Cinco años después de La favorita, el griego Yorgos Lanthimos vuelve a la Mostra con Poor Things y como en aquella ocasión, lo hace en compañía de Emma Stone como protagonista y Tony McNamara como autor del guion en el que adapta la novela homónima de Alasdair Gray. En Poor Things, el director de Canino (2009), Langosta (2015) y El sacrificio de un ciervo sagrado (2017) narra el recorrido vital y la evolución personal de Bella Baxter, interpretada de forma arriesgada y entregada por Emma Stone, una joven rescatada de una muerte segura por un osado científico utilizando métodos frankensteinianos en la Inglaterra victoriana. Completan el reparto Willem Dafoe, Mark Ruffalo, Ramy Youssef y Christopher Abbott.
Como era de esperar, todo en Poor Things es excesivo. Narrativamente es arrolladora. Visualmente apabullante. Temáticamente pertinente y oportuna. Llena de un humor surrealista y absurdo. Su historia es fabulosa, las interpretaciones histriónicas, el vestuario excesivo, los decorados un delirio de imaginación, en la fotografía vuelve a recurrir a grandes angulares, ojos de pez y travellings con descaro, la música bizarra. Pero todo ese exceso y barroquismo en la puesta en escena se ajusta perfectamente a lo que requiere la historia. Toda esa acumulación de elementos resulta ordenada y coherente. Poor Things está repleta de ideas y de pasión por contar esa historia y lo hace de forma brillante e inteligente. En Poor Things todo es excesivo y exagerado. Pero también pertinente.
La película arranca en la casa de un científico temerario, el doctor Godwin Baxter, interpretado por Willem Dafoe. Una casa en la que casi todo parece haber sufrido de una u otra manera la pasión por la experimentación científica de su propietario. Empezando por el cuerpo y el rostro del propio doctor, que se hace llamar God (no hay que esperar sutileza en Poor Things) y siguiendo por los animales domésticos que viven en ella, una combinación de dos o más especies derivada de los experimentos de su amo y señor. Y entre los habitantes está Bella, una criatura con forma de mujer que actúa y se comporta como una niña, condenada a vivir una vida en blanco y negro, una vida de encierro y sometimiento al hombre que la creó, pero con ansias de aprender y conocer.
Serán estas ansias de conocer las que la llevarán junto al abogado de la familia (interpretado por Mark Ruffalo) a viajar por medio mundo en un recorrido quijotesco en el que a medida que Bella adquiere mayores conocimientos, aprende a comportarse de acuerdo con las normas de la sociedad y toma consciencia de sus derechos como mujer, el abogado se sentirá descolocado al ver cómo pierde los privilegios que él entiende que le corresponden como hombre. Un viaje que llevará a Bella a descubrir la cultura, pero también la existencia de la pobreza y a conocer la prostitución y a decidir tomar las riendas de su vida.
Poor Things es un coming-of-age vertiginoso, una película de aprendizaje acelerado que empieza como una crítica a los límites de la experimentación en pos de progreso y el avance científico y se convierte en un poderoso alegato feminista. Un cruce apasionado y arrebatador entre la historia de Adán y Eva de la Biblia y el Frankenstein de Mary Shelley en el que se hubiera quitado de en medio la figura de Adán y solo hubieran quedado Dios (el God creador de Poor Things) y Eva.