6.5

El exorcismo en el cine suele venir acompañado de una referencia a problemas psicológicos, a los males del alma. Ya en la seminal El exorcista, había una lectura de fondo sobre las dificultades de una hija algo desatendida y el sentimiento de culpa de su madre. De la misma manera que las películas de fantasmas suelen hablar de un duelo mal resuelto, en las películas de exorcismos suele haber problemas familiares latentes. En el cine oriental, que tiene sus propios códigos estéticos, tanto para los fantasmas como para los exorcismos, los mecanismos psicológicos, sin embargo, vienen a ser muy similares a los del cine occidental. Y este es el caso de It Comes de Tetsuya Nakashima. La imaginería sobrenatural está cerca de películas como la coreana El extraño, o el terror japonés en general. A nivel de mecanismos dramáticos, sin embargo, no está tan lejos del cine occidental.

Cuando Hideki acude a la exorcista, la sorprendente respuesta que recibe de esta no le gusta nada: debe cuidar con más atención a su mujer y a su hija. Y aquí está el centro de la película. Pero para llegar a ello, Nakashima primero nos introduce todo el contexto social, con muchos de los problemas típicamente japoneses, que en algunos casos podemos extrapolar al mundo y en otros son más un retrato de su sociedad. Desde las raíces rurales del protagonista en la que la mujer tiene un rol tradicional muy marcado (él le pide que vaya a ayudar a su madre que es lo que se espera). Ese espíritu llega hasta la capital, porque la educación y los referentes se los lleva uno consigo. También se muestra la insana relación con el trabajo y la difícil conciliación familiar. Hideki vuelve al trabajo a los tres días de ser padre e incluso pide disculpas por ello. Algo parecido le pasa a su mujer cuando tiene que compatibilizar el trabajo con cuidar a su hija, y tiene verdaderas dificultades para hacerse cargo en situaciones tan sencillas como una fiebre. La actitud del protagonista hacia su jefe en la boda, de completa sumisión en una sociedad que eleva el trabajo al primer término de todas sus relaciones.

Todo ese contexto que Nakashima incluye en la película porque es necesario para entender el fondo -y porque probablemente le interesa más que los espíritus malignos- está planteado con un ritmo fluido que se apoya en un montaje de planos de muy corta duración con un tempo perfecto y con la cámara en continuos travellings. También se ayuda de una banda sonora armoniosa que utiliza varias veces música clásica y que nos sumerge en una relación tan idílica que pronto nos resultará sospechosa. Aquí hay una crítica clara a esas vidas de Instagram -en este caso un blog- donde hay más esfuerzo en mostrar una imagen al exterior que en construir realmente algo bueno. Y esto, más allá de que los japoneses den especial importancia a dar una imagen de felicidad al vecino, sí que es bastante exportable a nuestras sociedades.

Por supuesto, esta vida de luz y colores amables va dando paso a una realidad más oscura, desordenada y siniestra. Poco a poco y utilizando también para esto el montaje. La imagen de Hideki pasa al extremo opuesto pero reflejada en el espejo, repetidas veces. Eso hace que espacialmente la cámara se salte los ejes, pero al tener en el otro plano la imagen de él reflejada en el espejo, aparentemente no haya tal salto. Es decir, a través del montaje nos está transmitiendo la idea de que algo está mal pero dando imagen de que está bien. El efecto es extrañamente inquietante. Otro de los recursos importantes en la película es el cambio brusco de puntos de vista que también nos hace ver las cosas de una manera distinta. Esto le da a la película una estructura muy particular.

Esta caída hacia lo siniestro está bien representada formalmente por el color, la luz, el montaje que ya no es tan armónico y, por supuesto, el aspecto de la casa. Y ese camino nos va dejando revelaciones que ya nos habían sido sugeridas. Que la gente no es lo que parece. Que debes tener cuidado con las voces a las que das crédito. Que los problemas actuales o los del pasado no se pueden barrer debajo de la alfombra. Que la sociedad tiene verdaderas carencias para apoyar a las familias y para impedir que entre el mal en las casas.

La película tiene un tono de drama costumbrista que es interrumpido por brotes de terror e imágenes de cruda violencia, al estilo japonés. Ese contraste abrupto, unido al gradual descenso a lo siniestro y el cambio de tono, consiguen crear un tipo de inquietud con más poso. Algunos momentos de muy buen terror. Aunque creo que hacia el final se diluye un poco -tampoco ayuda la excesiva duración ni una trama que termina por enredarse demasiado- y el impacto del clímax se resiente. Si no fuera por esto, el conjunto habría sido mucho más redondo. En todo caso, un buen drama de terror.

It Comes

Media Flipesci:
6.4
Título original:
Kuru
Director:
Tetsuya Nakashima
Actores:
Jun'ichi Okada, Nana Komatsu, Satoshi Tsumabuki, Haru Kuroki, Takako Matsu, Munetaka Aoki, Kentez Asaka