La noche que James Brown salvó Boston
El 4 de abril de 1968, en un hotel de Memphis situado frente a los míticos estudios de Stax Records, muere asesinado Martin Luther King. Inmediatamente las revueltas se extienden como la pólvora, a lo largo y ancho de Estados Unidos grupos de negros enfurecidos toman las calles. En Memphis arrasan con cada negocio propiedad de un blanco que encuentran (es decir, con casi todos), aunque respetan los estudios de Stax Records y es que, a pesar de ser propiedad de un blanco llamado Jim Stewart, han hecho tanto por la cultura y la música negra -artistas como Otis Redding, Sam & Dave, Booker T. entre otros grabaron allí- que la masa enfurecida lo trata como si fuera uno de los suyos.
El de Stax no es el único caso en que la música calma las protestas en aquellos días. En Boston, James Brown tiene programado un concierto la noche siguiente al asesinato. Con medio país en llamas, noticias de militares tomando las calles, y el número de muertos, heridos y detenidos creciendo, el alcalde Kevin White -mal día para apellidarse así- tiene miedo de que la presencia de James Brown sea prender la mecha para una gran explosión de violencia. James Brown no sólo es un líder para la comunidad negra y amigo personal del Dr. King, es que, además, en los últimos tiempos se ha mostrado más cerca de las tesis de Malcon X -los blancos son violentos, usemos sus mismas armas- que a las de la oposición no violenta del asesinado Reverendo King.
El alcalde White, aconsejado por el único concejal negro, decide no sólo no suspender el concierto, sino retransmitirlo en directo por televisión pidiéndole a James Brown que, por favor, se de cuenta de la responsabilidad que tiene. James Brown acepta y ofrece su concierto asustado porque, como figura negra que es, su propia vida corre peligro en esos tumultuosos días. También porque siente que tiene que conseguir que una multitud enfadada se conporte de manera pacífica..
Mediado el concierto unos espectadores suben al escenario para protestar por el asesinato de King y la policía carga contra ellos, James Brown echa a los policías y pide a la gente que se calme:
«Por favor, chicos y chicas, esperad un momento. Esperad, esperad. ¡Esperad un momento! Estas no son formas. ¡Somos negros! ¡Esperad! ¿Podéis dejar todo esto y seguimos con el espectáculo? Somos negros, no queremos dar esta imagen. Dejadme terminar el concierto. Bajad del escenario. No estáis siendo justos ni con vosotros, ni conmigo, ni con vuestra raza. He pedido a la policía que se vaya porque creo que puedo conseguir que mi gente me respete… Vamos a seguir».
Esa noche Boston duerme tranquila. Siendo una de las ciudades con mayor presencia del movimiento por los derechos civiles, esa noche no tienen problemas con los disturbios. La mayor parte de la población negra está en el concierto, o viéndolo por televisión.
Sin embargo, lo que puede parecer un éxito del Padrino del Soul, para algunos activistas más radicales (y la radicalización estaba a la orden del día en el año 1968) fue un acto de cobardía que impidió el avance de su lucha. James Brown, muy comprometido con la lucha de los derechos civiles, se sintió dolido y muy afectado por esas críticas y respondió haciendo lo que mejor sabía hacer: una canción. Pocos meses después publicaría la archifamosa Say It Loud, I’m Black and I’m Proud («Dilo alto, soy negro y estoy orgulloso»), que pronto fue adoptado como himno por los propios Panteras Negras.
Han pasado más de cincuenta años, pero a menudo no lo parece y algunos se preguntan por qué la población negra ha reaccionado como ha reaccionado ante la brutalidad policial que ha acabado con la vida de George Floyd.
Hay un documental titulado The Night James Brown Saved Boston que cuenta la historia con detalle, si lo encontráis os lo recomiendo.