Iñaki Ortiz Gascón¿Qué es el synthwave? Cuando uno escucha superficialmente el género parece una pregunta fácil de responder que está relacionada con la música de los 80. Cuando hurgas un poco, como siempre, la cosa se complica. Y este documental hurga hasta el fondo con una serie de entrevistas entrelazadas en las que se habla con muchos de los representantes. Con uno de ellos, Nightcrawler, ya tuvimos ocasión de hablar del género:
Nightcrawler: “En España el Synthwave solo ha asomado la cabeza”
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Synthwave: ¿Pasado o presente de la música?
La mayoría de los entrevistados coinciden en que esta no es una música de los 80, sino que es una música actual que busca evocar algunos sonidos de la época, especialmente los que involucran a los sintetizadores. De hecho, más que referencias de grupos musicales de éxito de los 80 hay una fijación por ciertas bandas sonoras de películas de serie B, series o videojuegos. Uno de los entrevistados explica que cuando en el grupo hablan de lo que quieren componer no hacen referencias a bandas sino a películas, con comentarios como “Ponle más Los Goonies”. También explican que en muchos casos ni siquiera conocen los nombres que hay detrás de algunas composiciones, pues nunca llegaron a tener éxito.
Aunque también hay nombres. Se habla de la estupenda banda sonora de Vangelis para Blade Runner, de las bandas sonoras de Tangerine Dream, de la importancia de Giorgio Moroder -al que algunos admiten haberle conocido hace solo diez años-, o incluso de precursores de la electrónica anteriores como Isao Tomita. Pero el nombre que está en boca de todos, con incondicional reverencia, es el de John Carpenter, por sus películas y sobre todo, por su banda sonora. “Carpenter tenía una atmósfera especial, quizá por eso es tan importante”. La atmósfera, como la de Vangelis o Tangerine Dream, es un elemento que todos destacan como seña de identidad del género, y en eso Carpenter era el mejor. Explican cómo con unas pocas notas sencillas podía conseguir que no dejes de mirar a la pantalla. Y como Carpenter es el gran referente, la película tiene el acierto de tenerlo como narrador. Más bien como la voz de la experiencia.
John Carpenter narrando la película
En definitiva, más que una música de los 80, se define más como una música actual que pretende evocar emociones de entonces. La paradoja es que se quiere reflejar tanto la época que se consigue una música diferente, pues el objetivo -representar los 80- es un objetivo distinto a la de la música que realmente sonaba en esos años. La otra paradoja es que este ejercicio de nostalgia lo producen y lo consumen muchos que ni siquiera lo han vivido.
¿Se puede sentir nostalgia por una década que no has vivido?
Eso es lo que se pregunta uno de los entrevistados. Efectivamente se puede, y no es tan extraño. Woody Allen hasta hizo una película sobre esa cuestión, Midnight in Paris. El caso es que muchos de los participantes del documental, los propios músicos, no han vivido los 80 o no mucho: “En los 80 todos éramos muy jóvenes”. De esta manera, su música recoge más una serie de sonidos y una estética que ha perdurado, y no tanto una idea más cercana de la cultura real que se consumía entonces.
Uno de los símbolos de todo esto es el sintetizador. Más que recordar la música en su conjunto, se quedan con el uso específico del sintetizador que estaba muy presente en la música en general. Tanto que llegó a cansar y llegaron los 90 y los desterraron. Es curioso que varios de los entrevistados tienen muy claro que para ellos los 80 se acaban a mediados de los 90 (95 o 96, depende de quién responda). En lo que están todos de acuerdo es en su aversión a los 90, una década de ruptura que acabó con todo lo que les atraía, en la que se consideró que los 80 habían sido profundamente horteras.
La popularización del synthwave
Muchos coinciden en que ya hacían synthwave años antes de que apareciera la etiqueta. Cosa natural, pues no puede existir antes la etiqueta que la música. Muchos se sitúan en los primeros años del siglo, alrededor de 2005. En cuanto al momento de eclosión también están bastante de acuerdo: principio de la década de los 10s y en concreto, el estreno de Drive (2011). La estética pero sobre todo la banda sonora, con temas como el de Kavinsky que no pretenden ser retro pero que tienen un sonido que evoca al pasado. Sobre la importancia que tuvo la película hay un consenso absoluto. También vemos en el documental alguna cazadora similar a la del personaje. Recuerdo perfectamente que en la edición 2012 del Primavera Sound había más de uno con la cazadora del escorpión. Ese año tocó Chromatics (también presente en la banda sonora de la película). Desde entonces ha habido un hueco, creciente, dentro del variado cartel, para este género. Incluso llegó a haber un concierto de Carpenter, y en recientes ediciones ha habido aún más conciertos de este tipo. De hecho, en el documental aparece fugazmente el Primavera Sound.
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Se nota en muchos la típica actitud de “oye, yo ya estaba en esto antes de que fuera mainstream”. Muchos de ellos lo han vivido como algo underground, casi secreto y en su mayoría se sentían más cómodos así. Hay varios que ocultan sus caras, que nunca aparecen con su imagen real, con la inevitable referencia a Daft Punk. Hay mucho de capucha negra, de estar fuera de la sociedad, como los personajes de Carpenter, como Mad Max, como cualquier oscuro hacker de película. Gente que no está interesada en éxito económico. La mayoría de ellos, más disimuladamente o menos, siente cierto desencanto con que el género se haya popularizado y haya mucha más gente haciendo cosas. “Se está perdiendo el garage” dice una de las entrevistadas. Otros lo aceptan mejor, o incluso se alegran del éxito.
Demasiada nostalgia
Iván Castell dirige este documental aplicando a la forma el contenido. Los lugares donde rueda a los personajes están iluminados con luces de neón, o tiene alguna particularidad estética de los 80. Carpenter habla con una inquietante pirámide tras él, en la penumbra. Algunos músicos que no quieren mostrar su rostro están rodados en un marcado contraluz. La estética está cuidada y evita que este sea el clásico documental aburrido de cabezas parlantes. Además está bien montado para que sea ameno.
Como nexo, hay algunas escenificaciones de cine fantástico siguiendo los cánones del movimiento musical, con su Delorean y sus cintas. Aquí, para mi gusto, se peca de excesiva nostalgia. Por resumirlo rápidamente: el llavero de Naranjito sobra. El synthwave es más una fantasía épica evocadora de un tiempo. Algo como lo que hace Cosmatos en Mandy.
En el fondo, puede ser algo incoherente quejarme del exceso de nostalgia en una documental que habla principalmente de eso. De hecho, muchos de los entrevistados, no todos, hacen referencias a la nostalgia más barata como la gastada referencia al rebobinado con boli. Pero creo que habría sido mejor mantener las claves del movimiento, y a la coherencia estética -que sí la mantiene el documental en general- y no caer en concesiones para quien realmente ha crecido en los 80.
Con todo, un documental que te ayuda mucho a entender las claves del synthwave y en el que están los que tienen que estar.
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