Crítica de Crudo
Titulé la crítica de The Neon Demon como “Depredadores”. Aquí dejo la respuesta femenina, en una película que tiene algunos puntos en común, o espejos. Desde detalles como la escena de las chicas en la ducha con sangre, hasta la idea de un deseo imparable. Si en aquella, las protagonistas suspiraban por la belleza heteronormativa; aquí tenemos lo contrario, mujeres rebeldes, de depilación distraída, que marcan sus propias normas en el terreno sexual, y hasta osan mear de pie, metáfora suprema de rebeldía femenina. Han decidido ser depredadoras.
Crudo es una película sobre mujeres que dan miedo porque imponen su propias normas y su propio modo de entender la vida, y en concreto la sexualidad. Evidentemente, la película está llevada al terreno del género y lo que realmente da miedo es que te puedan matar a mordiscos, pero la idea va mucho más allá. No es casualidad que la historia se asiente sobre una de las prácticas más evidentes de la uniformación social: las novatadas. La iniciación a partir de la humillación pública y la aceptación sin condiciones de las convenciones sociales de la mayoría porque si no “te marginarán”. Ya sea comer carne, como los demás, o tener tu rol sexual definido (puedes ser homosexual, pero como el personaje gay remarca, debes mantenerte en esa clasificación de forma inequívoca). Asumir las formas de diversión generales y la norma estética (la ropa, la depilación). La primera acción salvaje de la protagonista se produce precisamente cuando su hermana le obliga a depilarse por el bien de su vida en sociedad.
La película también habla de abandonar el nido, de la pérdida de la inocencia, del despertar sexual. Salir del entorno protegido de la familia, donde no has probado la carne, y echar a volar, sin protección, probar la carne, sentir el deseo. Robar, follar, morder. En este sentido la historia se cierra con la unión de ambos mundos: puedes dar rienda suelta a tus instintos siempre que sea de una manera aceptada socialmente, al amparo de esa casa que creías “inocente”. Dicho de otro modo y simplificando: te das cuenta de que tus padres también follan. La cuestión de descubrir el mundo real sin la protección familiar y aprender a defenderte en él, también plantea un equilibrio entre la sumisión social y la pelea salvaje, para conseguir un lugar en el sistema.
Las lecturas de la película son variadas y aceptan todo tipo de interpretaciones porque la autora sabe combinar elementos sociales de tipo general (estudiar fuera, las novatadas, el despertar del deseo) con imágenes de terror tan básicas como el morro manchado de sangre. Esto hace que la película sea al mismo tiempo retrato social y arquetipo universal. Esta rica combinación hace que sea bastante abierta, pero además, supone una curiosa mezcla de géneros. Por un lado es una historia de campus, de adolescentes, fiestas con indie pop, autoafirmación con hip hop feminista, aceptación del grupo, y demás. Por otra parte, es terror salvaje, con buenas dosis de sangre y tensión. Una historia de canibalismo que lo mismo podría ser una de vampiros. Supervivencia y sed de sangre.
Julia Ducournau se ha convertido, con su primer largo para cine, en una directora a tener en cuenta. Ambiciosa en sus mecanismos narrativos: ella misma explica en una entrevista que la historia nace de la idea de buscar la identificación del espectador con un personaje que rompa uno de los peores tabús de nuestra sociedad. Ambiciosa en el tratamiento de grandes temas, con una historia de múltiples interpretaciones. Cómo curiosidad, me gustaría recordar que ya son varias directoras francesas las que se han interesado por el canibalismo. Por ejemplo, Claire Denis en Trouble Every Day y Marina de Van en Dans ma peau. También me parece percibir, en el cine francés y belga (esta es una coproducción) un interés especial por la carne. Pienso por ejemplo en Seul contre tous de Gaspar Noé, o Bullhead de Michaël R. Roskam.