En su segunda película tras la muy recomendable Ventajas de viajar en tren, Aritz Moreno nos sumerge en la vida de Luis Machi, un empresario que encarna la decadencia moral del ultracapitalismo. Aficionado a los lujos, el dinero fácil y las mujeres, Machi es el reflejo de una sociedad donde el poder y la avaricia eclipsan la empatía. Para entendernos, es uno de esos que puede decir, sin sonrojarse, que es necesario que aumente el desempleo y haya dolor en la economía para acabar con la arrogancia de los trabajadores. Sin embargo, un giro inesperado en su vida lo lleva a un viaje desesperado por el caos desquiciante de Buenos Aires. También por los recovecos de su pasado.
Ventajas de viajar en tren: un juego de mentiras
02/11/2019 - Ricardo Fernández'Ventajas de viajar en tren', de Aritz Moreno, muestra una solidez impropia para una ópera prima. Un gran control del ritmo, visualmente muy trabajada y con un planteamiento muy ambicioso. Leer más
Porque Moscas es una road movie delirante que nos lleva por dos viajes paralelos. Por un lado, el recorrido frenético y vertical de Machi por Buenos Aires, desde los lujosos áticos hasta los bajos fondos, en busca del autor de una trampa que amenaza con desmoronar su imperio. Por otro, un viaje temporal e introspectivo, donde Machi repasa a quienes ha perjudicado en su ascenso al poder. Estos dos viajes sirven para retratar la sociedad bonaerense, fácilmente extrapolable a casi cualquier otra sociedad occidental. Eso sí, la elección de Buenos Aires como escenario es acertada. Es una ciudad donde los contrastes conviven unos con otros en apenas unos metros y lo suficientemente caótica y al borde del desmoronamiento como para resultar amenazante y real. Además, el contexto político, con candidatos como Javier Milei que comparten gran parte del discurso de Machi le añade un punto más de demencial realismo.
Visualmente, Moscas es magnífica y muy solida. La dirección de fotografía de Javier Aguirre -que ya colaboró como Moreno en Ventajas de viajar en tren y también ha trabajado en Akelarre de Pablo Agüero, Oreina de Koldo Almandoz o La trinchera infinita de los Moriarti– es sofiticada y elegante, lo que encaja con el lujo y la opulencia de la vida de Machi, pero también logra captar la cruda realidad y el peligro de las barriadas o la decadencia de los lugares abandonados. La música, a cargo de Maite Arroitajauregi (Mursego) ayuda en la creación de las atmósferas; pero con una autora así hubiera sido interesante un enfoque más audaz.
Es precisamente eso lo que más se echa en falta, audacia. Aritz Moreno demuestra su habilidad para crear imágenes impactantes y la habilidad para jugar con diferentes tonos que demostró en Ventajas de viajar en tren. Se mueve como pez en el agua con el humor negro, maneja la tensión incómoda con brillantez; pero se echa de menos algo del atrevimiento formal y argumental de su primera obra. Sobre todo en la parte más thriller de la película, que resulta más convencional que el retrato de la miseria moral a través del humor negrísimo e incómodo.
Como ya hiciera en Ventajas de viajar en tren, Javier Gullón, guionista de Enemy de Denis Villeneuve, es responsable del guión de nuevo basado en en una novela, en este caso Que de lejos parecen moscas, de Kike Ferrari. La historia está estructurada de una manera capitular, saltando de un lugar y un tiempo a otro, y no todos los capítulos están al mismo nivel. Poco a poco la película va abandonando la búsqueda de la persona que puso la trampa para centrarse en el retrato de Machi y de la sociedad y en esa transición trastabilla un poco.
Mención aparte merece un descomunal Ernesto Alterio que borda su papel. A pesar de lo caricaturesco del mismo, su interpretación consigue que Luis Machi siga provocando miedo y asco, además de resultar creíble y, por desgracia, reconocible. Un papel difícil de olvidar.