«Los cineastas se tienen que permitir entrar a dimensiones más complejas, porque hoy en día nuestros espectadores son gente increíble»

La Verónica fue una de las películas más destacadas dentro de la sección Horizontes Latinos del pasado Festival de Cine de San Sebastián. La película surge de un punto de partida arriesgado porque está rodada, integramente, a base de primeros planos con la cámara estática. En ella, una extraordinaria Mariana Di Girolamo interpreta a una influencer casada con un popular futbolista. Charlamos con Leonardo Medel, su director, para que nos cuenta más cosas sobre La Verónica.

¿Cuándo surge la idea de esta película?

La primera vez que grabamos un teaser de esta película fue en el año 2008. En estos doce años 12 años que pasaron entremedio grabamos un cortometraje que se exhibió en el Museo Arte Contemporáneo e hice otro cortometraje con Mariana hace como dos años atrás. Fue un proceso largo para llegar a poder grabar la película.

Han pasado muchos años y las redes sociales han cambiado mucho. ¿Se parece mucho a la idea de entonces, al resultado, la película de ahora?

Sí, cuando nosotros partimos, de alguna forma, una cosa que estaba empezando a ocurrir eran como ciertos primeros videos que iban anteceder a lo que iban a ser los vídeos de Youtube.

Yo me he desenvuelto en los últimos 15 años en trabajar en publicidad, por ejemplo, y estar permanentemente vinculandome por redes sociales. Chile es uno de los países más activos en redes sociales. Es el segundo en número de usuarios de Instagram en Latinoamérica, hace como dos años era el primero en Facebook… En mi país, en el flujo por redes sociales es muy fuerte. Una parte importante de nuestra vida en este momento esta ahora haciéndose ahí.

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28/09/2020 - Ricardo Fernández

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¿Eso es lo que te motiva para hacer la película?

Particularmente siento que el arte cinematográfico, en general, el medio cinematográfico ha tenido, hasta ahora, mucho espacio en lo que se permita la representación de lo vinculado a redes sociales. No sé muy bien por qué es esto. Hoy hay pocas películas en vínculo con el mundo de las redes sociales. Me parece que es una temática un poco obligada en medio del contexto en el que nos encontramos hoy día. Es decir, es como si tuviésemos un elefante acá delante, dentro de la pieza, y estamos obviando que está ahí.

Entonces, yo sé que en el fondo la película se percibe como muy original, como muy diferente al canon de las películas, pero en realidad para mí es completamente evidente, este es el marco en el que yo estoy viendo.

Trabajar en la publicidad ha sido una influencia a la hora de hacer la película.

Sí, por supuesto. Es decir, hay hasta cosas que son para mí como pequeños chistes, o coqueteos, con ese espacio. Con la campaña viral que graba ella como rostro de una marca de cosméticos, por ejemplo, no sé si me estoy riendo, pero estoy entrando en contacto con una cosa que yo mismo he experimentado. El director dice unas cosas que yo me he escuchado decir a mí mismo. También hay un coqueteo natural con el beauty, por ejemplo, con la fotografía y maquillaje en moda.

¿Qué otras influencias has tenido para rodar esta película?

Tenía un influjo fuerte del cine de Bergman con respecto a lo que significaba filmar una película completa en primer plano. También, por supuesto, Juana de Arco de Dreyer es como el molde de esta película, creo yo. Sólo que el personaje es como una Juana de Arco invertida. Es como estar viéndola desde el lugar exactamente opuesto. Es completamente lo opuesto a Juana de Arco.

También está ligada con Talking Heads de Kieślowski. Solo que en vez de ser cuarenta y cuatro rostros que dibujan a toda una generación de personas vivas en un momento y en un vínculo con la historia del mundo, este es solo un solo personaje. Aunque lo que estamos viendo, lo que yo me lo planteaba, son diferentes rostros, como una piedra facetada.

El trabajo de Mariana Di Girolamo es, sencillamente, espectacular. ¿Cómo fue trabajar con una actriz de semejante calibre?

Yo rodé dos películas de realidad virtual con Mariana. La realidad virtual tiene una cosa muy interesante y es que cuando tú trabajas en realidad virtual lo que extrañas precisamente es la idea del primer plano. Uno de los cortometrajes que rodamos, un cortometraje al interior de otro largometraje, fue como una especie de prueba para ver el resultado del modelo de actuación solamente con primeros planos. Para mi fue impresionante la forma en que Mariana lo ejecutó. Vi que se podía hacer y también vi que ella era imprescindible.

A estas alturas Mariana y yo ya tenemos una relación de amistad, nos conocemos hace muchos años, y en un momento ella me dijo que iba a rodar Ema, con Pablo Larraín. Eso quería decir que íbamos a tener que correr el rodaje, probablemente alrededor de un año. Me dijo que continuara, que la hiciera con alguien más, y le dije “No, no, no, no suspendamos, todos esperamos al día en que estés lista”.

Con tanto tiempo habrás tenido muchas oportunidades de trabajar en el guion. ¿Eres un director que prefieres llevarlo muy cerrado o prefieres cierta libertad a la hora de rodar?

A mí me gusta mucho trabajar con actores. Yo di clases de actuación para cámara durante siete años. He entrenado a varios actores en lo que significa aprender a actuar para una cámara. Sobre todo porque en mi país no hay una una carrera diferenciada, es decir, los actores estudian teatro y luego tienen que aprender, más o menos solos, qué es lo que hay que hacer delante de cámara. A mí me gusta mucho el trabajo con los actores, me he relacionado con ellos últimos 20 años y en general dejó harto espacio para el trabajo, para lo que puede surgir ahí.

En esta película, particularmente, no lo hicimos así. Acordamos con Mariana que íbamos a trabajar muy cerrado y el único componente que estaba un poco más suelto en el trabajo que estábamos haciendo nosotros, en lo que estábamos construyendo, era la guagua [la bebé]. De alguna forma Mariana está actuando, está reaccionando al tempo que lleva el llanto de la guagua. Está reaccionando a eso que está pasando en ese lugar. Era una especie de ruptura del tempo que ella llevaba.

El pase en San Sebastián fue la premiere mundial, ¿cómo has sentido la recepción del público?

Increíble, de verdad. Cuando nos planteamos la película pensamos que Iba a llegar sobre todo a unos espacios un poco más experimentales o un poco menos mainstream. Y lo que ha pasado es es increíble para mí, la respuesta que ha tenido el público. y es que mucha gente me manifestó lo que le había gustado la película. Durante la semana de San Sebastián mucha gente se me acercó a hablar, a preguntarme cosas de la película. Y también creo que la película, como el soporte es tan básico, tan esencial, por la forma en que se repite, en el fondo da espacio para que el espectador pueda entrar a pensar sobre la película. A encontrarse en ella también, porque, en el fondo, todos estamos en esta articulación un poco extraña de las redes sociales. Todos, en el fondo, nos refractamos un poquito, un poquito aunque sea, en la monstruosidad de Verónica. Y eso el público me lo me lo hizo saber. Mucha gente se me acercó a conversar en la calle después de la función. Fue muy bonito, sí, muy bonito.

Sí que es una propuesta arriesgada, pero quizá por el ritmo tan rápido y la narración episódica, que es muy actual, muy de la manera que ahora se consumen contenidos, en realidad es una película muy accesible para el público en general.

Sí, yo creo que nos terminó quedando así porque nosotros estuvimos permanentemente pensando de qué forma este primer plano se hacía sostenible, de qué forma se hacía entretenido, de qué forma se hacía accesible. Cuando llegamos al montaje decidimos apurar todo, de forma de que fuera todavía más accesible y finalmente creo que terminó siéndolo.

Estamos en un momento de cambios para el cine, con las salas en peligro y la industria cambiando. Además la pandemia parece que lo está acelerando todo. ¿Cómo los ves tú?

Creo que en la medida en que el mainstream completo se está moviendo hacia las series, las películas, como objetos más cerrados, más pequeños, más perfectos también, se pueden permitir ciertas complejidades porque el espectador de películas ahora, en general, es un espectador extremadamente complejo, con acceso a cinematografías difíciles, complejas o bien estructuradas. Creo que lo que los cineastas se tienen que permitir entrar a esas dimensiones más complejas, porque hoy en día nuestros espectadores son gente increíble.