Festivales de cine

Crimes of the Future: Un mundo sin dolor

Vuelve Cronenberg. Vuelve ocho años después de su última película, Maps to the Stars y vuelve a su cine más visceral y oscuro, tras el giro que dio con una Historia de violencia y Promesas del este. Vuelve el director de la nueva carne y del transhumanismo. Vuelve, pero no vuelve igual, claro. Han pasado treinta y nueve años desde Videodromo, treinta y seris menos desde la mosca o veintiséis desde Crash, por ejemplo. Este Cronenberg no es el mismo que entonces, pero mantiene gran parte de su esencia.

‘Decision To Leave’: Coreografía de seducción

Park Chan-wook no es un cineasta muy prolífico. El director de La trilogía de la venganza no había rodado ningún largometrja desde La doncella en 2016. Ahora ha regresado a Cannes con otra notable película, Decision to leave, que ojalá se vea impulsada por la moda del cine surcoreano tras el éxito de Parásitos de Bong Joon-ho y El juego del calamar.

Les Amandiers: Narcisismo actoral

En los años 80, Patrice Chéreau, el prestigioso director de teatro, cine y ópera, creo una escuela de interpretación en el Teatro Les Amandiers de Nanterre. Un lugar bastante alejado de las reglas, en el que se aprendía la profesión trabajando en ella de una manera alocada, alegre y extenuante. La propia Valeria Bruni Tedeschi, directora de la película, fue una de sus alumnas en la época en la que está ambientada la película (mediados de los 80) y sus propios recuerdos y experiencias forman parte de la histroria de la misma.

R.M.N. El cáncer de Europa

Cristian Mungiu ganó la palma de Oro con Cuatro meses, tres semanas, dos días en 2017. Después volvió al Festival con Más allá de las colinas en 2012 y Los exámenes en 2016, cuando ganó el premio a mejor dirección. Todas ellas películas entre interesantes y obras maestras, todas ellas fieles retratos de la sociedad rumana, del comportamiento humano. Exactamente igual que R.M.N.

‘Frere et soeur’: Gritos sin motivo

Frere et soeur es un melodrama de volumen alto en lo sentimental y excesivo silencio en el desarrollo de los personajes. Sabemos que Alice y Louis no se soportan porque chillan mucho. Todo es muy intenso y para demostrarlo todo el mundo se chilla entre sí. También dan portazos y arrojan cosas. Dos actores tan solventes como Cotillard y Poupaud basan sus interpretación en chillidos, golpes y ojos vidriosos.

‘El triangulo de la tristeza’: Una comedia salvaje.

Una vez asumido que las ambiciones de Triangle of Sadness son bien distintas a las que sus dos anteriores películas y aún más a sus primeros y aún más independientes trabajos (muy recomendables también), toca tratar de disfrutar de la película que es y disfrutar, también, de la ironía de que una película que crítica a los ricos subiéndolos en un yate, se presente internacionalmente en Cannes, frente a su lujoso puerto deportivo.

‘Mi país imaginario’: Nuevos tiempos, viejas voces

Lo bueno de Mi país imaginario es que, como lo firma Patricio Guzmán, irá a Festivales, se le prestará atención y el mensaje llegará a gente que de otra manera ni siquiera pensaría en el tema. Está bien construido, es coherente con el resto de su filmografía e incluso Guzmán consigue cierto diálogo con otras de sus películas y, por supuesto, la historia es tan potente que merece la pena prestarle atención. Sin embargo quizá vaya siendo hora de que los Festivales busquen el relevo a Patricio Guzmán y den altavoz a nuevas voces, nuevas maneras de contar la historia y nuevos puntos de vista.