Ricardo FernándezReseña de Emila Pérez, de Jacques Audiard
Jacques Audiard es, sin duda, uno de los mejores cineastas de su generación. Autor de grandísimas películas de muy diferentes géneros que van desde el thriller carcelario y mafioso de Un profeta, al retrato dramático de la sociedad actual en París, Distrito 13, pasando por el Western de Los hermanos Sister o el drama romántico de De óxido y hueso, entre otros. Cuando ya parecía difícil que Audiard nos sorprendiera cambiando de género, nos presenta Emilia Pérez, un musical operístico. Después de haber dicho que al director francés le sobra talento y ha tocado tantos géneros, que haga un musical no debería ser sorpresa -casi todos los grandes han rodado o querido rodar uno- pero es que dentro de este musical caben el drama y el melodrama, la reivindicación trans, un thriller de narcotraficantes, un alegato feminista y una historia de redención personal. Audiard consigue que esta improbable mezcla, básicamente rodada en español, funcione.
Funciona, entre otras cosas, porque es un musical y el musical tiene mucha manga ancha con la locura. Porque a ver en qué otro género podemos construir la historia de Manitas (Karla Sofía Gascón), un narcotraficante violento y sanguinario que quiere convertirse en mujer. Y no para escapar de la justicia o como treta, quiere convertirse en mujer porque tiene que vivir la vida que siempre ha querido vivir. La manera en la que, cantando a media voz, se lo cuenta a un médico receloso de sus intenciones es de los mejores alegatos a favor de la transexualidad que se han visto en la gran pantalla. También fuera de ella.
Así que ya estamos dentro de la historia, ya tenemos a Manitas convertido en Emilia Pérez. Una historia que tiene otras dos mujeres protagonistas: la abogada Rita (Zoe Saldaña) que le ayuda en el proceso y a borrar sus huellas después y Jessi (Selena Gomez), la mujer de Manitas y madre de sus dos hijos a los que Manitas tiene que abandonar cuando transiciona.
Semejante locura de planteamiento partió de Écoute, de Boris Razon, aunque parece ser que Audiard solo tomó la idea de la transición para desarrollar su guion de manera totalmente diferente junto a Thomas Bidegain (su colaborador habitual) y Léa Mysius (coguionista de París, Distrito 13 y directora de Los cinco diablos). En Emilia Pérez, la transición y el deseo de hacerlo es solo el primer acto de una película que explora muchos otros temas en un desarrollo mucho más amplio. Audiard se atreve a señalar la violencia de México con las mujeres, con los desaparecidos por el narcotráfico, la corrupción del sistema y le pone un nombre: masculinidad. Una masculinidad violenta y agresiva que muchos, como Manitas, entienden necesaria para sobrevivir. ¿Qué pasa si la arrancamos? Audiard plantea algo muy atrevido: quien cambia el cuerpo, cambia el alma. Quien cambia el alma, cambia la sociedad. ¿Naif? ¿Simplista? Pues claro, pero qué carajo, ¡¡estamos en un musical!! Los musicales, los cuentos y las fábulas no necesitan ser reales o complejos, solo deslumbrantes a la hora de transmitir su mensaje.
Y Emilia Pérez es deslumbrante, vaya si lo es. Con números musicales de todos los estilos: a lo Busby Berkeley, intimistas, del estilo Broadway… Con Zoe Saldaña descubriéndonos registros que no le conocíamos, Selena Gomez demostrando que no tiene muchos registros -es seguramente lo menos brillante de la película- y con un grandísimo descubrimiento, la española Karla Sofía Gascón, que no solo se come la pantalla sino que asesoró a Audiard con su experiencia personal como mujer trans, ya que aún vive con la madre de sus hijos.
Emilia Pérez es una apuesta arriesgada de un director valiente. De un director que en sus películas, sean del género que sean, siempre busca reflejar la sociedad actual. Esta vez toca varios y muy afilados. Además, lo hace con un género tan disruptivo para la opinión como es el musical. Está claro que va a ser una película que va a dividir a crítica y aficionados. Mi posición es clara: absolutamente a favor.
