En esta edición del festival veneciano, la codiciada distinción de película de inauguración, la misma que en años anteriores recayó en Gravity, Birdman o La la Land, le ha correspondido a Downsizing del estadounidense Alexander Payne. El director de Entre copas y Los descendientes se estrena en la competición veneciana con esta sátira social de ciencia ficción protagonizada por Matt Damon, Kristen Wiig, Christoph Waltz y Hong Chau.

Downsizing narra la aventura de Paul Safranek (Matt Damon), un estadounidense medio al que se le escapó el sueño americano y cuya lucha se centra en llegar a duras penas a fin de mes y que cree encontrar la solución a sus problemas en un revolucionario experimento: unos científicos noruegos han encontrado la clave para poder reducir a los humanos a la décima parte de su tamaño como vía para solucionar la superpoblación, el cambio climático y el agotamiento de recursos en el mundo. A menor tamaño, menor necesidad de recursos. Y en el caso de los Safranek, intereses ecológicos aparte, sobre todo viene el final de sus problemas económicos, porque con la miniaturización, su escaso dinero cunde más.

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Partiendo de esta original premisa, Payne construye una sátira social de arranque brillante y una primera hora de película más que notable. Presenta las motivaciones de los personajes, la introducción de ese nuevo minimundo, la crítica al american way of life y el debate entre ecología y vieja economía de forma ágil y sugerente. Pero a medida que avanza la película, sigue abriendo frentes y nuevos temas, lo que provoca que en su segunda mitad se acabe diluyendo y se quede en la superficie de sus planteamientos. Asoman la codicia humana (representada en el personaje de Christoph Waltz, nuevamente en el papel de un pillo simpático, convertido ya casi en una caricatura de su personaje arquetípico), las diferencias de clases, la americanización de los modelos de vida tradicionales, la dicotomía entre el bien general y la ayuda al entorno más cercano y hasta una trama romántica; pero se echa de menos que no haya una profundización mayor en los planteamientos. Todo se expone, todo se apunta, casi todo se subraya, pero no se lleva más allá y su crítica se ablanda, se vuelve obvia y Downsizing pierde pegada.

The Deserted, de Tsai Ming-Liang

El taiwanés Tsai Ming-Liang presenta en esta edición de la Mostra The Deserted, su primera producción en la que utiliza la realidad virtual y que compite en un concurso específico para producciones que utilizan este tipo de tecnología que debuta en esta edición.

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A pesar de los nuevos recursos que la realidad virtual pone en sus manos, The Deserted es claramente reconocible como una película de Tsai Ming-Liang. El director hace suyas las posibilidades de la nueva tecnología y las aprovecha para añadir un nivel adicional a su cine. Es la historia de un solitario, de un enfermo que busca recuperarse en un edificio abandonado invadido por la humedad y la naturaleza que lo rodea, en la compañía unos fantasmas con los que es incapaz de comunicarse. The Deserted, como otras muchas películas de Tsai Ming-liang, es sobre todo una película más para ser sentida, que para ser contada. Y gracias a la realidad virtual el espectador es introducido en medio de su atmósfera desoladora y agobiante. El espectador es virtualmente encerrado con los protagonistas en ese edificio abandonado. Pero a la vez será libre de mirar a donde quiera. De buscar el encuadre más conveniente en cada momento. Y ya se encargará Tsai Ming-liang de intentar dirigirlo con una hábil utilización del sonido y de los movimientos dentro del plano. Lo que es seguro es que The Deserted es una película de Tsai Ming-liang de la que cada espectador verá una versión diferente.

Nico, 1988, de Susanna Nicchiarelli

La película encargada de inaugurar la sección Orizzonti ha sido Nico, 1988 de la directora italiana Susanna Nicchiarelli. La Nico de la película es Christa Päffgen, la musa de Warhol, la cantante de la Velvet Underground, que pasados los años de esplendor, intentaba construir una carrera en solitario. Nico, 1988 es la historia de sus últimas giras, de las relaciones entre los componentes de su banda y de su lucha para recuperar la relación con su hijo.

Nico 1988 Trine Dyrholm

Nico, 1988 presenta la decadencia de su protagonista, una cantante intentando reconstruir una nueva vida profesional a base de giras por garitos de mala muerte y entrevistas con periodistas más interesados en su glorioso pasado y una nueva vida personal, intentando recuperar a su hijo.

Si el planteamiento no resulta demasiado original, tampoco lo es el resultado, a pesar de algunos momentos bien resueltos en el aspecto visual. Las situaciones que plantea Nicchiarelli en la película podrían ser intercambiables con las de cualquier otro artista en horas bajas. Sus subtramas, en especial las que presentan la relación entre los miembros de la banda, las hemos visto decenas de veces y aportan poco al núcleo de la película. Y tampoco le acompaña su reparto, empezando por su protagonista, la danesa Trine Dyrholm, que además de interpretar al personaje, canta sus canciones, pero que no logra transmitir el peso de la vida pasada y la situación de crisis de la cantante.


Gracias a La Finestra Digital por compartir con nosotros las crónicas