Año 2000, Plaza de Toros de Las Ventas, Oasis en el escenario. Mis amigos y yo disfrutando de un concierto que era más que un concierto, era la ruidosa explosión de un momento vital. Los griegos lo habían bautizado, muchos siglos antes, como catarsis. Ese momento en el que el espectador se funde con los personajes del escenario y siente lo mismo que están representando. Catarsis. Recuerdo el momento en que Jorge y Toni, mis dos amigos, que acababan de formar su propia banda de rock, se giraron y se pusieron de espaldas al escenario desde las primeras filas en las que estábamos. Mirando al interminable mar de público que abarrotaba la plaza Toni le dijo a JorgeImagínate como va a ser”. Catarsis. Tonight, I’m a rock & roll star. Joder, realmente lo creían, lo creíamos, el futuro iba a ser así, unas estrellas de rock, ‘cos in my mind my dreams are real. Catarsis.

Los gloriosos años 90

Aquellos años fueron intensos en lo musical. A mediados de los 90 mis gustos musicales harían sonrojar a mi yo futuro. Recuerdo la explosión del grunge, recuerdo perfectamente pasar las mañanas de verano viendo la MTV -¡me habían puesto antena parabólica en casa!- y la sensación que me provocó ver por primera vez el vídeo de Smells like teen spirit de Nirvana. Esas imágenes, con sus animadoras anarquistas, fueron tema de conversación muchas veces en los tiempos libres del colegio. Aquello era distinto, era fresco, era nuevo, era magnético. Pero yo no me enganché a aquello. Surgieron Pearl Jam, Soundgarden, Smashing Pumpkins, todos esos grupos eran los Top Ventas, y muchos amigos conectaron con ellos. Yo me uní en el siguiente tren, en la respuesta británica.

Porque Reino Unido, la patria de los Beatles, los Who, los Rolling Stones, no iban a dejar que aquellos americanos melenudos y nihilistas conquistasen el mercado musical tan fácilmente. Las revistas musicales británicas, de eso me enteraría más tarde, empezaron a apoyar a la New Wave de la New Wave. Comenzaron a buscar el movimiento que les situase en cabeza de nuevo. Y nació el Brit PopSuede, Pulp, Blur, Radiohead y, por supuesto, Oasis. Grupos que evolucionaron de manera muy distinta y que convirtieron la etiqueta de Britpop en algo tan ecléctico y difuso que terminó sirviendo sólo como gancho comercial.

Querían comerse el mundo

Era una época en que se vendían muchos, muchísimos discos. Los años dorados del CD. Auqnue muy lejos de la barra libre de música que trajo internet poco tiempo después. Grabar en un cassette aquella canción de la radio, ir a la tienda de discos cuando habías ahorrado el dinero y comprarte el disco para ir corriendo a casa a escucharlo, quedar con los amigos para escucharo, conseguir un disco pirata de un directo en un viaje a Londres… Era algo excitante para los que nos unimos a aquello. Entre mis amigos unos eran de Radiohead, otros de Blur… otros, entre ellos yo, de Oasis. Con el tiempo otros grupos han tenido una trayectoria más larga, han evolucionado hacia otros sonidos, han sido más respetados artísticamente -y muchos se han hecho mayores y aburridos- pero en aquellos días Oasis eran los número 1.

Aquellos grupos no nacieron, como todo el movimiento indie posterior, con la intención de explotar su exclusividad y un cierto elitismo intelectual olvidando que pop viene de popular. No, aquellos grupos querían ser los más grandes y no lo disimulaban. No estaban dispuestos a cambiar porque estaban seguros de tener razón y que eso les haría ser los más grandes. Oasis, en concreto, se comparaban con los Beatles, menospreciaban a sus coetáneos y salían al escenario con la actitud de quien se sabe mejor que el resto. Sus primeros conciertos rebosaban de ganas de comerse el mundo y luego repetir. No descubrieron la pólvora -su música bebía de manera descarada de los Beatles, los Kinks o los Jam– pero tuvieron unos años gloriosos en los que conectaron con una generación dispuesta soñar con sus canciones.

oasis

En mi caso concreto, Oasis fue el comienzo de todo. Fue el grupo que me hizo interesarme por sus influencias y rebuscar discos antiguos, el que me hizo querer comprar discos en cuanto mi economía me lo permitía, el que me animó a gastarme el dinero en conciertos, incluso aunque hubiese que viajar a otra ciudad, el que hizo que me comprase una guitarra con la que destrozar sus canciones en mi habitación. Me enseñaron a amar la música. Esas cosas que a veces cuesta explicar con palabras. There are many things that I would like to say to you but I don’t know how.

Querían vivir para siempre, y lo consiguieron

Después conocí más grupos, más canciones y más conciertos. Anteriores y posteriores a Oasis. Jamás habría llegado a todos esos grupos si los bocazas de los Gallagher no me hubiesen hecho adorar la música, considerarla como algo importante, algo más que eso que suena en la radio. Sentir que las letras me hablaban a mi, que aquellas guitarras sonaban para mi, que estar en un gran concierto y conectar con una canción es, como dirían ellos, una de las mejores cosas que me va a pasar en toda mi puta vida.

No se trata de los récords de ventas que lograron. No se trata de cómo como eran capaces de llenar Wembley dos días consecutivos. No se trata de como nos influyeron en la forma de vestir. Se trata de lo que significaron. I think you’re the same as me, we see things they’ll never see. Estuvimos ahí. 

El Britpop pasó y la mayor parte de grupos que surgieron a su rebufo pasaron al olvido. Los movimientos musicales son todos así. Una vez pasado el ciclón sólo quedan los rescoldos del incendio y un puñado de canciones. Pero lo que significaron esas canciones tiene un valor incalculable. Wonderwall, Don’t look back in anger, Champagne supernova, Masterplan, Live Forever, Rock & Roll Star… son canciones que brillaron con la fuerza de una estrella, una chispeante supernova de champagne, e iluminaron a toda una generación.

Querían vivir para siempre y lo consiguieron. Es imposible hablar de la música de los años 90 sin mencionarlos. Influyeron tanto como habían sido influidos y sus canciones forman parte de la banda sonora de muchas vidas. La mía entre otras. Vamos, que yo no me voy a perder el documental Supersonic sobre Oasis. Definitivamente, quizás la banda más grande de los 90.