tiene ganas de buscar nuevos compañeros de viaje que le aporten calidad. Es una pena porque sigue planificando de maravilla, moviendo la cámara con mesura e inteligencia, siempre a la manera clásica o muchas veces dejándola quieta donde tiene que estar. Homenajeando a ¡Qué grande es el cine! , voy a elegir mi plano favorito, que sería el que ilustro a continuación, en el que la cámara se asoma fisgona, redefiniendo completamente el encuadre.

Mi plano favorito

 

Grandes personajes, actores insospechados

Así como creo que falla con sus técnicos, Garci tiene una intuición increíble con el reparto. Estamos hablando de que le ha dado un papel a Andoni Ferreño a quien no se le veía en una pantalla grande desde el 97, interpretando a un tal Toni Amor. Y, oye, ni un pero por mi parte. El papel le viene perfecto. El método de Garci es muy americano: en lugar de buscar a grande actores versátiles, busca a la persona que mejor encaja en el personaje que ha escrito. Y acierta. Tengo la impresión de que es, junto con Alex de la Iglesia, el director que mejor elige a sus actores, y en ambos casos, son elecciones más allá de los rostros habituales.

Además de los dos protagonistas comentados antes, todo el reparto parece no estar actuando, sino estar hechos a medida para el papel. Como seguramente ya habréis oído en algún lado, Garci no hace castings, elige directamente a quien quiere para el papel. Luisa Gavasa, Ramón Langa o Pedro Casablanc se ajustan como un guante a sus personajes. Echo de menos más papel para Luis Varela, ese barbero que en las anteriores entregas había tenido más ocasión para narrar sus anécdotas pugilísticas.

Pero no es solo un acierto de elección, es un acierto de escritura. Los personajes de Garci son de verdad, con vicisitudes cotidianas que acompañan a sus grandes tragedias. Juegan al mus, escuchan música, hablan de cuestiones intrascendentes -ya lo hacían muchos años antes de que Tarantino lo pusiera de moda- y sufren con matices. Esto hace que a diferencia de otros noir de pura estructura de trama, aquí los personajes importen e impulsen el drama del conjunto.

Los personajes llevan aparejados situaciones que te atrapan. La introducción es fabulosa y define al protagonista en sus límites éticos. También ayudan ciertas excentricidades como el esgrima o el rockero crooner que le dan sabor a la película pero sin perder nunca la perspectiva de que estamos en Madrid. Y el mus. Adoro el mus del crack. Garci rueda como juega uno de los personajes: al trantrán.

Hay un par de elementos que lastran la película y hacen que no sea redonda. El apartado técnico mejorable y que para ser una tercera entrega no suba la apuesta (del «envido más» de la segunda debería pasar al órdago, y recordemos que en la primera ya había un personaje con dinamita amarrada a la cintura). Son pocos elementos los que fallan pero importantes, para una película que podría ser mucho más.

El crack cero

Media Flipesci:
5.3
Título original:
Director:
José Luis Garci
Actores:
Macarena Gómez, Paula Echevarría, Cayetana Guillén Cuervo, Miguel Ángel Muñoz, Carlos Santos, Pedro Casablanc, Luisa Gavasa
Fecha de estreno:
04/10/2019