Nueva temporada de Kresala, como siempre, los martes a las 19:30

Antes de empezar la entrevista con Paul, Jeannete y Pedro, parte del equipo de Kresala, les decimos, medio en broma medio en serio, que no les vamos a dejar jubilarse, que les necesitamos. En el mismo tono nos responden: “Que no se acabe el cineclub, por favor; pero renovación sí… o por lo menos que haya más manos”. Ese arranque, entre risas, resume bien el estado del cineclub Kresala: un proyecto que lleva décadas alimentando la cinefilia en San Sebastián y que, para seguir haciéndolo con el mismo mimo y excelencia, necesita gente que empuje. Es, sobre todo, una invitación a implicarse en algo que excede las pantallas: una comunidad.

Este curso, de momento, pinta espectacular. En lugar de la retrospectiva habitual, este año habrá dos: Ernst Lubitsch por el lado clásico y Park Chan-wook por el contemporáneo. “Lubitsch funciona con nuestro público habitual; Park Chan-wook puede atraer público nuevo”, explican. Además, conviene aprovechar que lo coreano está de moda, aunque lo cierto es que varias películas de Park ya han pasado la barrera de los veinte años. Serán trece títulos de retro en diez meses, con Park Chan-wook empezando en septiembre —con la magnífica Oldboy— y Lubitsch arrancando en octubre. Los motivos de la doble retrospectiva son claros: “Con 35 sesiones al año, más o menos, una doble retro nos asegura títulos potentes y deja unos 20 huecos para estrenos; creemos que así la programación será de un nivel más alto. El año pasado hubo meses que nos costó completar la programación porque las películas que queríamos no estaban disponibles o se habían estrenado”. Con SADE la relación es más que cordial y fluida: “Hablamos mucho con ellos y, si una peli no entra en su circuito y nos interesa, la ponemos nosotros. Aunque lo cierto es que cada vez estrenan más películas que nos interesan”.

Lo que mejor funciona entre su público está claro: “De media, los clásicos funcionan mejor que el resto”, admiten. El terror, en cambio, penaliza: “La colaboración con la Semana de Terror nos interesa, pero el sello ‘terror’ echa para atrás a muchos de nuestros habituales”. Aun así insisten, porque “aunque fallen habituales, también viene otro público”. No solo ocurre en esa colaboración, el género fantástico y de terror asusta a muchos habituales: por ejemplo, programaron Turn Me On —que estuvo en New Directors del Zinemaldia— y, cuando Pedro dijo en la presentación que transcurría en un “mundo distópico”, dos señoras se levantaron. “Paul les paró y les dijo que no se preocuparan… al final se quedaron y creemos que les gustó”.

Parte del equipo actual de Kresala con Juan Bersategui, uno de sus fundadores.

Rebaja en los precios

Los martes coinciden con otro cineclub cercano, Ozzinema de Errenteria, con quienes mantienen comunicación para no pisarse títulos de nicho parecido: “Por lo general tenemos líneas complementarias y no nos pisamos”. El mayor «enemigo» es otro: “La mayor competencia los martes es lo del Cine Senior; pero lo vamos capeando”. El Cine Senior es una iniciativa del Ministerio de Cultura que permite a las personas de 65 años o más ir los martes al cine por un precio reducido de 2€.

Tampoco es que el precio sea un impedimento para ir a Kresala. Esta temporada El abono baja de 120 a 100€ y lanzan un abono joven (menores de 30) por 50€. Haciendo cuentas: treinta y cinco sesiones (aproximadamente) a 2,85€ por pase y tan solo por 1’40€ para jóvenes. En las entradas sueltas también hay gesto: Bajamos la entrada online de 6€ a 5€. En taquilla sigue a 6€, pero con la tarjeta SADE se queda en 5€. Quieren fomentar la venta online para aligerar trabajo, porque asignar butacas a mano para las entradas compradas en taquilla los martes es más laborioso. También buscan acercarse a un público más joven —de ahí el abono para menores de 30 y la retro de Park Chan-wook—, pero cuesta. Colaboran con Gazte Txartela, que organiza sorteos mensuales y les da difusión en su web y redes, y tienen pendiente una charla con la UPV para dar a conocer esta opción entre el alumnado. Rejuvencer su público es uno de los retos del cineclub.

Un ecosistema cambiante

Programar hoy es más difícil que antes, pequeñas batallas con un sistema sumergido en una época de cambios. Antes un estreno tenía fecha y margen; ahora hay incertidumbre: pelis que se anuncian, luego se mueven o no se estrenan y saltan a plataformas en nada, dice Paul. Colaboran con distribuidoras grandes y, sobre todo, pequeñas y muy pequeñas; pero no es fácil explorar sus catálogos. “Es complejo. Por ejemplo, Filmin: tienen mucho que podría verse en sala, pero es difícil enterarse de qué y cuándo. Ahora, por ejemplo, van a estrenar ‘Yi Yi’ restaurada, pero la comunicación es complicada y a veces cuando nos enteramos ya tenemos el mes cerrado”. En precios, “si es preestreno o fecha sensible, a veces nos cobran algo más”. También se atreven con películas sin distribución en España, aunque eso trae problemas añadidos: los subtítulos a veces hay que alquilarlos aparte o son complicados de incrustar según el formato en que llegue la película, porque “nosotros no tenemos pantalla para subtítulos electrónicos”.

Pedro y Paul, presentando una película

El día a día es de arrimar el hombro en todo, pero tienen algunas parcelas más delimitadas: Jeanette lleva comunicación —prensa, redes, newsletter, fotos—; Pedro prepara los tráilers, las copias y los DCP; Paul lleva la distribución y las cuentas. Jon y Esther ayudan en tareas transversales; el año que viene, con más rodaje, se encargarán de cosas más específicas. El procedimiento para elegir la programación es claro: “Llevamos un Excel con pelis vistas y puntuaciones; luego combinamos criterio y oportunidad. Buscamos equilibrio: no encadenar cuatro ‘espantapúblicos’, pero sí arriesgar e intentar traer cosas diferentes, que nos estimulen. Y queda un capítulo entero para la burocracia: Subvenciones y papeles son mucho trabajo. Presentarse a más ayudas implica más gestión. Somos cinco… ahora mismo hacer eventos supone estrés. Es la parte más gris, pero necesaria. “Tiempo y personas”, resumen, cuando se les pregunta por el mayor cuello de botella en la gestión del cineclub. La distribución es caótica, las plataformas acortan ventanas y, para crecer sin descuidar lo esencial, hace falta gente comprometida.

El placer del cine en comunidad, la sala importa

Por eso piden colaboración. “Pero hace falta compromiso: hay quien entra y se va a los tres meses; así es difícil asignar tareas estables”. No hay sueldo, pero se sienten bien pagados: “Poder programar El pecado de Cluny Brown o Remordimiento son dos sueños personales; hemos logrado derechos complicados para clásicos que no se gestionan desde España”, cuentan con brillo en los ojos. Y también rescatan joyas sin sala: Al final es poner pelis que te entusiasman y compartirlas. No es lo mismo tuitear y recomendar una película que ‘está en Filmin’ que proyectarla y hablarla juntos en la sala. La sala importa. Lo que pasa dentro y, sobre todo, alrededor. Porque la mayor recompensa está en la conversación: “Los coloquios oficiales y los corrillos en el pasillo, los comentarios que nos hacen llegar… ¡incluso cuando no les ha gustado! pero eso también demuestra la cercanía”. La comunidad se pone a prueba cuando algo falla: “Este año se estropeó el proyector una sesión y hubo que cancelar; no hubo ni una sola queja, el público lo entendió”. La comunidad, la sensación de pertenencia, eso pesa más que una programación ya de por sí sobresaliente. Para fomentarla, este año quieren recuperar invitados “cuando se pueda”. Eso exige cerrar con más antelación, pero harán el esfuerzo. Esa comunidad es lo que aporta un cineclub. Formar parte de ella y ayudar a que siga y se mantenga desde hace más de 50 años, es la mejor gasolina.

«No es lo mismo recomendar una película que proyectarla y hablarla juntos. La sala importa.»

Abonos imbatibles, entradas asequibles, dos ciclos magníficos, una programación variada y elegida con mimo, y una comunidad que llena la sala de buen ambiente en cada pase. Tenemos una cita los martes a las 19:30 en el Cine Trueba.

Programación de agosto/septiembre en Kreala

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¿Quiénes son Kresala Zinecluba?

Paul Ormaetxea, Jeanette Díaz, Pedro Saldaña, Esther Escudero y Jon Patxe son los responsables de mantener en marcha al cineclub decano de San Sebastián.

¿Qué es la Tarjeta Amigo de Kresala?

Un abono para todos los pases de la temporada. No solo te garantiza la entrada, también el número de butaca para toda la temporada. Cuesta solo 100€ y puedes sacarlo aquí.

¿Y la Tarjeta de Gaztelaguna?

Es lo mismo que la Tarjeta Amigo, pero para menores de 30 años que tengan la Gazte-Txartela. Un abono de temporada por solo 50€. Más información aquí.

¿Cuándo son las sesiones?

Los martes a las 19:30 en el Cine Trueba. Puedes sacar las entradas con antelación desde la web de Kresala Zinekluba.